Creí que desaparecer por unos días acabaría con la culpa que se había adueñado de mi cuerpo. Creí que desaparecer ocasionaría que mamá cambiara de parecer, que saldría de aquella casa, llegaría al apartamento de Lourent y que, con una gran sonrisa, me diría que todo había acabado. Creí que tomándome mi tiempo dejaría de pensar en papá, en lo cobarde de no haber llamado la policía la noche en que me lastimó.
Pero no sucedió, nada de eso sucedió; ni dejar de sentirme culpable ni lo de mamá. Tan solo me encerré en una burbuja de preguntas sin respuesta, donde yo eres el principal punto donde lanzarlas para hacer más daño. Por lo que, al tercer día de haberme encerrado en mi habitación, me di cuenta que no podía seguir ni un minuto más si escuchar la voz de August.
Y ahí, fuera de su casa, con su rostro mirándome y deshaciéndose en lágrimas, me di cuenta que él sí pudo deshacer esa culpa y dolor dentro la burbuja que me había creado. Por lo que, tras secarle las lágrimas, no podía dejar pensar en que había un sentimiento apresado en mi pecho pidiendo a gritos dejarlo salir. Pero de hacerlo, ¿qué habría sucedido más allá de su rostro a centímetros del mío y sus manos acariciando mi espalda para apegarme más a él?
Solo ahí entendí los limites de los que August hablaba, solo con el corazón bombeándome el pecho y su mirada rebarbando en lágrimas es que me di cuenta que la necesidad incesante de escuchar su voz estaba rebasando limites que había impuesto el universo sobre nosotros y que por más que quisiéramos ignorar siempre estarían ahí, frente a nuestras narices.
Entonces, ¿por qué aun sabiendo lo de los limites me arriesgué a pedirle una cita? Camino de mi habitación al pasillo con la pregunta golpeteándome en la cabeza, abro la habitación de la habitación de mi hermano y me planto frente a su armario.
—¿Buscas algo en especial?
August y su rostro lleno de lágrimas; August y su sonrisa resplandeciente al verme en medio de la acera; August y su rostro impregnado de miedo al creer que no quería escuchar sus problemas. August... August siempre en mi mente sin dejarme descansar desde el día en lo vi cantar y bailar en Gypsy Bar.
—¿Algo de mi talla que no parezca que se lo he pedido prestado a mi hermano? —me regreso a Maylin, se encuentra sentada sobre la gran cama matrimonial, con sus piernas largas cruzadas, la computadora en el hueco de esta y su cabellera rubia en un moño— Hola.
—Hola —contesta. Su voz suave, su mirada dura— hay un abrigo detrás de los demás, Lou dejó de usarlo el año pasado. Está como nuevo, decía que le daba comezón.
Regresa la mirada a su trabajo que, tal descubrí en mis días de autocompasión, es traducir documentos importantes para empresas importantes. Algo así entendí de Lou.
—¿Este? —extraigo del interior un abrigo completamente negro, con cuello de tortuga y una tela tan suave que me abstengo de restregar mi mejilla contra el— ¿Le daba comezón?
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Una última Canción ✅
Teen FictionPara August, su trabajo en Gypsy Bar, se define en borrachos malhumorados y bebidas baratas. A pesar de ello, no piensa renunciar cuando, cada noche, tras cerrarse las puertas, se sube al escenario para encontrar su momento de paz, donde tanto el so...