Capítulo 13

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Anteriormente, en "El paraíso de Dante":
—Son huérfanos —aquello me hiela la sangre. —Hubo un incidente en Fortuna, y el orfanato de la Orden de la Espada quedó destrozado... Como la propia Orden —ríe.

La verdad es que no tengo ni idea de a qué se refiere Nero con todo eso, pero lo que sí sé es que esos niños me dan mucha pena, ya que siento que están en mi misma situación y de lo único en que se diferencian de mí es que ellos sí se acuerdan de su pasado.

—¿La Orden de la Espada? —Pregunto, la verdad es que me pica la curiosidad después de escuchar a Nero decir que quedó destrozada.

Capítulo 13:

—Eran como una secta —escupe Nero. —Una sociedad sucia y pútrida de gente "religiosa" —dice haciendo comillas. —Veneraban a Sparda, el padre de Dante y Vergil. Pero lo que querían realmente era convertirse en supuestos "ángeles" —de nuevo comillas. — Esos bastardos...

—¿Y qué fue lo que pasó? Has dicho que quedó destrozada hace un momento —presiono, la verdad es que quiero saber qué pasó.

—Pasó que Dante y yo nos encargamos de joderla —ríe. —Desbaratamos todos sus planes, y la verdad es que salvamos al mundo. Eso sí, la ciudad quedó un poco mal parada con todo lo que pasó.

—Y de ahí que el orfanato de la Orden se fuera a pique, ¿verdad? —Deduzco.

Jackpot! —al darse cuenta de que ha sonado como Dante, Nero abre los ojos como platos y se tapa la boca con las manos mientras yo me río de él. —No tiene gracia —masculla.

—¡Porque lo digas tú! —Exclamo sin parar de reír, sintiendo como poco a poco comienza a dolerme el estómago por las carcajadas.

Nero aparta la mirada un poco sonrojado, la verdad es que se ve muy tierno de esa forma.

—¿No íbamos a hablar de lo que te ha pasado con Dante? —Dice entre dientes, harto de que me ría de él.

—Supongo —le digo quitando una lágrima que se me había escapado por la risa.

—Katie, antes de empezar a debatir el asunto quiero que sepas que respeto totalmente tu postura, pero te pido que intentes comprender la mía, ¿de acuerdo?

—No te prometo nada —respondo encogiéndome de hombros, pienso aferrarme con uñas y dientes a mi forma de pensar.

Nero niega con la cabeza, y es su turno de soltar una risilla, seguramente esté pensando algo así como que nunca cambiaré.

—Dante no quiere que te pase nada —comienza a hablar. —Él quiere que vivas feliz y segura, a su lado.

—¿Y no puede pensar que quizá para ser feliz tiene que dejarme un poco a mi aire? Aunque eso suponga peligro —planteo. —Si de verdad quisiera que fuera feliz, me dejaría hacer lo que me hiciera sentir de esa forma.

—Sí Katie, pero piénsalo: si yo, Dante, o alguna de las chicas corriera peligro en lo que nos hace felices, ¿nos dejarías ir? —Al oír eso arqueo una ceja.

—Corréis peligro haciendo lo que os gusta; ¿hace falta que te recuerde que os complace cazar demonios y que dichos seres son peligrosos? —Nero niega ante mi réplica.

—No es lo mismo. A nosotros no pueden matarnos unos meros demonios menores. A ti en cambio sí. Katie, tienes que aceptar que eres humana y nosotros no.

—¿Y qué hay de Lady? ¡Ella es humana también! —Replico.

—Te vuelvo a decir que no es lo mismo.

—¿Ah no? ¡¿Por qué?! —Exclamo.

—¡Lady sabe pelear y tú no! ¡Todos sabemos excepto tú! —Aquella contestación me deja petrificada, pero cuando logro salir del estupor convierto mis manos en puños, presa de la rabia.

—Es porque soy débil, ¿verdad? —Susurro sintiéndome herida. —Sí... Debe ser eso... Como soy humana y no tengo ni zorra de pelear, soy débil y un estorbo... Un peso muerto... —Susurro en tono lúgubre. —¿Pues sabes qué? ¡Le voy a decir a Dante que me enseñe a cazar demonios!

—¡Ja! —Ríe sarcásticamente él. —Dante no te deja siquiera trabajar, ¿qué te hace pensar que te enseñará a cazar demonios? —Aquella pregunta se siente como una patada en el estómago, Nero tiene razón.

—En ese caso, podrías entrenarme tú.

—Ni loco, ¿quieres que Dante me mate? —Eso lo pregunta con el ceño fruncido, y yo solo me limito a agachar la cabeza, frustrada a más no poder.

—Voy a insistirle en lo del trabajo hasta que me diga que sí —decido finalmente, haciendo caso omiso del tema que Nero y yo estábamos tratando, pero quedándose el mismo en mi mente.

—Haz lo que quieras, Katie. Eres muy cabezota, ¿sabes?

—Te encanta que sea así —con esa contestación hago que Nero se sonroje otra vez, viéndose muy tierno una vez más.

Después de aquello Kyrie nos llama a ambos para que vayamos a cenar, pero mientras la comida transcurre, el teléfono de la casa suena, y Nero se levanta a contestar mientras que Kyrie, los pequeños y yo seguimos cenando.

—¿Quién era? —Pregunta Kyrie al tiempo que Nero toma asiento de nuevo.

—Dante —la manera en que Nero ha dicho el nombre del cazador logra ponerme los pelos de punta. —Sonaba cabreado, pero le he mandado a la mierda —dice despreocupadamente, como si nada.

—¡¿Qué has hecho qué?! —Exclamo algo alarmada, no me apetece que Dante se presente en la puerta de la casa para pegarle a Nero o algo.

—Tu tranquila, Dante no va a mover el culo del local, si acaso mandará a Lady a buscarte, pero lo dudo porque le he dicho que lo más seguro es que pases aquí la noche.

—Nero, no deberías tomar ese tipo de decisiones por Kate —interviene Kyrie, ganándose una mirada fulminante por parte de Nero.

—¿Ahora hablas como mi madre?

—Nero —le llamo la atención, no me gusta que le hable así a Kyrie. —Si te ha molestado la actitud de Dante hacia tu persona me parece muy bien, pero no la tomes con nosotras —espeto seriamente en nombre de ambas, ya que Kyrie es esa clase de persona que se queda en completo silencio en este tipo de situaciones.

Ante mi regañina Nero aparta la mirada y, como ya ha terminado su cena, se levanta de la mesa y lleva tanto su vaso como su plato y los cubiertos a la cocina para fregarlo todo.

—Entonces... —Comienza a hablar Kyrie. —¿Un día duro?

—Una tarde dura, más bien —respondo suspirando, llevándome el último pedazo de carne de mi plato a la boca. —La comida estaba divina, Kyrie —elogio con una sonrisa en el rostro.

—Muchas gracias por el cumplido, Katie —agradece ella devolviéndome la sonrisa. —Aunque tampoco soy tan buena cocinando —no se puede ser más modesta en esta vida, de verdad que Kyrie me cae muy bien.

Cuando hemos recogido la mesa y fregado también todo, Nero y yo nos vamos al salón mientras que Kyrie sube a arropar a los pequeños que viven con ellos.

—¿Quieres que pongamos una peli? —Propone Nero sentándose a mi lado en el sofá.

—Me da un poco igual —respondo encogiéndome de hombros mientras me acomodo en el sofá.

—¡Nada de pelis de miedo! —Irrumpe entonces Kyrie, provocando que Nero y yo demos un bote en el sofá por el susto.

—¡Kyrie! —Exclamamos al unísono.

—Lo siento —se disculpa con una expresión realmente tierna en el rostro, no puedo enfadarme con ella, y más sabiendo que no lo ha hecho a propósito.

Finalmente, Kyrie y yo decidimos darle el gusto a Nero, dejándole poner una película de esas de acción que tanto le gustan, pero para cuando me quiero dar cuenta Morfeo ya me ha hecho caer bajo su encantamiento, haciéndome caer cual peso muerto sobre el cuerpo del albino.  

El Paraíso de Dante {Devil May Cry}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora