31. Furia.

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Max White

Diversión...

Una palabra bastante curiosa que siempre me ha gustado. Las personas normales se divierten de muchas maneras, pero no tienen ni idea de lo que es realmente la diversión.

Recuerdo la primera vez que pude decir que me había divertido, yo estaba en el instituto y ella en la Universidad. Era la mujer más hermosa que había visto en toda mi vida, su cabello era negro y siempre lo llevaba en una coleta, sus ojos eran azules, tiernos y muy cálidos, tenía unos labios carnosos y húmedos que me robaban suspiros y su cuerpo, era una diosa.

Por supuesto que una chica así no se iba a fijar en un niño como yo, pero conseguí acercarme a ella, seducirla y terminamos teniendo relaciones, pero al día siguiente conoció a un chico que en poco tiempo se convirtió en su novio. ¿No veía que yo era mejor que ese estúpido jugador de football?

Todas los días me quedaba hasta tarde en la escuela y los observaba a lo lejos caminar juntos de la mano, cada vez que él se acercaba a besarla, a susurrarle algo al oído algo en mí se encendía, yo no la amaba, pero ella era mía y de nadie más.

Esperé unos días más y la acorralé en una esquina de la escuela, me dijo que yo estaba loco y que lo amaba a él, eso fue lo que bastó para que decidiera divertirme un poco, y ella me iba a ayudar sin siquiera saberlo.

Una tarde seduje a su hermana y me contó dónde se encontraban sin dudarlo. No voy a negar que me sorprendió lo fácil que abrió la boca, no debías de querer mucho a tu hermana, ¿verdad? Me dirigí al lugar que me había dicho la chica y entré. Era una casa vieja y abandonada alejada de la ciudad, no había más casas como esta alrededor, solo oscuridad.

En otras palabras, era la zona perfecta para jugar con esas ratas.

Subí las escaleras de la casa y un escalón crujió, pero los gemidos que ella emitía eran tan altos que no lo escucharon. Llegué a la puerta de la habitación y la abrí ligeramente, ahí los vi, en pleno acto. ¿Se divertían sin mí? No, no, eso no era justo, ¿verdad?

Entré en la habitación haciendo un sonido estruendoso con la puerta y ambos voltearon a verme horrorizados. La chica que había iniciado todo se cubrió rápidamente con una sábana y me miró con los ojos queriéndose salir de su lugar.

—Max, baja el arma— me suplicó ella, pero yo me reí.

—¿No te gustan los juegos?— pregunté.

—Oye, amigo, no sé qué...

—¡No me llames amigo!— le grité y él brincó del susto.

Aburrido.

Apunté con la pistola a la chica que me había rechazado y una sonrisa perversa se formó en mi rostro, en un rápido movimiento apunté al chico y disparé, cayendo su cuerpo al suelo. Un charco de sangre comenzó a formarse mientras ella lloraba a su lado desconsoladamente.

Aburrido.

¿Cómo podía mejorar eso?

Me acerqué a ella y suplicó que no la matase, pero eso solo provocó que yo me molestase. ¿Por qué los humanos son tan patéticos? Me agaché y quedé a la altura de ella, la miré a los ojos y lágrimas brotaron por estos, mi mano acarició su mejilla y se estremeció ante mi tacto. Me levanté del suelo y le lancé la pistola, ella me miró anonadada y yo sonreí.

—¿Qué mejor venganza que matar al chico que asesinó a tu querido novio?— me reí—, pero solo puedes disparar una vez, así que apunta bien.

Ella me miró como si estuviese loco, pero no dudó y apretó el gatillo.

Patético.

Su bala atravesó mi hombro, pero ignoré el dolor, ella me apuntó nuevamente con el arma y sus manos empezaron a temblar, cerré los ojos esperando a que disparase, sentí el sonido de un disparo, pero no el dolor de este, así que abrí mis ojos.

Amor Apocalyptico [✔] +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora