Steve Rogers

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Regresando después de un largo y agotador día de trabajo. Sus pies caminaban rumbo a casa.

Rumbo a su hogar.

Su esposo estaba esperándola. Le había marcado momentos antes de que saliera del trabajo, recordando que debía de pasar al supermercado por unas cosas para la cena.

Miró el cielo nocturno, las estrellas estaban saliendo, unas brillaban con más intensidad que otras.

Estando frente a la puerta de aquella casa, se detuve unos segundos para disfrutar de aquella hermosa vista que tenía. Respiró hondo y el frío aire entró a sus pulmones, la sensación del frío recorrer su cuerpo la hizo sentir cosquillas en la boca del estómago.

La puerta se abrió, los ojos de la mujer se fueron a encontrar a ese par de zafiros que tenía el esposo en su rostro. Ahí estaba él, parado frente a ella, con su hermosa y perfecta sonrisa.

-¿Qué hacías, amor? -tomó su cintura entre sus manos, la acercó a él, sus labios impactaron contra los de la femenina. Correspondió el beso.

-Solo estaba pensando en lo afortunada que soy por tener a un hombre cómo tú en mi vida -respondió cuando se habían separado. Y ahora fue ella quién nuevamente unió sus bocas.

Después de besarse unos minutos entró a su casa. Dejando unas cosas sobre una pequeña mesa que estaba al lado se la puerta.

-¿Tienes hambre, cielito?

-Mmmmm, ¿por qué?

-Las niñas quisieron sorprenderte con una cena.

Sonrió al escuchar los susurros que dió el rubio. Arrugó la nariz un poco aún manteniéndo mi sonrisa. Steve Rogers jamás fue capaz de guardar una sorpresa.

Caminó a la cocina, ya ahí estaban las gemelas. Sus dos hermosas niñas.

Mei, la mayor, fue la primera en ver a su progenitora, codeo a su menor, Nera levantó la mirada hasta a la castaña. Ambas dejaron los cubiertos que tenían en sus manos.

-¡Sorpresa, mami! -gritaron las dos niñas al unisolo.

-¡Santo cielo, niñas! Pero que delicioso se ve todo esto -la mujer caminó hasta la mesa, donde todo estaba pulcramente bien acomodado-, ¿ustedes hicieron esto?

-¡Si! -griró alegremente la menor.

‐Papá nos contó que después de que se casaron, te hizo el desayuno.

-Que te había cocinado exactamente lo que pediste el día en que te propuso que te casaras con él.

-¿Ah, si? -la mirada de la femenina mayor se dirigió al marco de la entrada de la cocina, pues su esposo se encontraba recargado ahí con una enorme y feliz sonrisa en sus labios-, ¿Es verdad lo que dicen nuestras hijas, amor?

Caminó hasta que el rubio envolvió su cuerpo con sus fuertes brazos, Steve dejó en suave beso en los labios de su esposa, paseó su nariz por la mejilla de ella, y nuevamente volvió a besarla.

-Lo es.

__________ le sonrió, Steve alzó su mano y acarició lentamente el pómulo de su esposa.

-Te amo.

-Yo te amo más.

Para cuando regresaron su mirada a sus hijas, las pequeñas los miraban con una boba sonrisa en sus labios.

-Yo quiero que alguien me ame como papi ama a mami.

-Yo también quiero, Mei.

Las risas se podían escuchar por toda la casa, la femenina tapó su boca al escuchar las cosas que sus gemelas les contaban, Steve solo negaba con la cabeza, pero sin dejar de tener una sonrisa en los labios.

One Shots. (Steve Rogers/ Chris Evans)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora