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Matthew

Cerré la puerta de mi habitación y me acerqué a mi cama para sentarme.

Sonreí al recordar la mañana que tuve en casa de Erahia luego de haber arreglado todo anoche. Si cada pelea iba a tener esa reconciliación entonces deberíamos pelear más seguido.

Parpadee entrando en cuenta de que de forma inconscientemente estaba tocando la marca de Erahia en mi cuello. Sorpresivamente ya había cicatrizado por completo, aunque la zona se sentía extraña cuando la tocaba. Era extraño de explicar, pero era lo que me hacía consciente de la conexión con mi loba.

Mi loba...sonaba tan bien llamarla mía; tal vez era el vínculo lo que hacía que tuviese este tipo de instintos posesivos, pero que me parta un rayo si no me sentía como si estuviese en el mismo cielo.

Moví mi cabeza despabilándome.

En unos minutos deberíamos ir con Erahia hacia la manada de Joshua para pedir la aprobación del Alfa en mi transformación. Por lo que me había explicado, el Alfa de la zona era el encargado de estos casos ya que el humano debía asegurar frente algunos testigos que lo hacía por propia decisión y no porque fuese obligado por nadie.

En conclusión, debía apresurarme.

Saqué mi celular del bolsillo de mi pantalón y apreté el botón de llamar cuando encontré el número que necesitaba.

-¿Hola?

-¡Bonito!

Alejé el aparato unos segundos mientras los gritos provenientes de tres voces se calmaban

-¿Cómo has estado cariño?

-Bien, anoche el problema con Erahia se solucionó.

Se podría decir que había cumplido con mi promesa de haberlas mantenido informadas con respecto a nuestra relación, por supuesto no había sido muy detallista al respecto, pero sabían lo esencial.

-Nos alegramos de escuchar eso, aunque Erahia ya nos llamó hace unos minutos.

Fruncí mi ceño al escucharla.

-¡Fidelia!¡Es la privacidad de nuestra hija!

-Oh cállate Minerva, de todas formas iba a enterarse.

-¿De qué hablan?-las corté antes de que comenzaran otras de sus peleas, en el poco tiempo que las conocía sabía que si las dejaba a su merced la conversación iba a durar horas.

-Erahia nos pidió que estuviésemos presentes para tu transformación.

-Nos encargaremos de darte primeros auxilios en caso de que algo salga mal.

-Seguro estás sonriendo ahora rufián-abrí mis ojos como platos, lo había hecho sin pensar, pero sabía que era porque me sentía cuidado por mi lobita-¿Ya lo hicieron?

-¡Isara!-gritaron las dos.

-¡¿Qué?! ¡No me digan que ustedes no tenían curiosidad!

-Deberías ser más sutil metiche.

-Pude haberle preguntado si ya la había follado, pero ¡No lo hice!

-¡Eres una vieja verde!

Suspiré tomando mi frente mientras las escuchaba pelear del otro lado de la línea. A esto me refería exactamente.

-En realidad, les hablaba porque yo también quería pedirles un favor.

De un momento a otro la línea había quedado en completo silencio, por lo que les expliqué parte de nuestra conversación de anoche.

ErahiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora