🎵Capítulo 15 - Ezra

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August acepta

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August acepta.

Lo hace en el instante en que le ofrezco mi mano fría, en el instante en que todos mis miedos bien disimulados se disipan para centrarse en él. Y August, que parece ser obediente, toma mi mano sin temor alguno mientras sus dedos y los míos se entrelazan entre sí. Y lo sé, joder, logro entender en un solo instante la manera tan pura y sincera en la que se está entregando a mí; la manera tan abierta y discreta en la que me dice: ¿Me miras, Ezra? ¿Notas cómo con todo el miedo que traigo encima soy capaz de entregarme por completo a ti aun sabiendo que podrías hacerme daño? Lo miro, lo miro y pienso, sí August, sé que te estás entregando a mí, y déjame decirte no tengo ni la menor idea de cómo aceptarte sin que mis miedos dentro de un cajón se escapan al ver los tuyos.

Sin que la debilidad, que odio demasiado, escape de mis manos y no quedemos más que dos jodidos adolescentes qué no tienen idea de qué hacer.

Mírame tú también, August.

Mírame, dime qué es lo que quieres de mí y te lo entregaré sin rechistar.

Porque esto que está sucediendo entre los dos es algo tan nuevo para el maldito universo que no tiene de idea de cómo enseñarnos a reaccionar, que no se detiene ni un instante para decirnos si nuestros sentimientos están bien, si lo que yo quiero de ti y lo que tú quieres de mí está bien. Tan solo nos ha dado las cartas del juego sin explicarnos como se juega. Por ello, August, hagámonos aliados y entreguémonos todo sin esperar a ganar.

-Ezra.

Nos detiene a un metro del auto, no detiene muy cerca de los demás. Ajusto en agarre en nuestras manos, quiero que note en realidad que estoy aquí, que no me pienso ir.

-¿Sí?

-Tengo miedo -susurra- mucho miedo.

Ladeo mi rostro, lo miro por sobre mi hombro. Su rostro agachado, los risos cayéndole por la frente, cubriéndole la mirada. Regreso a los chicos. Gabriel enarca sus cejas con una pregunta; Carl muerde su pulgar, nervioso.

-August -me giro hacia él. Lo tomo por las mejillas, lo hago mirarme- ¿Miedo de qué?

Y no entiendo cómo, pero creo saberme su respuesta de memoria.

-De que no les vaya a gustar -murmura- de que yo no pueda cantar, que me suba al escenario y me quede ahí, en blanco.

Sonrío. August intenta sonreír, pero le tiemblan los labios.

-Estaré junto a ti -le digo- lo haré en todo el sentido de la palabra, ¿sí? -me acerco a él, me detengo dándome cuenta de que, si sigo, no podré detenerme- tocaré a tu lado, estaré junto a ti en el escenario, y si sientes que no puedes más, que estás por sucumbir, tan solo gira y mírame. Mírame e imagina que nadie más que yo te está escuchando cantar. Porque lo juro August, yo estaré gustoso de encontrarme a tu lado, de no dejarte de mirar.

Una última Canción ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora