Capítulo 28: Visitas

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*Capítulo 28: Visitas*

(SILVIA)

Acaricié la pantalla de mi móvil, y amplié la imagen, enfoqué el rostro de Nico en toda la pantalla y pasé los dedos sobre su rostro intentando sentir su tibia piel, un suspiro resignado salió de lo más profundo de mi garganta y murió en mis labios. Tres semanas... tres semanas sin ver a Nico... ¡Creo que moriré! No puedo seguir con esto, lo necesito demasiado. Y Iván también. Sólo hay que ver las patadas que pega por la noche. Justo cuando Nico le hacía sus caricias más duraderas.

Suspiré de nuevo y tiré el móvil a mi cama. El espejo de la habitación era el único que me mostraba tal y tan cuál soy. Una chica ni muy alta ni muy baja. De ojos castaños y una figura relativamente bonita a no ser por mi vientre abultadísimo de ocho meses. El pelo atado en una extraña coleta que dejaba pelo sueltos por los lados y una vestimenta cómoda. Unos shorts amarillos, unas sandalias marrones y una camiseta XXL de tirantes. Cero maquillaje, todo natural, nada artificial. Genial ¿no?

Rodé los ojos y me puse a mirar por la ventana de mi habitación. Ni siquiera se veía la acera de lo grande que era este terreno. Verdaderamente sigo sin entender si esta era nuestra "casa de campo", es decir, la que yo recuerdo de cuándo era pequeña, me parece muchísimo más grande y majestuosa, no sé, tal vez me equivoque pero tengo la sensación de que esto no era así en el pasado... ¡Qué más da! Es una casa preciosa ¿o debería decir mansión? Seguro que si Cris ve esto se queda tan o más alucinada que yo cuando llegué.

Vi una chica entrar en mis terrenos y abrí los ojos como platos ¿Cómo diantres había entrado a mi casa? Y lo peor ¿cómo es que el portero la ha dejado pasar? Bajé lo más rápido que pude y me puse en la ventana cercana a la puerta, retiré la cortina y miré hacia afuera, era una chica guapa, morena de pelo ondulado y ojos marrones. Por algún motivo me sonaba su cara pero no la asociaba con nada. Tocó a la puerta y dudé unos instantes, decidí abrir antes de que mi nana llegase a la puerta, dejé mi cuerpo detrás de la puerta y saqué la cabeza.

-¡Hola!-dijo la chica alegremente, alcé una ceja.

-Hola ¿Necesitas algo?

-Esto... bueno, tengo entendido que los dueños de esta casa, los Torres, han vuelto y me gustaría hablar con alguno de ellos ¿Es posible?-me miró fijamente y abrí los ojos como platos. ¿Hablar con nosotros? ¿Por qué y para qué? ¿Qué tiene que decir esta chica?

-Claro, pasa. Y cuéntame lo que tengas que decir-dije abriendo la puerta del todo y dando varios pasos atrás para que la morena pasase.

-¿Eh, tú?-dijo incrédula sin mirarme.

-Por supuesto, si quieres a una Torres, enfrente de ti tienes a una Torres Landa-dije con suficiencia, vamos ¿acaso estaba intentando decir que no parecía una Torres? ¿Acaso me está vacilando?

Me miró con los ojos muy abiertos y sonrió anchamente.

-Una Torres Landa....-susurró y se me echó encima, pero di un paso atrás para que no aplastara a Iván. La morena reparó en mi vientre y luego me miró aturdida-¿S-Silvia?

-Si...-la miré sin saber de qué diantres me conocía. Ella sonrió de nuevo, miró mi vientre tiernamente y me agarró de la mano.

-¿Dónde hay un sofá?

-Pues hacia la derecha ¿por qué...?-no me dejó terminar cuándo ya tiraba de mí, llegamos al enorme salón y nos sentamos en el sofá, aunque, pare ser sinceros, me gustaría mantener las distancias con esta tipa tan confianzuda... Se sentó a mi lado más pegada que una lapa, fruncí el ceño y ella, tras ver mi gesto se separó un poco.

Embarazada a los 16 (Editando...)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora