¿Podía importarme tanto un chico? ¿Podía hacerme sentir tanto un chico? ¿Podía pensar tanto en un chico? Comienzo a sentir como las preguntas se arremolinaran a mi alrededor, y no entiendo cómo deshacerme de ellas cuando, a cada que respondo una, dos más crecen, inundándome la cabeza.
Quizá había algo mal, quizá yo tan solo estaba buscando una vía de escape que me llevara directo al refugio donde nadie fuese capaz de dañarme; quizá estaba siendo esa persona débil que tanto odiaba ser. Tal vez estaba lanzándome a August porque en él se reflejaban todos mis miedos, quizá tan solo estaba siendo irracional. Quizá no pensaba bien las cosas y me estaba volviendo loco.
Loco. Vaya mierda, ¿en qué momento me habrá sucedido?
Elevo la mirada, jugueteo con el llavero entre mis dedos, murmuro canciones que me sé de memoria mientras repaso los detalles de la pequeña guitarra que se encuentra entre mis dedos. Sonrío. Una locura. Una jodida locura que hace aletear a mi corazón.
—Así que... un chico, ¿eh? —Lou me mira desde la cocina, enarca una de sus cejas.
Miro a Maylin, ella deja su computadora para unirse a la conversación.
—Lourent —sentencia.
—Es un amigo —me adelanto a decir.
Y no entiendo cómo la palabra amigo me sabe distinta a cualquier otra palabra que haya dicho.
—Así que... un amigo —se corrige mi hermano.
Me encojo de hombros.
—Participaremos juntos en un festival, le he dicho que podemos ensayar aquí, ¿algún problema? —llevo mi mirada hasta Lou.
—Ningún problema —levanta las manos, como si se mostrara inocente— ningún problema.
He convencido a August, me digo, he logrado convencer a August y no tengo ide de cómo he llegado hasta ahí. Tan solo pienso, débil, débil, débil. Me pregunto desde la noche de ayer qué he hecho, cómo se supone he logrado que de mi boca salieran tales palabras. Niego, irritado. Pensar en August es algo que llevo haciendo todos estos días, algo que no puedo dejar de hacer, algo que me obliga a lazarme contra las almohadas y gritar hasta que cada pensamiento atado a él se disperse.
Comienzo a ser un barco que naufraga, porque no tengo ni la menor idea de hacia dónde voy, tan solo sé que hay un faro a lo lejos, y que su luz es tan cegadora que debo cerrar los ojos para poder continuar, pero, al cerrar los ojos, pierdo de vista mi camino, y ¡joder! En ese mar tempestuoso que no conozco es la voz de August la que me guía. Entonces recuerdo que su voz es mi refugio, y que tal vez las malditas segundas oportunidades de vida sí existan, porque cuando he salido de un jodido hospital a punto de morir, ha sido la voz de August la que me ha traído estabilidad.
Pienso, ¿qué has hecho August? ¿Cómo lo has logrado? ¿Qué se supone hay en ti como para que yo solo piense canta, canta, canta? Y que por ello haga cosas que nunca hubiese hecho como aceptar un obsequio de un chico que apenas conozco y guardarlo como un trofeo.
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Una última Canción ✅
Teen FictionPara August, su trabajo en Gypsy Bar, se define en borrachos malhumorados y bebidas baratas. A pesar de ello, no piensa renunciar cuando, cada noche, tras cerrarse las puertas, se sube al escenario para encontrar su momento de paz, donde tanto el so...