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-Siéntense por favor.

Nos indicó con su mano los dos asientos que se encontraban en frente de su escritorio.

-Me alegra verlos juntos-dijo sonriendo cálido.

El tener a su Luna en cinta lo había hecho más paternal.

-Y planeo que siga así por mucho tiempo-dije mirando a mi mate el cual me devolvió la mirada sonriente-pero, ¿de qué quería hablarme Alfa?

-Es sobre el viaje a las manadas-de reojo observé a Matt poniéndose tenso-ha pasado mucho tiempo desde tu última visita y los líderes quieren saber cuándo irás.

Lo había olvidado. Hacía días que no viajaba, pero eso no fue lo que me sorprendió, sino el hecho de que después de años en esto, nunca lo recordé desde que Matt cayó inconsciente.

-Alfa-llamo nuestra atención mi mate-¿puedo ir yo también a proteger a la manada?

Abrí mis ojos como platos observándolo desorientada, pero esta vez no me devolvió la mirada; sus ojos permanecieron fijos en el líder.

-¿Qué haces?

Al escucharme se volteó hacia mí.

-Ya soy un lobo, no puedes negarme ir contigo para acompañarte.

-Aun así, te falta entrenamiento-dije frunciendo el ceño-no estás completamente preparado para una pelea real y la universidad....

-Puedo pedir los permisos que tu pediste-me interrumpió-y ya conociste a Ragna-dijo sonriendo burlón al nombrar a su lobo-una pelea no será nada para nosotros.

-Pero...

-Dijiste que somos un equipo-estiro su brazo tomando mi mano que se encontraba sobre el posabrazos de la silla-no volveré a dejarte ir sola-hablo serio antes de girarse hacia el Alfa-claro, solo si las manadas lo permiten.

-Dos Alfas ofreciéndose para monitorear un territorio, no creo que habría problema-dijo el líder encogiéndose de hombros.

Apreté mis labios en una fina línea.

................

-¿No vas a hablarme?

Desde que habíamos salido de la casa del Alfa no le había dirigido la palabra, y tampoco pensaba hacerlo. Después de nuestra charla, el líder de la manada se ofreció a hablar con el Alfa del territorio al que iríamos la próxima semana.

Para mí tranquilidad no era un territorio en el que hubiesen ocurrido muchos ataques, ni siquiera recuerdo la última vez que tuvo uno; pero eso no quitaba el hecho de que mi querido mate había tomado esta decisión por sí mismo y yo no me había enterado de ella hasta el último momento.

Dirigí mi atención hacia el frente cuando observé como el auto entraba al estacionamiento del edificio.

-No te invité a entrar.

-Pensé que no ibas a dirigirme la palabra-dijo deteniendo el auto y antes de que pudiera replicar abrió la puerta y la cerró.

¿Él está molesto?, ¡yo debería ser la molesta!

"Nuestro Alfa se ve sexy enojado", ronroneó Akira.

Bufé enojada también saliendo del auto para dirigirme hacia el ascensor dónde el rubio se encontraba esperándome.

Como el camino desde la manada, el tramo hacia mi departamento fue en completo silencio.

Lo observé atónita abrir la puerta con su llave, esto era demasiado.

Desde que tuvo la entrada de mi casa en su poder, venía seguido; lo malo era que desde que se había transformado evadí el tema lo suficiente para que no viniera al departamento...de noche.

-Espera-dije tomando su muñeca para frenarlo, rápidamente la conocida corriente de nuestro vínculo me recorrió-¿Te quedarás a dormir?

Observé atentamente cómo se volteaba con una lenta sonrisa gatuna comenzando a surgir en su rostro.

-Claro, ¿Por qué?-se soltó de mi agarre girándose por completo-¿No debería?

Cerré de forma abrupta mi boca siendo consciente de los acelerados latidos en mi pecho y lo acalorada que me encontraba.

ErahiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora