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Habían pasado tres malditos días.

Los peores tres días de mi existencia en lo que mi mate no despertaba.

Todo fue de maravilla en la transformación; su lobo era de un hermoso color negro-igual que Akira-con unos bellos ojos verdes, de diferente tonalidad que los de Matt, pero igualmente hermosos.

Hasta ese momento todo fue bien.

En el último instante vi como mi mate perdía toda la fuerza de su cuerpo y de su mente quedando inconscientemente.

Sabía que era algo normal, pero mi corazón se había estrujado de tal forma que sentía morir. Por nuestra conexión sentí parte del dolor de Matt, y aunque solo fue una pequeña parte, dolió como el infierno. Les grité a mis madres que transfirieran su dolor hacia mi, que yo lo soportaría, pero el Alfa lo prohibido alegando que era algo necesario en la transformación. Si mi alma no hubiese estado agonizando estaba bastante segura que le hubiese saltado a la cabeza sin importarme que su Luna embarazada estuviese a su lado.

Acaricié la mano de Matt viéndolo sobre la maldita camilla en la que permanecía inconscientemente.

Cada día mis madres y los médicos de la manada venían a revisarlo, dijeron que todo estaba en orden, entonces ¿por qué mi alma no despertaba?

El ruido de unos toques en la puerta hicieron presencia para después darle paso a Joshua.

-Erahia, ve a ducharte, yo me encargo de Matt-dijo caminando a mi lado.

Hasta ayer me rehusaba a separarme de mi mate excepto cuando debía ir al baño, y hacía tres días que no tomaba una ducha porque sabía que me tomaría mucho tiempo, y no quería dejarlo. No iba a separarme de él.

-Vamos Alfa-me golpeó ligeramente con su cadera el brazo-tienes un baño aquí en la habitación, tomate unos minutos, prometo que no le pasará nada.

-¿Y si despierta y no estoy?

-Tranquila, si eso llega a pasar te llamaré de inmediato.

Apreté mis labios en una fina línea dedicándole una última mirada a mi mate y soltando a regañadientes su mano me puse de pie. No quise mirar atrás y me alejé rápidamente al baño.

Tomé la ducha más rápida de mi vida para después de unos minutos regresar apresurada a la habitación. Nisiquiera toqué la puerta cuendo llegué abriéndola de par en par con la esperanza en mi pecho, la cual fue apagada al instante al ver como Joshua meneaba la cabeza negando.

Suspiré desilucionada antes de acercarme a la silla a su lado.

-¿No ha pasado nada nuevo?-pregunte sentándome.

-No, pero-tomo mi hombro dedicándome una pequeña sonrisa-te prometo que tarde o temprano lo hará.

Todo había pasado demasiado rápido para asimilarlo; sentí una ráfaga de viento a mi lado provocada por un acelerado movimiento y de un momento a otro Joshua se encontraba contra la pared más cercana siendo sostenido del cuello.

-No te atrevas a tocarla-gruño el causante.

-¿Matt?-pregunte levantándome de la silla.

¡Mi mate había despertado!

Me alteré al escuchar los ruidos de dolor provenientes de mi amigo, el cual luchaba por soltar la mano de mi mate de su cuello. Pero eso no fue lo único que me sorprendió, Matt tenía su mandíbula apretada y sus ojos llameaban, sus bellos ojos verdes... aunque ahora se veían un poco diferentes a lo usual.

"Es su lobo", aclaró Akira.

Tragué saliva y me acerque con cuidado a su lado, conocía lo que los lobos podían llegar a hacer por su mate, sobretodo los recién transformados.

-Matt-dije llegando a su lado-Matt.

Lo volví a llamar pero esta vez coloqué mi mano en su mejilla acariciándola. Casi al instante Joshua cayó con un estruendo al suelo y un par de ojos de un verde intenso me observaron al mismo tiempo que lo sentía relajarse bajo mi toque.

-Matt-murmure sintiendo como las lágrimas comenzaban a aparecer.

Abrió sus ojos asustados e inmediatamente acunó mi rostro en sus manos al mismo tiempo que su cálido verde volvía a inundar su mirada. Parecía que no le iba a ser muy difícil controlar a su lobo.

-Erahia, mi amor-hablo con el ceño fruncido-¿Qué sucede?

Solté un pequeño sollozo y me lancé a sus brazos.

ErahiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora