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Mis ojos estaban cansados, me ardían de tanto estar frente al computador. Muy pronto sería la temporada de exámenes y yo estaba muy nerviosa, y hasta algo estresada.
—¡Amor, ya llegué! -escucho la voz de mi novio venir desde la puerta principal.
A los pocos minutos escucho como sus pasos se acercan hasta donde yo me encuentro. Deja unas bolsas con comida sobre la mesa. Se acerca y me besa tiernamente.
—¿Sigues pegada a esa computadora, cariño? -me abraza por detrás. Con sus manos recorre mi cuerpo hasta tomar mis manos entre las suyas.
—Ahg, sí, Stevie. Moriré de tanto estudiar, para los exámenes finales. Te juro que si no obtengo el doctorado me mato -él ríe, se levanta y deja un beso en mi cabeza.
Cierro la computadora y me dedico a ayudar al rubio a preparar la cena. Los dos cenamos entre risas, bromas y finalizamos con una sesión de besos cortos. Mi oji azul se va a dar una ducha, pues se ha quedado cansado después de sus combates y las largas prácticas. Yo me dedico a lavar los platos que utilizamos. Después de terminar voy a la recámara que comparto con Steve.
Estoy agotada, al entrar me encuentro con la bella imagen del hombre de mi vida profundamente dormido. Sonrió al verlo y me acerco cuidadosamente a dejar un beso sobre su frente.
Después de ponerme mi pijama, que básicamente solamente consiste en una camiseta negra de mi apuesto novio, me voy a la cocina a seguir con mis estudios. Al llegar suelto un suspiro y comienzo con lo mismo que estaba haciendo.
Comienzo a teclear sobre mi computador. No soy consciente de cuantas horas pasaron, pero mi vista cada vez está más y más cansada. Estoy a nada de terminar otra de las miles y miles de tareas que me han dejado. Una voz ronca me hace dar un brinco, levanto la vista y me encuentro con la tierna imagen de Rogers todo despeinado, y con sus ojitos cerrados, se está tallando uno con su mano izquierda.
—¿Amor? -me dice.
—Steve, cariño, lamento si te desperté. -camina y hasta estar a mi lado.
—Nena, ¿sabes la hora qué es? Están a nada de ser las dos de la mañana.
—Lo siento, mi amor. Pero estaba haciendo tarea. -regreso mi vista a la pantalla.
—Conozco una tarea que haces mejor. -de la nada cierra mi computadora. No me da tiempo a decir algo porque estampa sus labios en los míos.
Le sigo con gusto el beso. Cuando soy consciente de lo que está pasando, Steve me tiene cargada, mis piernas rodeando su cadera y sus manos me toman por mis pompis, el beso sigue y sigue aumentando. Muerde mi labio inferior y no soy capaz de contener un gemido. Sus manos amasaban mis pompis de una manera que me enloquece.
Siento como me deja con delicadeza sobre la cama, él sube encima mío, pero no deja caer todo su peso sobre mí. Sus labios dejan los míos y bajan hasta mi cuello, muerde y siento como succiona mi piel dejando seguramente marcas que más tarde se verán demasiado.
—Ah, Steve... sigue. -digo entre gemidos. Él solamente baja sus manos hasta toparse con el inicio de la camiseta que llevo.
—¿Ya te dije lo mucho que me pone verte solamente con mis camisas, conejita? -dice cerca de mi oído, de la nada siento como de una sola movida saca por completo su camisa, dejándome solamente en bragas. Siento como su pene comienza a ponerse duro, y Rogers al ver mis pechos desnudos suelta un suspiro caliente contra mi cuello.
Siento como baja una de sus manos hasta mi parte baja, comienza a masajear mientras muerde mi cuello y más y más gemidos comienzan a salir de mi boca. Mis caderas comienzan a moverse contra su mano, en un intento de sentir más placer.
De la nada aleja su mano de mi centro y dejo de sentir sus labios sobre mi cuello, abro los ojos de golpe, pero solamente veo el fuego en sus ojos. Steve se saca la camiseta dejando al descubierto sus pectorales y sus abdominales, muerdo mi labio, pero un jadeo logra escapar. Se levanta y saca el pans gris que tenía. Vuelve a encimar su cuerpo sobre el mío. Sus labios encuentran los míos directamente.
De la nada siento como su pene roza sobre mis bragas, haciendo embestidas falsas, otro gemido sale de mis labios.
—Cariño... por favor. -pido con lágrimas en los ojos, siento como mi humedad moja mis bragas.
Él baja las únicas prendas de ropa que nos separaban. Con su mano se ayuda y se coloca en mi entrada. Nuestros ojos se conectan, llevo mis manos hasta su rostro y lo acerco para besarlo, eso es lo que necesita para que se hunda en mí. Un gemido ronco salió de sus labios y eso me hace excitar aún más.
—Ah, _________. Mi conejita. -y sus embestidas comienzan con un ritmo suave, lento y tortuoso. Mis uñas se clavan en su espalda, eso lo incita a ir más rápido. Y eso hace, ahora sus penetraciones son más rudas, son más salvajes, mis gemidos son más fuertes, no logro abrir mis ojos y el placer que estoy sintiendo me sobrepasa de enorme manera.
De un momento a otro siento como sujeta mis manos con una de sus manos. Eso le ayuda a dar penetraciones más fuertes, pero luego comienza a bajar el ritmo.
—Mírame -su voz se escucha ronca y llena de lujuria-. Vamos amor, abre tus ojos.
Como puedo los abro y veo su perfecto rostro, hay placer en sus facciones. No sé de donde saco la fuerza y lo dejo abajo, ahora soy yo quien tiene el control y no parece molestarle.
—Oh, vamos conejita. Salta, salta, salta para papi.
Muevo mis caderas de una manera desenfrenada, mis ojos permanecen abiertos, pero ahora es el rubio quien los cierra, sus gemidos salen de su garganta y eso me hace ir más rápido. Sus manos toman mis pechos y los masajeaba, siento como mis paredes se contraen y Steve da una nalgada, eso fue una ayuda para mí. Ya que es entonces que me corro, me dejo caer sobre el pecho de mi novio, momentos después él también se corre.
Mi oído está escuchando su acelerado corazón, escucho atentamente su respiración agitada. Me levanto un poco y él sigue con sus ojos cerrados. Su cabello está pegado a sus finas facciones, debido al sudor, con cuidado quitó sus mechones y es entonces cuando él abre los ojos, dichos que conectan con los míos.
Me da una sonrisa, me giro y me deja a su lado. Él se voltea y me abraza, besa mi cabeza en repetidas ocasiones, lo abrazo y con mi mano comienzo a masajear su cabello, él también masajea mi espalda.
—Te amo, ________. ¿Si lo sabes, verdad? -lo veo directamente a los ojos y beso sus labios.
—Yo también te amo, cariño. Te amo más que a nada en el mundo.
Nos abrazamos y nos quedamos profundamente dormidos.