Para August, su trabajo en Gypsy Bar, se define en borrachos malhumorados y bebidas baratas. A pesar de ello, no piensa renunciar cuando, cada noche, tras cerrarse las puertas, se sube al escenario para encontrar su momento de paz, donde tanto el so...
Nota: subiré tres capítulos seguidos (mis capítulos de reserva) porque esos capítulos son LOS CAPÍTULOS, y necesito que los lean porque <3<3<3<3<3<3, así que, espero ver MUCHISÍMOS comentarios, como incentivo para actualizar pronto. Y porque, estos capítulos me hicieron chillar y necesito chillar con ustedes.
Sin más, que disfruten. <3
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Me paso el resto de la semana pensando en Ezra. Pensando en su manera de actuar, en cómo se acercó a mi pecho y con el rostro envuelto en lágrimas canturreó una canción que bien pudo habernos destrozado a los dos sin miedo a que el universo entero se diese cuenta que aquel bar, en medio de las calles de Downtown, dos chicos que apenas se conocían se abrazaron como si la solución de sus problemas se encontrara en el otro.
Pienso en él, en que realmente no lo conozco, en que tal vez nunca lo llegue a conocer. Pienso en Ezra porque el resto de la semana no regresa, desaparece sin dejar rastro para perseguir; convirtiéndose en un fantasma dentro de los últimos tres días. Y de todos, solo a mí parece importarme.
Por ello, para el viernes en la noche, lo espero en la puerta del bar antes de la hora, lo espero hasta que las puntas de mis dedos se congelan, y tanto la noche como las estrellas se burlan de la manera tan desesperada en que mi corazón pide a gritos que llegue; la manera en que todo mi cuerpo exige tenerlo cerca para tan solo así poderlo abrazar y dejar que todos mis sistemas drenen ese miedo y dolor que nos embarga a los dos.
Pero Ezra no llega. No lo hace ese viernes cuando debe tocar, mucho menos el sábado en que el bar se llena y mucho menos cuando su banda busca a un nuevo guitarrista para tocar. No regresa y pienso, ¿es así, Ezra? ¿Es así como se supone que ibas a desaparecer de mí vida? ¿Permitiéndome abrazarte para luego nunca más volver?
Por favor, por favor, pienso, se supone que no te debías ir.
El domingo por la noche doy vueltas en la cama, miro las paredes de mi habitación llenas de posters, la litera atestada de libros que nunca podré terminar de leer, los adornos de superhéroes los cuales colecciono desde niño. Miro todo en busca de una respuesta certera que me haga creer en mí. Porque miro todo y me pregunto, ¿quién se supone de August Sastre? ¿Qué se supone que debo hacer para al fin, sin rosar el desespero, yo crean en mí de una manera correcta? Sin temer, sin pensar que todos me mienten.
Doy vueltas en la cama, me mantengo quieto sobre el colchón tarareando una canción. Lo hago hasta que los parpados me pesan, hasta que mi respiración se vuelve espesa. Estoy apunto de dormir cuando algo hace vibrar a la cama. Paso por alto el movimiento, busco a tiendas la cobija y me quedo quieto en medio del acto.
Vuelve a vibrar. Tomo siento al darme cuenta de que mi celular suena, lo busco entre las almohadas, lo encuentro bajo una de ellas y me lanzo boca abajo contra el colchón. La luz de la pantalla me golpea el rostro, reduzco el brillo y lo desbloqueo.
