🎵Capítulo 22 - August

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—Yo lloro mucho, Ezra

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—Yo lloro mucho, Ezra. ¿Eso no te hace enfadar?

—Todos tenemos una manera distinta para drenar nuestros sentimientos.

—Y tú..., ¿no has llorado otra vez?

—Creo que me he quedado sin lágrimas.

Lo miré, ojos oscuros y una sonrisa llena de pasión. ¿Cómo es posible que se haya dignado a sonreírme así? Con su cuerpo cerca del mío, con sus labios acercándose de a pocos para poderme besar. ¿Cómo es que tuvo el valor de mirarme a los ojos y hacerme promesas que quedarían sus pendidas de hilo, fingiendo que nunca las volvería escuchar?

Aquellas fueron sus últimas palabras, lo fueron antes de dejarme en medio de un silencio aterrador, lejos de su presencia, del latido martillante de su corazón. Esas fueron sus últimas palabras antes de cerrar la puerta de mi casa y no verlo más.

Y creo que esto se puede volver eterno, creo que el pánico e inseguridad en mi interior puede crecer con desmedida. Porque Ezra no aparece ese día en la tarde, ni en la noche, mucho menos contesta mis mensajes o levanta el celular para contestar. Transcurre una semana. Desaparece como lo hizo una vez.

Y decido darle su espacio, dejar de insistir.

Decido esperar a que me llame, a que toque mi puerta y me diga: aquí estoy, ¿no ves que nunca me he ido? Y yo, como un niño tonto que no sabe amar, saltaré a sus brazos y lo volveré a besar. Porque llevo deseando hacerlo desde que se fue, llevo deseando repetirle que me entregué a él porque no existe otra persona en este planeta a la cual yo me disponga a amar aun con el miedo encima.

Aun así, Ezra no regresa.

Tan solo desaparece dejándome con el miedo en mi interior y millones de preguntas en mi cabeza.

Agacho la mirada, me detengo en la escalera y miro el celular. Hay un mensaje de Carl en la barra de notificaciones, lo abro y leo con detenimiento cómo anuncia que el concierto se aplazará hasta el fin de semana, que aun vamos a tocar pero que de igual manera tendremos que esperar. Suspiro, aliviado. Respondo el mensaje y guardo el aparado en mi bolsillo. Elevo la mirada, muerdo el interior de mis mejillas con nerviosismo y me apresuro a bajar.

He decido ir por Ezra. He decidido, en medio de una noche pesada, que no volvería a esperar. Pero que, a pesar de ello, primero debía superar una de mis metas: hablar con papá y mamá. Y no me refiero a pedirles permiso para salir a tocar, ni mucho expresarles sobre que tengo dudas sobre mi orientación sexual, no.

Se trata de que, en un punto lleno de miedos, me he dado cuenta que llevo mucho tiempo quedándome callado respecto a lo que me hacen sentir, a que, ya me he cansado de tener que luchar ante mis sueños y todo los demás.

Debo primero mostrarles que hay un August valiente dentro de mí que no quiere desaparecer, que se esfuerza por mantenerse vivo. Quiero demostrarme a mi mismo que soy capaz de tomar decisiones que muchas veces creí no soportar. Quiero ser fuerte para mí, y por mí.

Una última Canción ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora