XXIV. AMOR Y AMISTAD

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Cumplidos los cien años, el individuo puede prescindir del amor y de la amistad.
(“Utopía de un hombre que está cansado”, de Jorge Luis Borges)





«¿Por qué estás enojado conmigo?»

Will sintió su ceño fruncirse y el pecho apretado cuando vio a Lance morder su labio inferior –como si se hubiera arrepentido de lo que había dicho, como si las palabras hubieran salido sin su permiso– y bajar su rostro, para luego juguetear nervioso con sus manos.

—No estoy enojado contigo, Lance —un suspiro se le escapó. ¿Cómo le explicaba lo que le estaba pasando, si ni siquiera él se entendía?

¿Cómo decirle que mientras que el “Te amo” de Joseph, su prometido y el amor de su vida, no le provocó nada, simplemente tomarlo a él de la mano lo volvió un poquito loco?

¿Cómo explicarle que prefería no verlo demasiado porque un simple gesto suyo destruía su resolución y se moría por estrecharlo en sus brazos y consolarlo?

Y es que un año pasó y a veces Will sentía que hubiera sido un sueño, porque no podía creer que no recordara casi nada. No era posible que, incluso sumido en el dolor de su pérdida, hubiera olvidado casi todo. ¿Cómo puede ser que la niebla que no le permitía ver el mundo real se hubiera disipado hace sólo unas semanas, cuando conoció a Lance?

Había retazos de recuerdos –fiestas, luces, alcohol, música a todo volumen, la vibración en su cuerpo, alcohol, gritos, cuerpos chocando unos contra otros, risas, alcohol...–, pero incluso el accidente de auto que lo había traído hasta aquí no era tan claro, eran imágenes difusas. Aun sobre Joseph, que había estado con él todos estos meses, no tenía muchos recuerdos. ¡¿Cómo era posible?!

Nada de esto tenía sentido y la cabeza empezó a dolerle por pensar en ello. Quizá no debería esforzarse tanto. Era un alcohólico y punto, Joseph siempre se lo decía. Que olvidaba cosas, también se lo había dicho...como cuando, recientemente, le hizo un regalo y resulta que ese maldito Código penal nunca estuvo en la casa. Era alguien enfermo y débil, no había mucho que cuestionarse al respecto.

Y sobre Lance... Alzó la mirada y se encontró con el frágil y delgado cuerpo de Lance encorvado, como si quisiera hacerse todavía más pequeño. Más invisible. Y la cuestión es, que incluso si Lance no podía saberlo, era imposible no verlo. No cuando ya lo has hecho de verdad. No puedes ver a ese chico hermoso y sincero y después apartar la mirada.

«Azul».

Quizá su madre le había mandado una estrella, su estrella, a su manera. Tal vez Lance era un regalo del cielo.

—No estoy enojado contigo, Azul —y aunque ni siquiera él se entendía, se encontró sonriendo. Más aún cuando el rostro de Lance de levantó, las mejillas sonrosadas y un sonrisa luchando al intentar ser contenida.



* * * * *


L

ance volvió a morder su labio inferior. Primero aquellas palabras traidoras y luego esta sonrisa tonta. Ni siquiera debería sonreír, tendría que estar enojado porque Will estaba usando su apodo, ese que sólo el abuelo tenía permitido. Y aun así, su voz fue horriblemente esperanzadora y llena de ilusión cuando pregunto “¿De verdad?”.

Will se rio, sonaba cansado y confundido. Y hubo un quejido bajo cuando se escuchó movimiento de su parte. —Sí, de verdad —y la revolución en su estómago no debería estar sucediendo sólo por tres palabras de un chico que había conocido hace menos de tres semanas y que tenía planeado simplemente hacer enojar para que se fuera como todos los demás.

Amor en Braille (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora