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Vladimir

Creí haber escuchado mal, tal vez es parte de mi paranoia y mi miedo constante de perder a mi mujer.
Pero la duda se disipó cuando vi la cara de Roma,  estaba blanca como un papel y totalmente dura.
- ¿Qué has dicho Roma? - casi no pude articular esas palabras, mi mandíbula estaba tan apretada que me rompería los dientes.
- Iremos con Alec - retorcía sus manos, aunque quería mantenerse firme el cuerpo la traicionaba- solo nosotros.
- No, no - tome mi cabeza - no iras, no me importa que te despidan. Volverás conmigo.
- ¿Te escuchas? - ella está molesta, pero yo estoy furioso- iremos a trabajar, nada más. Como lo hacía en tus hoteles.
- Claro que me escucho, la que no escucha, no ve, ni se entera que esto lo hace a propósito eres tu! - no quería gritarle, odiaba pelear con ella, pero hijo de puta Alec, me estaba tocando los cojones - ni te das cuenta que solo quiere meterse en tus bragas. No le importa tu trabajo.
-¡ Vete! - me sobrepase , lo sé.
- Discúlpame- quise acercarme, pero ella retrocedió, aún me encontraba desnudo - no quise decir que tu trabajo no importa.
- Se lo que quisiste decir- estaba con sus bellos ojos vidriosos. Otra vez la hacía llorar por mi temperamento - solo vete, por favor.
- Mi amor por favor perdóname- me puse mi bóxer, ya que no podía seguir así, era muy incomodo discutir desnudo - confío en ti y en tu capacidad, eres la mejor en lo que haces. Solo ...
- ¿Que dirás? Que no confías en él, pero en mi si? - estaba de brazos cruzados- te recuerdo que soy mayorcita, se defenderme.
- Lo se, lo sé- no quise lastimarla - Me aterra perderte.
- No me perdiste con lo que hiciste- el miedo me cegaba y sacaba a flote mis peores temores.
- Si te perdí. Durante meses te perdí.
- Pero acá estoy,  amándote, aguantando tus celos y tus arranques. Iré a ese viaje - estaba molesta y terriblemente triste - y si de verdad has cambiado y me amas, no interferiras .
- No quiero perderte- la abrace , ella se mantuvo con los brazos cruzados - confío en ti, y aunque me muera porque vayas a ese viaje con ese mal nacido, no te haré problemas.
- Te amo Vladimir- eso me saco una mochila enorme de encima, no quiero que este mal conmigo- pero debes parar con estos arranques. Me asustan.
- Jamás te haría algo malo.
- No con intención, cuando pierdes el control me asusta. No quiero temer por tus reacciones.
- Lo siento - la abrace un poco más- no quiero que me temas. Te prometo que me controlare.
- Vamos a dormir, las peleas me agotan.
- Las peleas o las reconciliaciones? - ella golpeó juguetonamente mi brazo, tomé su mano y la coloque sobre mi corazón- es tuyo porque confío en ti plenamente.
- Te amo tanto Vladimir- es la sensación más abrumadora y calida sentirse amado, ser correspondido es el regalo más grande que nos puede dar la vida.
- Y yo te amo a ti, con cada fibra de mi cuerpo - le tome el rostro entre mis manos- jamás volveré a lastimarte.
Nos besamos cómo pocas veces lo hacíamos, por lo general somos más bien fogosos, pero este beso estaba tan lleno de amor que quise llorar.
La lleve a la cama y la acosté. Bese cada mejilla, sus párpados, su mentón, sus manos, quite su bata y bese cada centímetro de su piel, no quería pasión, quería amor, necesitaba que no olvidara lo que teníamos, que sintiera el amor y la devoción que tenía por ella, lo nuestro era eterno, mi amor por ella me había cambiado, cada segundo de mi vida giraba en torno a ella y me esforzaba por ser el hombre que  se merece.
- Jamás olvides que te amo - le dije mientras me sacaba el bóxer.
- Nunca lo olvidaré- ella toco mi rostro y por inercia cerré mis ojos,  su tacto era un bálsamo para mis demonios -  porque yo también  te amo.
Entre en ella despacio, disfrutando y sintiendo cada milímetro de nuestros cuerpo fusionandose,  suspiramos como si nos hubiesen tirado agua después de habernos quemado, ella era mía, yo era suyo, haría lo que fuera por esta mujer, si eso era no matar a su jefe lo haría, muy a mi pesar.
Hicimos el amor de forma lenta, mirándonos, sintiéndonos, diciéndonos cuantos nos amabamos, besándonos, el orgasmo fue diferente, las otras veces era todo muy caliente, se sentía como si quisiéramos marcar el cuerpo del otro, esta vez hubo una unión invisible, una conección más allá de lo corporal, lo sentí como si hubiésemos hecho un pacto mucho más fuerte e irrompible que el matrimonio.
Luego de hacer el amor estuvimos abrazados unos minutos, ella cayó rendida, yo antes de la pelea estaba cansado, ahora estaba desvelado. Miraba a Roma y no lo podía creer,  estaba conmigo otra vez, después de meses sufriendo, noches ahogado en alcohol y peleas con el que se cruzara, estaba con la única  mujer que ha hecho que quiera ser mejor.
Después de hacerle el amor supe que era el momento de pedirle que sea mi esposa, quiero unirme a ella de todas las formas posibles, civil, iglesia, tatuajes, rituales, como sea y donde sea. Estuve a punto de pedírselo, pero ella se merece una propuesta digna de un cuento, se que sería feliz con nada, pero no se merece menos que una reina, me ha aguantado demasiado, ha perdonando mis mierdas y mis mentiras, ella se merece todo y más. Mañana hablaría con sus amigos para que me ayuden a montar la propuesta, solo espero que su amiga no se oponga y la secuestre.
Me dormi feliz, algo había cambiado, lo sentía en el aire, en el cuerpo de Roma y en mi corazón.
Polo debe saber que me convertiré en el marido de Roma, seguramente se burlara de mi, porque ambos decíamos que nadie nos cazaria, que eramos libre y que solo teníamos mujeres de una noche. El primero en tragarse sus palabras fue mi amigo, obviamente no dejaba pasar oportunidad para molestarlo. Pero como dice él, la venganza es un plato que se come frío.
Yo seria su plato frío,  pero el plato más feliz del mundo.

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Tu me cambiasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora