Capítulo 28

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Katherine’s POV:

Todos aquellos días que pasé en el local de Dante los pasé pensando en lo que había ocurrido. De noche tenía pesadillas de los acontecimientos, y de día les daba mil y una vueltas.

Podría haberme esperado cualquier cosa, menos ser un demonio. Aunque Dante no había dicho ni sí ni no a mi teoría, yo seguía pensando que sí lo era. De no ser así, ¿por qué me llamaría hermana aquel monstruo?

Unos cuantos días más pasaron desde aquello, y había otro tema que me atormentaba: ¿Nero o Dante? Gran pregunta con un lío aún más grande detrás.

Nero era tierno, ya no sentía resentimiento por lo que me había hecho, pero Dante tenía ese algo que siempre me llamó la atención, por muy idiota que fuera.

Aún así él logró cambiar, comprendió mis deseos de ayudarle en su empresa, así como aceptó que trabajase de nuevo aun con la amenaza demoníaca cernida sobre mi cabeza.

Y ni hablar de los besos salvajes y llenos de pasión y deseo. Eso era lo que diferenciaba al mayor del más joven sin duda alguna. Nero era delicado y atento, mientras que Dante era rudo y demandante con una escondida faceta de hombre protector dentro de él.

Tragué saliva mientras me ponía un café antes de salir al trabajo acompañada de Dante, quién se había convertido, por decirlo de algún modo, en mi guardaespaldas debido a que Nero estaba metido en otros asuntos con un nuevo caso demoníaco que manejaban entre ambos.

—¿Cómo va vuestra investigación? ¿Habéis descubierto algo? —Siempre que sacaba el tema, Dante se ponía algo tenso.

—Aún no, no tenemos muchas pistas para seguir, hasta el mejor sabueso estaría desorientado —explicó el albino, a lo que asentí.

—¿Y qué buscáis exactamente? —Alcé una ceja, curiosa.

—Ni nosotros lo sabemos aún —salió en un murmullo, pero logré escucharlo.

—Bueno, buena suerte en todo caso —siempre terminaba diciéndole lo mismo debido a su actitud esquiva.

Finalmente llegamos a la cafetería, ya llevaba una semana incorporada de nuevo, recuerdo que Linda estaba extremadamente preocupada debido a mi ausencia, y que me recibió con gran efusividad cuando regresé.

Tras dejarme allí, Dante se quedó un rato mientras tomaba su típica copa de nata con fresas, en total calma y serenidad. Algo tramaba, tanto él como Nero, pero los muy listos sabían ocultarme bien las cosas.

Cuando Dante se marchó me quedé mirándole hasta que desapareció de mi campo de visión, recibiendo un leve codazo de Linda que me devolvió a la realidad.

—Entonces estáis arreglados, ¿no? —Preguntó, sonriente.

—Más o menos, con todo esto de que he estado enferma nos hemos vuelto a unir en cierta manera —Dante ya me había dicho que no debía decir que me atacó un demonio, bajo ningún concepto.

—Ya veo… —Parecía pensativa. —¿Y tu relación con Nero? Recuerdo que hablamos del tema aquel día.

Suspiré, aún no lograba aclarar mi mente.

—En eso estoy más perdida que un pulpo en un garaje —agaché la cabeza.

Afortunadamente tuve que atender una mesa, dando por finalizada la conversación por el momento, realmente no me apetecía mucho hablar del tema, prefería evadirlo y mantener la cabeza medianamente calmada.

La jornada se me pasó rápido, era agradable trabajar en aquel local, por lo que las horas se me pasaban rápido. Tuve suerte de que Linda no volviera a sacar el tema, parece que comprendió que me estaba dando más de un quebradero de cabeza.

Para cuando llegó la hora de salir, Dante ya se encontraba fuera del local, esperándome para volver al suyo propio, la noche estaba empezando a caer.

Una vez que llegamos me di una ducha y me cambié de ropa a una más cómoda y abrigada, ya que estábamos ya a principios del invierno. No pasó mucho más durante el resto del día, Dante estuvo holgazaneando y yo ordené un poco su local, lo de siempre.

A la mañana siguiente, de camino al trabajo, Dante sacó el tema prohibido:

—¿Cómo va lo tuyo con el nene? —Suspiré al escucharle decir eso.

—Preferiría no hablar del tema, pero tu mismo estás viendo que tan fría y tensa está siendo nuestra relación últimamente —Dante asintió ligeramente. —No sé qué hacer, Dante. Me gustó lo que pasó aquel día aunque fuera nimio, pero de verdad que ya no sé qué hacer —en la cara del albino se podía ver fácilmente su asombro.

—Bueno, tendrás que aclararte sola, yo no quiero condicionarte a nada —tras un pequeño lapso de tiempo, habló de nuevo —: pero a mí también me gustó.

Le miré mal, entre divertida y enfadada, pero al ver su sonrisa supe que jamás podría enfadarme de nuevo con él. Había recuperado la fé y confianza en Dante, así como le volvía a ver atractivo. Me sentí mal al instante por Nero y agaché la cabeza, negando.

Finalmente llegamos a la cafetería y Dante se sentó y tomó lo de siempre mientras que yo trabajaba bajo su atenta mirada, sintiéndome nerviosa.

Los días fueron pasando, apenas veía a Nero por el tema de esa investigación que los albinos estaban llevando a cabo, solo pasaba tiempo con Dante. Cada vez las miradas se cruzaban más y los nervios aumentaban con ellas. Con cada día que pasaba con él, más fuerte se hacía la tensión sexual entre nosotros.

Finalmente, el tan fatídico día llegó: tocaba hablar con Nero. Estábamos en el Devil May Cry cuando él llegó con nuevas pesquisas para Dante. Cuando terminaron de hablar, le pedí un rato a solas.

—Nero, no sé ni cómo decirte esto, pero entre nosotros… todo se siente distinto desde hace unas cuantas semanas —estaba muy nerviosa, era obvio que la reacción del más joven no iba a ser buena.

Se quedó callado por unos instantes, observándome con una mirada que no logré descifrar.

Y entonces se derrumbó y explotó. Vi que su brazo demoníaco comenzaba a brillar, y todo pasó demasiado rápido para mis pobres sentidos humanos.

—¡¿En serio vas a volver a sus brazos?! —Su grito me estremeció, hizo temblar todo mi cuerpo.

—Nero, yo… —Tartamudeé mientras retrocedía, muerta de miedo por el destrozo que había causado en la habitación debido a esa explosión de energía azul celeste. —Lo siento… pero siempre ha sido él. Estuvo mal lo que hice, te usé solo porque separarme de él fue demasiado doloroso y duro de afrontar para mí.

—¿Eso he sido para ti? ¿Una mísera tirita? —Tenía el ceño fruncido mientras se acercaba hasta mí, brillante. Yo retrocedí hasta que mi espalda chocó contra la pared.

—Nero, de veras que lo siento. Has sido un muy buen amigo, de veras. Y también un gran novio, en serio —Intenté calmar la herida que mis palabras habían abierto.

Pero el daño ya estaba hecho.

Fuera, en la oscuridad de la noche, un relámpago explotó, como reaccionando al enfado de Nero. Y tras él, una lluvia torrencial, de golpe, como la explosión azul de la habitación, de verdad que todo parecía causado por el albino.

—No digas más, por favor —me calló, alzando una mano. —Si tan buen novio he sido, no me estarías diciendo esto, ambos lo sabemos —una respiración pesada, dándose la vuelta al verme aterrorizada contra las cuerdas.

Sin decir nada más, Nero abandonó la habitación, y yo solté el aire que sin darme cuenta había estado reteniendo. La habitación estaba hecha un desastre total, esa explosión de energía azul la había dejado así, pero no entendía por qué a mi no me hizo nada, pensé que volaría por los aires o vaya a saber Dios qué me podría haber pasado.

Dante vino cuando supuse que Nero había salido del local, me encontró en shock, sintiéndome culpable y aterrorizada por lo que acababa de presenciar. Solo atiné a aferrarme a Dante fuertemente cuando me acogió entre sus brazos, rompiendo a llorar instantes después.

El Paraíso de Dante {Devil May Cry}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora