Chris Evans

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—¡CIERRA LA MALDITA BOCA DE UNA BUENA VEZ -y la bofetada no se hizo esperar

Aterrada, no había otra palabra para describir lo que sentía en ese momento, sin duda él no era el hombre del que me había enamorado, era alguien más, no había rastro del dulce, tierno y comprensivo hombre que alguna vez llegué a amar.

—Basta, por favor, ya basta -rogué, pero en el fondo sabía cuál sería mi destino, solo intentaba aplazar un poco más. Detenerlo por un momento.

—Entonces, ya no hables más. Estás haciendo que no pueda pensar con claridad -parecía un animal en un jaula, iba de un lado a otro, si estuviera en otra circunstancia hasta me parecería algo gracioso, dado que yo era la que estaba en una especie de jaula.

—Por favor, por favor, Chris, esto no tiene porque terminar mal -sus ojos. Esos dos ojos que alguna vez me miraban con todo el amor del mundo, ahora solo había un enorme y gran vacío en ellos-, yo... yo puedo entender... si me dices porque lo hiciste, Chris. Quiero entender porque lo hiciste, solo déjame entrar y...

Antes de que pudiera predecir su siguiente movimiento, se había acercado a mí, una de sus manos sujetó mi cabeza haciendo esta misma para atrás, dejando mi cuello expuesto... expuesto a ese afilado cuchillo que portaba, una lágrima resbaló por mi mejilla, estaba aterrada.

—¡CIERRA LA BOCA, YA! Mierda, no quiero escucharte, ¿qué es lo que no entiendes?

Ruido... hubo ruido desde la parte superior de la casa.

—¿Hola, hay alguien en casa?

No... no, no, no, mi hermano, no, no, no, por favor que se vaya de aquí.

Chris me tomó con violencia, volvió a colocarme la pañoleta en la boca para que no hiciera nada de ruido. Después de eso se fue, escuché atentamente como subialos escalones y cerraba la puerta del sótano.

Mis manos se movieron bruscamente, tratando de liberarlas de la soga a la que me tenía atada. Sentía como mi piel se quemaba, como ardía en mis muñecas, tenía como la sangre abandonaba el interior de mi cuerpo y salía hasta manchar todo a su paso.

Pero finalmente lo logré. Lo hice, logré liberarme de esas malditas sogas. Me quité la pañoleta de mi boca, mi corazón palpitaba freneticamente, mi frente y todo mi cuerpo estaba cubierto de mi sudor y de suciedad.

Cuidadosamente caminé hasta las escaleras, escuchaba a mí hermano y a Chris hablar... hasta que, Alek, preguntó por mí.

—Justamente eso quería preguntarte. No la he visto, se ha llevado sus cosas, el pasaporte no está, creí que dejaría una nota al menos... pero ni eso me ha dejado. Eso es todo lo que sé.

—He estado llamando a su móvil, pero...

—Está fuera de servicio, si, lo sé, ya intenté llamarla yo también, supongo que lo tiene en modo avión o que simplemente lo ha apagado.

Maldito imbecil.

Había un agujero por debajo de la puerta, ellos estaban del otro lado, lo suficientemente lejos para que yo pudiera verlos. Vi a mi hermano abrazar a Chris, al asesino, Alek se dio vuelta listo para irse... pero Chris tenía otros planes, tomó el cuchillo que estaba en la encimera. Y ahí fue cuando me di cuenta de que debía gritar.

—¡ALEK, CUIDADO! -grité tan fuerte como pude, al tiempo en que pegaba a la puerta con mis puños.

Cosas rompiendose, jadeos, golpes, se escuchaba del otro lado de la puerta. Yo seguía golpeando de forma frenética la puerta, tenía que salir de ahí, de alguna manera tenía que salir de ese infierno. Tenía que ayudar a mí hermano de alguna manera, debía de encontrar alguna forma, algo.

Bajé nuevamente, tratando de encontrar algo con lo que pudiera romper esa maldita puerta y finalmente poder salir de ahí. Quitaba y tiraba todo lo que estuviera a mi paso y no fuera de utilidad. Pero la puerta del sótano siendo abierta detuvo toda actividad en la que me encontraba.

Volteé, asustada, esperando ver a Chris bajar, con ese cuchillo con el que había atacado a mí hermano, pero, miré como él caída y rodaba por las escaleras, golpeó si cabeza fuertemente. Me quedé congelada de solamente verlo ahí tirado. No había más ruido, hubo un fuerte silencio después de que Chris cayera por las escaleras con múltiples pedazos de madera.

—¿Alek? -me atreví a preguntar, pero no hubo respuesta alguna- ¿Chris? -pero él tampoco respondió. Mi voz resonaba por todo el lugar. Caminé temerosa hasta el cuerpo de Chris, pero sus ojos estaban cerrados, y tenía... sangre.

—No, no, no, no... Alek.

Subí las escaleras, la puerta estaba rota, pasé por el agujero que tenía está. Caminé, la cocina estaba desordenada.

—¿Alek, estás ahí?

Pero tampoco hubo respuesta alguna. Di la vuelta, para ir a la sala de estar, seguía el rastro de sangre que había por el lugar... giré la cabeza y miré directamente, ahí estaba él

—¡Alek, no, no, no, mierda, no! -mis lágrimas bajaron, mi corazón latía cada vez más lento, sentía como mis oídos se tapaban, mi vista seguía fijada en el lugar en donde estaba mi hermano.

Alek, mi hermano, estaba en la pared, estaba con el cuchillo que había visto tomar a Chris, estaba clavado en su pecho, de su boca caía sangre, sus ojos se fijaron en los míos, trataba de decir algo, lo notaba, pues más sangre y saliva salía de su boca

—Alek... no, por favor.

Me llevé las manos a la boca, tratando de reprimir los sollozos que salían, pero era imposible de hacer, retrocedí un par de pasos cuando la cabeza de mi hermano cayó, sus manos también, había muerto frente a mis ojos, y yo no pude hacer nada para poder evitarlo. Retrocedí, hasta que choqué con la estufa... me dejé caer, mis ojos no podían dejar de ver el cadáver de mi hermano, era algo imposible de poder dejar de apreciar, estaba asustada.

Pero, tuve que reponerme rápidamente, pues mi vida aún peligraba, me pare el suelo a toda velocidad, me acerqué a la puerta rota que daba hacia el sótano, me asomé solamente para saber si Chris, mi esposo seguía ahí.

No.

Ya no estaba.

Había desaparecido.

Algo frío recorrió todo mi cuerpo al percatarme que el asesino de mi hermano, y de muchas personas más no estaba inconsciente donde yo creí que estaría. Tenía que salir de esa casa en ese momento.

Salí corriendo a la puerta principal, tomé el picaporte, logré abrir solo un poco la puerta, pero unas fuertes manos la cerraron haciendo eco en toda la casa.

Ahí estaba, parado frente a mí.

—¿Y tú a dónde crees que vas, cariño?

One Shots. (Steve Rogers/ Chris Evans)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora