Puede llegar a ser difícil encontrarse de frente con la realidad. Puede llegar a ser difícil sentir la valentía recorrer tus venas para luego, pasadas las horas, te encuentres sentado en medio de tu habitación, donde reina el silencio, escuchando únicamente como tu respiración sube y baja dentro de tu pecho a toda labor mientras piensas en que quizá no eres tan valiente, en que quizá la otra persona por la que luchas no te quiere volver a ver. Puede llegar a ser difícil encontrarte encerrado con todas tus inseguridades al mismo tiempo en que todo el mundo avanza en el exterior.
Busqué a Ezra.
Al principio no lo encontré, por lo que mis ánimos y ganas de luchar fueron disminuyendo. Y creo que eso en parte hizo que me quedara en shock al escucharlo al otro lado de la llamada, y creo que de alguna manera eso fue lo que me obligó a salir corriendo en pijama de la casa.
Si me detuviera a mirar atrás, me daría cuenta de que el August de hace unos meses no se hubiese movido de aquella cama, no se hubiese apresurado por salir e ir a su encuentro. Creo que el August de hace unos meses se hubiese encerrado en su habitación, subido las sábanas hasta la cabeza y vuelto a dormir con el corazón latiéndole fuerte. Pero ya no quiero mirar atrás, me he cansado de hacerlo, así que tan solo miro al frente, done está él.
Donde está Ezra.
Y me digo: wow, es guapísimo. Con las luces neones sobre su rostro, aclarándole aún más la piel, los ojos oscuros bañados por sombras, el cabello negro creciéndole por los bordes, su abrigo gris desaliñado y las marcas sobre su piel. Sigue siendo guapo aun con el dolor del mundo entero sobre él.
—¿Estás seguro?
Su voz rompe el silencio. Agacho la mirada, abrumado. Miro mis dedos, tengo marcas rojas en las yemas, donde estiro mi piel con nerviosismo.
—Lo estoy, Ezra —murmuro.
Sus pies se mueven bajo la mesa, siento como se detiene a centímetros de mis pantuflas. Doy un respiro, evitando llorar. Porque no creo que exista persona sobre la tierra que lo quiera tocar de nuevo tanto a como lo quiero yo.
—August, mírame.
Lo hago.
Mi mirada sobre la suya, una distancia corta que me parece abismal, sonríe. ¿Cómo se supone que este no sea el Ezra que es en realidad? ¿Cómo se supone que esa sonrisa que tanto he añorado ver pertenece a otra persona, a un chico fuera de todas mis ilusiones? No sé qué esperaba encontrarme, no sé qué pensaba mirar cuando al fin me encontrara frente con él. Y, a pesar de ello, lo tengo aquí, a centímetros de mí, y no puedo negar que es un alivio arrullador poder conocerlo al fin.
Poder saber todo aquello que antes nos distanciaba sin darnos cuenta. Porque ahora lo miro, y siento como si pudiera ver todo a través de él; ya no son sonrisas incompletas, ni preguntas sin contestar. Ezra se ha convertido en un baúl abierto, sin cerraduras, que pone a mi disposición todo aquello que una vez tanto quise saber. Y yo, que soy un pobre marinero, lo único que puedo hacer es usar todo aquello que me entrega con cuidado, sin desesperación.
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Una última Canción ✅
Teen FictionPara August, su trabajo en Gypsy Bar, se define en borrachos malhumorados y bebidas baratas. A pesar de ello, no piensa renunciar cuando, cada noche, tras cerrarse las puertas, se sube al escenario para encontrar su momento de paz, donde tanto el so...