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DESEOS DE QUE LA TIERRA ME TRAGUE

¿Saben qué sería lindo?, Que la tierra me tragase.

— ¿Qué tal te fue con los abuelos ayer? — preguntó Akira, tomando su café del desayuno mientras miraba en mi dirección desde el otro extremo de la mesa.

Ayer estuve donde mis padres, y justo cuando llegué tuve que irme al trabajo, y Akira no estaba porque salió a comprar un par de cosas, y cuando llegué, ella ya estaba dormida, así que no tiene idea del martirio que pasé ayer en aquella casa.

— pues... Obtuve el préstamo. — admití cabizbaja.

— ¡¿Enserio?! ¡Eso es genial!, ¿Vez? Te dije que accederían. — sus ojos brillaban, se veía realmente feliz, como si fuera a explotar en cualquier momento a causa de la euforia.

— nada en la vida es gratis, cariño. — tomé de mi café, y vi como la expresión de Akira se deformaba a una de preocupación.

— ¿Por qué lo dices?

— tendremos que ir a cenar con ellos todos los viernes. — y he aquí, queridos espectadores, la razón por la que pienso que sería lindo que la tierra me tragase de una vez.

— ¿Los viernes? — preguntó desilusionada. — por favor, son los viernes en las noches — dijo entristecida, y yo reí por lo bajo.

— lo dices como si los viernes en las noches hiciéramos algo con nuestras vidas.

— no me agrada la idea. — ignoró lo que dije.

— pues qué mal, porque tendrás que ir conmigo si quieres ir a la UA.

— ¿Sabes?... Ser héroe está sobrevalorado. — bromeó.

— ¿Y me lo dices a mí?

— perdón, lo olvidé. — dijo, levantando su plato y posilllo y llevándolos de nuevo a la cocina. Yo la miré confundida por un segundo, tratando de descifrar el mensaje, que en realidad sonaba bastante en serio. — olvidé que aún odias a los héroes.

— Akira, ya lo hemos discutido antes. Yo no odio a los héroes, solo no me agradan mucho. — me defendí, aunque en sí tampoco era mentira lo que estaba diciendo. — ¿Sabes?, Ayer te perdiste como mis padres me atacaban con eso de los héroes.

— lo imagino. — se volvió a sentar en la mesa justo frente a mí. — debió ser horrible.

— no tienes idea.

Nos quedamos un rato en silencio, hasta que ella se fue con la escusa de ir a ordenar su habitación, aunque eso no me extrañaría, ella es la única ordenada en esta casa. Eso, debo admitir, lo sacó de su papá.

Cuando terminé mi desayuno, la fui a buscar a su cuarto.

— tus abuelos me hicieron un cheque con el dinero suficiente para pagar todo este año, y hay plazo hasta el viernes para pagar, así que voy a ir a hacer esas vueltas de una vez. ¿Me acompañas?

— claro.

Y así, ambas nos fuimos de la casa rumbo al banco.

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A THOUSAND LOVE SONGS || Aizawa X Oc|| PAUSADA PIR EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora