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Salía de mi tercera clase del día cuando un olor a vainilla inundó mis fosas nasales.

"Mate", gritó mi loba removiéndose inquieta en mi interior.

Agradecía internamente el no ser como cualquier otra loba y poder controlar parte de mis instintos.

Tratando de parecer normal, caminé apresurada siguiendo ese increíble olor.

Estaba en el aparcamiento cuando lo vi.

Era un chico rubio de ojos esmeraldas, se veía exquisito.

"¡Márcalo!¡Márcalo"

Sentía mi respiración errática acompañada de un leve pinchazo en el interior de mi labio ocasionado por la ansiedad de mis colmillos por salir.

Intenté apartar la mirada siendo consciente como de a poco perdía el control. Casi lo lograba cuando de repente el chico levanto su mirada.

Pero eso no fue todo, un segundo después me sonrió al notar mis ojos sobre él. Sin contenerme di un paso en su dirección dispuesta a cumplir los pedidos de mi loba.  

Es hermoso, nuestro mate es en verdad...un momento.

Me calmé al recibir cierta esencia en él; era humano.

"¡Que importa! ¡Márcalo!¡Es nuestro!"

Menee mi cabeza y sin echar un último vistazo me eche a correr hacia el baño más cercano tratando de alejarme de su delicioso aroma.

Enseguida me encerré en un cubículo sintiendo a mi loba arañarme por dentro.

Solté algunos gruñidos intentando calmar mi ansiedad por marcarlo.

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Me encontraba en mi departamento pensando mi siguiente movimiento.

Cuando el olor finalmente se hizo menos intenso, salí hacia el estacionamiento y me subí a mi auto.

"¡¿Por qué lo dejaste ir?!", soltaba mi loba molesta.

-Es humano Akira, ¿Cómo diablos le explicaríamos después nuestra situación si primero lo mordíamos? 

"Pero es nuestro", lloriqueaba, "quiero a nuestro mate".

Suspiré tomando mi cabeza intentando no prestarle atención.

Había vivido casi toda mi vida con mis madres y entre las manadas, nunca hablé con un humano, ni siquiera hoy en mis clases. No sabía cómo tratarlos, tampoco tenía idea por dónde empezar con respecto a esto.

Después de muchos pensamientos, decidí que lo tomaría con calma. Intentaría aprovechar cualquier oportunidad para acercarme a él, por supuesto para que me conozca ya que ahora yo estaba más que dispuesta a pasar el resto de mi vida a su lado.

Mate, alma gemela, compañero de vida, tua cantante, tenía tantos nombres. Ellos o ellas eran el complemento de cualquier ser sobrenatural.

Nosotros-todo aquel que no era humano- poseíamos distintas maldiciones dependiendo de nuestra raza. Los vampiros vivían eternamente y dependían de la sangre más que cualquier otra cosa; los demonios no pensaban en nada bueno, su alma estaba completamente contaminada, vivían de la maldad y se aprovechaban de cualquier debilidad, era su naturaleza; nosotros los lobos, estábamos condenados a transformarnos en bestias, y aunque éramos lo más cercano a un humano, teníamos que sobrellevar todo lo que una bestia traía consigo.

El mate era la bendición para cada ser sobrenatural. Es nuestro complemento, un ser que disminuye los sufrimientos de nuestras maldiciones, alguien hecho a la medida para uno mismo.

"Lo quiero", ronroneaba Akira.

-Tranquila Akira, será nuestro-inevitablemente sonreí recordando su increíble imagen y su delicioso aroma avainillado. 

Rogaba mantener a mi loba a raya para que no le saltara encima.

Si bien era una Alfa poderosa, no era completamente inmune a mis instintos, y los instintos de un Alfa eran los más fuertes entre los lobos.

ErahiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora