Chris Evans

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Labios carmines siendo lo primero que los orbes azulados admiraron en el rostro de esa hermosa castaña, seguido de sus redondas y grandes ventanas. Aquellas que según muchos juran, son las ventanas del alma.

Y que alma tan pura y bella notó el rubio al observar los canelas de la joven femenina. El corazón le empezó a golpear incontables veces, sabía lo que significaba. Lo sabía muy bien.

—Cariño, hola -el rubio enfocó su vista hasta la castaña de gran y calida sonrisa, no dudó en devolver el gesto.

—Hola, preciosa.

Se acercó hasta que sus labios se unieron en uno solo, compartiendo su amor mutuamente.

—Llegaste temprano.

—Tenía ganas de verlas.

—¿Es así? -el rubio asintió-. Bien, porque tú hija está arriba jugando con sus peluches, y tu hijo ha estado muy inquieto últimamente.

El mayor sonrió al ver el crecido vientre de su compañera. Se agachó hasta que su cara estuviese a la altura de dicho vientre. Delicadamente puso sus manos al rededor de la castaña, la miró rápidamente a los ojos, admirando el brillo que estos tenían.

—Hola, campeón -susurró con delicadeza. Las manos de la menor fueron hasta los dorados cabellos del actor, acariciando con delicadeza-. ¿Todo bien ahí adentro? Espero sí. Oye, te quiero pedir un favor, ¿bien? No te muevas muy brusco, lastimas a mami. Y cuándo haces esos, mami me golpea -un pequeño golpe a la cabeza del mayor llegó, éste en lugar de molestarse, soltó una pequeña risita-. ¿Lo ves? Ya empezó con la violencia.

—Oh -la castaña se quitó y volvió a retomar sus tareas incompletas-, tu hijo pensará que debo ser una mala madre.

—Pero no lo eres, solo eres mala esposa.

El trapo de cocina llegó rápidamente a la cara del masculino. La risa volvió a la boca de él. Caminó hasta llegar con su esposa y la rodeo con cuidado de no aplastar su crecido vientre. Dejando un sonoro beso sobre su mejilla sonrojada.

—Sabes que juego, amor. Eres la mejor esposa del mundo.

—Ja, ni creas que no sé lo que intenta, señor.

Caminó dejando a su esposo en la barra de la cocina.

—¿Qué dices? No estoy intentando nada.

—Las últimas veces que me dijiste que era la mejor esposa del mundo terminé embarazada.

Las pisadas se escucharon, seguido de una risita infantil y una voz dulce, frágil diciendo "papá" desesperadamente.

—Anya, querida, te he dicho que no corras escaleras abajo.

—Escucha a tu madre, princesa, no quiero que nada malo te pase, ¿de acuerdo? -la pequeña asintió y el rubio dejó un besito en su regordeta mejilla.

—¡¡CORTE!! -gritó el director, haciendo a Chris bajar de su nube. De su mundo perfecto-. Muy bien, todos han estado sensacionales, por hoy terminamos el cuarto capítulo, __________, puedes ir a que te quiten la panza falsa.

La castaña sonrió y se fue de ahí, caminando sin preocupación alguna para que le ayudaran a quitarse lo que tenía sobre su abdomen.

Chris miró como la niña que pocos momentos antes le dijo "papá" corria a los brazos del verdadero. Miró como la mujer de la cual él estaba enamorado caminar, para quitarle el vientre falso.

El hubiera dado lo que sea por tener la vida que su personaje tenía. Le encantaría formar una familia junto a esa hermosa mujer. Pero era imposible, pues ella ya estaba comprometida.

Había tardado mucho en tener claros sus sentimientos, y cuando finalmente supo que lo que sentía realmente por la bella femenina era amor, ella ya había puesto sus ojos y corazón en Sebastian Stan.

One Shots. (Steve Rogers/ Chris Evans)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora