Estaba sentada en un sillón pequeño que había al lado de la ventana, contemplando como el cielo se volvía gris y comenzaba a llover.
Después de que Liam me contará quién era esa tal Perrie, le pedí que me dejara sola, así podría pensar con claridad.
Llevo ya dos horas aquí sentada con una taza de chocolate caliente que Liam me había traído hace media hora y la cabeza me da vueltas. Demasiada información obtenida en tan solo un día. Pero tampoco es culpa de Liam, fui yo que le rogué que me contará.
Repasaba todas y cada una de las palabras que me dijo, esas palabras corrían por mi cabeza a una velocidad que me producía dolor de cabeza.
-¡Basta!- Grité sin darme cuenta y comencé a llorar. Soltaba sollozos bastante altos que ni siquiera pude darme cuenta de que Liam había subido a la habitación.
-¡Alex! ¿Por qué lloras cariño?- Me cogió y me tumbó en la cama con él debajo, me balanceaba y me susurraba que estuviera tranquila, que me calmara, cuando yo no podía parar de llorar.
Por más que intentará alejar esos.pensamientos que me atormentaban, no podía. Quería dejar de llorar porque me producía un dolor de cabeza mayor, pero no podía. Sinceramente, en ese momento quería morirme. Preguntas como "¿por qué yo? ¿Por qué tengo que sufrir así?" rondaban por mi cabeza.
Y sin dejar de llorar, volví, una vez más, a quedarme dormida en los brazos de Liam.Me desperté temprano, y baje a la cocina dejando a Liam sólo en la habitación. Desayune y volví a subir.para vestirme. Busque el portátil que Liam me regaló y busque que autobuses pasaban por aquí y me llevaban al establo.
Cuando ya averigüe que autobús tenía que coger, busque dinero en mi bolso y salí de la casa.
Camine hasta la parada y me senté en un banco para esperar el bus. Me puso los cascos y escuché música desde mi IPod.
A los diez minutos de espera, llegó el bus. Monté en el y me senté al final del bus al lado de la ventana.
Contemplaba el paisaje mientras seguía escuchando música. El camino se me hizo largo y cuando baje del bus, me alegré tanto que me puse a correr para llegar hasta la puerta del establo.
Entre y fui a buscar a Princesa. Coloqué la silla para montar y me subí en ella.
Cabalgue rápido, sintiendo como el viento quitaba mi pelo de detrás de mis orejas. No pensé en nada, sólo en mi cabalgando a Princesa. Me libere de todo y me sentí genial.
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No sé, pero te amo.-Novela.
RomanceHabía tenido a estas alturas de mi vida un cupo más que razonable de experiencias cercanas a la muerte, aunque desde luego no es algo a lo que pueda llegar a acostumbrarse. Parecía extrañamente inevitable el que sufriera otro nuevo enfrentamiento co...