25. Regla número uno.

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Max White

Todavía recuerdo la primera vez que la vi, era tan linda y tan rebelde a la vez que solo hizo que mi curiosidad hacia ella aumentara. Me fui acercando poco a poco, pero ella seguía desconfiando, siempre a la defensiva, no se daba cuenta que con eso solo lograba que la deseara más aún y eso me gustaba tanto.

Todas las mañanas la veía llegar al instituto con su hermana, cada una era diferente, pero solo ella llamaba mi atención. Sus labios, su pelo, su cuerpo, eran dignos de admiración, pero su personalidad cortante y esa mirada fría con la que me miraba fueron mi fruto prohibido, lo que me llevó a acercarme a ella.

No se molestaba en ocultar lo que sentía, si algo no le gustaba lo decía sin importarle los sentimientos de los demás, ella era como yo y siempre quise saber qué se sentía estar con alguien como yo.

—Hola— la saludé aquella vez en el patio de la escuela.

Ella me miró alzando una de sus cejas perfectamente formadas, y esa mirada hizo que todo mi interior se estremeciera, era simplemente perfecta. Suspiró y centró su atención en el dibujo que estaba haciendo ignorando mi presencia. Me senté a su lado y la observé en silencio.

Ella no decía ni una palabra, supongo que porque no estaba acostumbrada a ser el centro de atención, pero para mí, ella era mucho más que eso, ella era misterio puro, y tenía algo que no sabía explicar, pero me atraía de una forma sobrenatural.

—¿Ya te aburriste de acosarme o vas a seguir?

Ahí estaba otra vez su actitud cortante, lo que provocó que una sonrisa se formara en mi rostro.

—No te estoy acosando— le dije casual y ella siguió dibujando.

¿Por qué no me miraba? ¿Qué era lo que no querías que descubriera, guapa?
Tantas preguntas por responder y ella tan callada. ¡Ay, mi pequeña e intrigante chica! Si hubiese sabido lo que eso me hacía desearla, no hubiese intentado ocultarme nada, pero no me preocupó, porque tarde o temprano... iba a descubrirlo.

Karma Blame

Las personas están aterradas, todos en estado de alarma puro. Sonidos de sirenas se escuchan por todo el lugar, pero lo peor de todo es que nos están mirando a nosotros. ¿Por qué? Porque a mi lado se encuentra Hell Blame, conocido por ser impulsivo y el único hermano que se especializa en armas de fuego, y un poco más lejos, frente a nosotros, con un disparo en la cabeza, yace el cuerpo de la víctima...

Carlos González.

No sé qué ha pasado, pero algo me dice que esto solo nos causará problemas. Miro a mi alrededor y veo a Luna, quien está llorando en los brazos de su novio, es obvio, Carlos fue una parte importante de su vida a pesar de ser un idiota, y ver una escena así delante de tus ojos, nunca es fácil. Noto que alguien se acerca a nosotros y volteo a ver.

Zach empuja a mi hermano, pero Hell ni siquiera se mueve. En los ojos del mejor amigo de Evan se ve rabia pura. ¿En qué momento llegó? No lo vi en el baile. Zach levanta el puño para golpear a Hell, pero este último detiene el ataque con una mano sin siquiera esforzarse.

—Fuiste tú, ¿¡verdad!?— grita Zach y Hell mantiene una expresión neutral—.
¿¡Por qué lo hiciste!?

¿Él hizo esto? No, no. Hell no sería tan descuidado, lo conozco, si quisiera matar a alguien lo planearía todo bien y cuidadosamente. Aunque, por otro lado, Carlos y él pelearon hace poco y por mi culpa, para nadie es un secreto que cuando se trata de mí, mi hermano se vuelve completamente ciego.

Espera, espera ¿Estás sospechando de tu hermano? ¿En serio?

Aparto esos pensamientos de mi cabeza y contemplo en silencio la escena que tengo delante, Hell no parece tener ninguna expresión en su rostro, mientras que Zach está totalmente descontrolado. Carlos y él siempre han sido amigos, de hecho, Zach es el único en el grupo que de verdad lo consideraba un amigo, todos los demás lo veíamos como un idiota, pero no merecía morir.

Amor Apocalyptico [✔] +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora