Las lágrimas que no se lloran ¿esperan en pequeños lagos? ¿O serán ríos invisibles que corren hacia la tristeza?
(El libro de las preguntas, de Pablo Neruda)
«¿Por qué los árboles esconden el esplendor de sus raíces?»
—Porque a veces no es esplendor lo que esconden los árboles —dijo Lance, ante la pregunta de Gabriel—. A veces la raíz está podrida o seca y en cuanto salga a la vista, la falsa fortaleza del árbol se terminará y se vendrá abajo. Se secará completamente y no habrá más esplendor ni siquiera falso. El verde y la aparente vitalidad se irán, porque las raíces no eran tan fuertes ni capaces de luchar por todo ese ser débil y cansado...
—N-no... —Gabriel negó y tartamudeó, porque no entendía el por qué de la respuesta tan profunda a una pregunta aparentemente tan simple—, no entiendo...
El ceño de Lance estaba fruncido y se quedó en silencio un momento, como si no estuviera seguro de seguir adelante. Pero al final lo hizo: —Cuando era niño yo provoqué un accidente. El auto...el auto en que íbamos volcó y...p-perdí la vista —para Gabriel, era increíble su fortaleza al decir tan tranquilo algo así de fuerte_. Y, aunque no lo supe hasta mucho después cuando mamá me lo gritó en un ataque de histeria, mi padre murió ahí mismo.
Gabriel miró horrorizado las lágrimas de Lance, mientras tras sus ojos las suyas luchaban por salir. Uno no puede escuchar palabras así y no sentir que el dolor y el llanto se contagian. Sus labios temblaron y tuvo que morderse el inferior para controlarse. No podía ponerse él a llorar también, cuando lo que Lance necesitaba ahora mismo era apoyo.
Miró sus manos, que también temblaban, maldita sea, antes de volverse de nuevo hacia él. Había un nudo en su garganta y tuvo que intentarlo dos veces antes de que su voz saliera: —Y-yo... Yo... Ah... Agh... Lo siento, no sé qué decir, yo... Soy un idiota... —lo miró completamente sorprendido cuando una risita de Lance lo interrumpió. Una risa rota, llena de lágrimas y de sonidos entrecortados.
Gabriel nunca creyó que un corazón roto fuera audible, pero escuchando a Lance llorar le quedó claro que lo era. Porque podía escuchar el suyo. El corazón roto de Lance.
Lance sorbió y limpio su nariz, húmeda y roja, con el dorso de una de sus manos. Su sonrisa torcida de lado. —No hay nada qué decir. Maté a mi padre, mi madre me odia desde entonces y el abuelo, el único que me quería, murió. Por eso estoy a-aquí... —su voz volvió a romperse mientras señalaba a su alrededor con ambas manos, tratando de abarcar la habitación. Sus labios temblaron y se deformaron en una mueca justo antes de que un llanto realmente incontrolable comenzara.
No. Gabriel odiaba esto. Él no era bueno en esto. ¿Por qué le pasaban estás cosas a él?
Maldijo mientras limpiaba sus propias mejillas, porque sí, era débil y ya estaba llorando también.
Y entonces fue a abrazarlo. Aprovechando que sus brazos estaban abiertos, se metió entre ellos y lo apretó con los suyos, esperando que a Lance no le molestara. Definitivamente no lo hizo, porque después de un momento de tensión él también lo apretó, con demasiada fuerza mientras lloraba en su hombro. Y los sonidos eran desgarradores, más del niño que había vivido todo eso que del joven que lo estaba contando.
Gabriel también lo apretó. Ahora mismo no importaba si casi no lo conocía. —Lo siento. Sé que no soy de mucha ayuda, pero, Lance, sea lo que sea que haya pasado, no es tu culpa. Nada de eso fue tu culpa.
* * * * *
Lance volvió a reírse. No entendía por qué se reía mientras contaba y recordaba su maldita vida llena de miseria. Pero no podía evitarlo. Las lágrimas calientes en tus mejillas, el nudo en su garganta y la horrible opresión en su corazón no hacían nada para evitar las risas histéricas.
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Amor en Braille (Gay)
RomanceÉl no puede ver; mi trabajo -castigo- era leerle. La ironía es que fue precisamente él quien me hizo ver a mí. Yo había sido un ciego toda mi vida, sin ver lo realmente importante. Con el tiempo aprendí que era él quien me leía a mí, que realmente p...