Capítulo 12: Primera consulta... ;Ese es... ¿mi bebé? (EDITADO)

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         —¡Nico!—grité desde la puerta del coche.

     ¡Maldita parsimonia de los hombres! ¡Me pone de los nervios!

     —Tranquila que el hospital no se va a mover de sitio—rió divertido.  

     Hice un puchero. No me hacía ninguna gracia. ¿Es que acaso él no estaba tan ansioso de ver al bebé como yo?

     —¿Cómo que tranquila? Si supieses las ganas que tengo de ver al bebé…—suspiré y  me senté en el asiento de copiloto.

     —¿Más ganas que yo? ¡Imposible! —sentenció con una sonrisa radiante mientras entraba al coche y cerraba la puerta. 

     Miré la hora y abrí los ojos como platos, las 10:10.

     —¿Has visto qué hora es? ¡Faltan 20 minutos y nosotros en casa! —grité alterada, mis nervios están de punta esta mañana y lo mejor es que Nico no me contradiga demasiado…

     —Mira, en 10, como mucho en  15 minutos estamos allí—me agarró de las manos-seguro que   llegamos antes que los chicos-me dio un beso en la mejilla y arrancó el coche.

     Estoy nerviosa. No era capaz de dejar de de mover las manos y mirar frenéticamente a todos lados. Un minuto. El paisaje me mareaba, tan distorsionado por la velocidad, que parecía un reflejo de un espejo. Cinco minutos. Cogí los cascos del móvil y comencé a escuchar música relajante intentando distraerme con algo. Me quité los cascos ¿A eso se le puede llamar música relajante? Diez minutos. Se veía ya el imponente edificio del hospital, sonreí anchamente, jamás me había producido esta sensación tan cálida el ir a un centro de salud, pero allí iba a ver a mi bebé por primera vez así que ahora mismo era el lugar más hermoso del mundo.

     Nico aparcó lo más cerca de la entrada posible y me abrió la puerta, salté a sus brazos.

      —¿Nerviosa?—me preguntó sonriente.

     —No sabes cuánto—respondí aligerando el paso hacia el hospital —¿Y cómo crees que será? ¿Se parecerá ya a un humano? ¿Se verán sus manitas?

     —No creo, me parece que es algo pronto pero no me hagas mucho caso…—musitó  dubitativo.

     —¡Oh…! Bueno ¡da igual! En algún momento podré verlo y seguro que para ese entonces ya sabré a quién de los dos se parece más—me reí.

     Nico alzó una ceja.

     —A mí, obviamente—dijo guiñándome un ojo, le di un golpecito suave en el pecho.

     —¡Ni lo sueñes! Yo soy su madre, y yo lo tengo en mi vientre así que se parecerá más a mí—le saqué la lengua—Con que tenga tus ojos me llega—bromeé.

     —Serás mala…—me dio  un beso en la mejilla y se sentó en la sala de espera, a mi lado.

     —No soy mala… soy realista. Es lo justo porque yo estoy pasando todo el “trabajo”.

     —¿Trabajo?—preguntó sorprendido.

     —Claro ¿a quién le va a crecer la barriga? A mí. ¿A quién le dan nauseas cada vez que come? A mí.  ¿Quién va a tener que soportar el dolor del parto? Yo. ¿Y qué haces tú? Nada. ¿Ves cómo tengo razón?—relaté mientras asentía de manera obvia, él frunció el ceño.

     — Si lo ves de ese modo…—se quedó en silencio un rato, con aire concentrado y cavilador—Sí, definitivamente, me gusta ser hombre—una enorme sonrisa le surcó el rostro. Rodé los ojos y Nico me abrazó—Mira ahí vienen los chicos.

Embarazada a los 16 (Editando...)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora