Nota: Lean absolutamente todo, es muy importante cada parte del capítulo, incluso las de Joseph. Es bastante largo y fue difícil escribirlo, por favor realmente dejen comentarios aunque sea duro leerlo, para sentir que realmente valió la pena cada lágrima y el esfuerzo. Es triste escribir capítulos así y que no haya reacciones 🥺
* ~ * ~ *
—Aku cinta kamu —dijo Magnus en voz baja.
—¿Qué quiere decir?
Magnus se soltó del abrazo de Alec.
—Quiere decir que te amo. Pero eso no cambia nada.
(Ciudad de las almas perdidas, de Cassandra Clare)
La madre de Sarah se asomó, sonriente, por la puerta de la habitación de Aidan. Su sonrisa se esfumó cuando vio a su hija sola... Bueno, no sola. Y quizá eso fue lo que la hizo fruncir el ceño.
—Sarah —su tono era frío.
Sarah cerró los ojos y suspiró, rogando por paciencia. La verdad es que ya había dejado de esperar el cariño de su madre. —Mamá.
—Mira, no sé qué está mal contigo, Sarah. Primero, llegas tarde, como si aquí no hubiera reglas... Esto no es un hotel. Ni hablar de que te trajeron unas desconocidas. Y ahora estás aquí, en la habitación de tu hermano, sin que él esté presente, sola —bajó la voz, claramente molesta— ¡con su novio! No puedo entender que no veas que esto está mal... —se interrumpió, con el ceño más fruncido que antes, cuando su hija empezó a reírse.
Y es que, qué gracioso, ¡pensaba que Aidan y Will eran pareja!
Además de molestarse porque Sarah estuviera con el supuesto novio de su hermano, pero no cuestionaba que dicho "novio" drogado estuviera aquí desde anoche.
—Mamá... —empezó Sarah, cansada.
—¡Nada de mamá! Sarah, ya no eres una niña. No puedo entender que sigas siendo tan egoísta. Tu hermano necesita todo nuestro amor y nuestro apoyo y tú, como siempre, sólo tratando de llamar la atención. No puedes estar aquí sola con el novio de Aidan.
Sarah resopló, molesta. —Mamá, en primer lugar, Will no es nada de Art. Y en segundo, ¡soy lesbiana, mamá! O, al menos, no heterosexual...
Su madre gruñó, una sola vez. —Sarah, sólo estás confundida, es una etapa o una de tus artimañas para ser el centro de atención. Déjate de excusas y sal de aquí, por favor.
Sarah se levantó de su silla, furiosa. —¿Es una etapa? ¿Estoy sólo "confundida"? ¿De verdad, mamá? Porque nunca he escuchado que le digas algo así a mi hermano. Su etapa de confusión ya duró mucho, ¿no? —apenas había dicho la última palabra cuando la mano de su mamá se estrelló contra su mejilla, en una dura bofetada.
Sarah se llevó la mano a la mejilla, sintiéndola caliente, pero no tanto como las lágrimas no derramadas que ardían en sus ojos. Escuchó, sin verla, las palabras de su madre: —Sólo te faltaba ser una homofóbica. Tu hermano no ha mentido, a diferencia tuya que de un día para otro mágicamente dices ser gay también. Él desde pequeño lo ha sabido. Nunca lo ocultó ni lo hizo sólo por ser "diferente". Harías bien en entender la importancia de esto.
Sarah se limpió furiosa la primera lágrima que cayó y la miró directamente a los ojos mientras respondía: —Salir del closet, o simplemente saber que eres gay o cualquier cosa diferente a heterosexual, no es algo que tenga edad. No viene con fecha de caducidad, mamá. Yo, a mis diecisiete años, dándome cuenta que me gusta una chica, no soy menos válida sólo porque mi hermano lo notó en él desde el preescolar. No es una etapa, no estoy confundida y no estoy tratando de llamar la atención o de ser "diferente". Soy diferente, todos lo somos. Harías bien en abrir los ojos y darte cuenta tú de cómo son tus hijos. Sí, en plural. Porque, aunque no te guste, tienes dos hijos. Y no tienes nada de qué preocuparte. Nunca le quitaría un novio a mi hermano. Primero, porque tiene pésimo gusto. Segundo, porque tengo novia. Y, por último, porque este es William —terminó con una mueca de disgusto. No tanto por Will, sino por toda la situación.
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Amor en Braille (Gay)
RomansaÉl no puede ver; mi trabajo -castigo- era leerle. La ironía es que fue precisamente él quien me hizo ver a mí. Yo había sido un ciego toda mi vida, sin ver lo realmente importante. Con el tiempo aprendí que era él quien me leía a mí, que realmente p...