Capítulo 42

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Fueron los peores dos días de mi vida, no podía hacer nada más que matar demonios como un maníaco, sin encontrar realmente la manera de entrar a esa maldita fiesta.

Los ánimos de Nero tampoco eran muy diferentes, era obvio que él también estaba frustrado con la situación.

Finalmente, y a unas pocas horas de la fiesta, me encontré un extraño tique tirado por la calle. Extrañado me agaché para recogerlo, y sonreí como un idiota al ver que era una invitación para el banquete.

***

—¿Cómo lo has conseguido? —Preguntó el nene, asombrado.

—La suerte me sonríe, es todo —reí sin dejar de mirar la pequeña entrada.

—Sí, pero solo a ti, Dante —comentó Lady. —¿De verdad piensas entrar ahí tú solo?

—¿Y qué más podemos hacer? Solo hay un pase y no podemos llamar la atención nada más entrar, si lo hacemos quién sabe lo que le podrían hacer a Katie —susurré.

—Siempre queriendo hacerse el héroe —gruñó Nero mientras se levantaba de su lugar.

—Esto es una reunión del equipo, sienta tu culo en el sillón de nuevo —ordené.

—¿Ahora soy parte del equipo? ¡Ni siquiera querías que viniera! —Me chilló, las chicas se quedaron calladas, mirándome atentamente.

Tuve que apretar la mano en un puño para no ir hacia el nene y darle un buen golpe, lo que menos necesitábamos eran peleas.

—No quería que vinieras porque no estás en condiciones, y si hay alguien aquí que se quiere hacer el héroe ese eres tu, nene —espeté.

—Creo que he demostrado de sobra que puedo cazar demonios igual que tu o ellas —replicó mientras se acercaba a mí.

Permanecí impasible, mirándole seriamente.

—Lo has hecho, pero te estás forzando demasiado. Nero, soy mucho más puro que tu, y tengo habilidades que tu no tienes, tales como poder oír tu pulso mejor que tu mismo —expliqué. —¿Crees que pasa desapercibido cuando estamos en batalla? Si preferí que te quedaras al margen era por una sola maldita razón: no tener bajas innecesarias —él me miró asombrado, definitivamente lo había dejado con la guardia baja.

—¿Crees que soy un puto mocoso de 5 años? Sé cuidarme solo, Dante —volvió a replicar, cuando se ponía en ese plan no lo soportaba, y la paciencia se me estaba empezando a acabar.

—¡Escúchame de una maldita vez y piensa con la puñetera cabeza! —Exclamé mientras le agarraba de la camiseta de manera brusca, causando que las chicas se encogieran en sus respectivos sitios. —Ya sé que no eres un maldito niño pequeño, ¡pero por una vez déjame protegerte ya que no pude protegerla a ella! —Por un momento su mirada se desvió hacia el suelo.

—¿Y qué pretendías, que me quedara en Red Grave esperando a que volvierais? Antes muerto —escupió, cogiendo mis muñecas para que le soltara. —Para decirme que te estorbo no hace falta que montes esta escena —añadió.

—No es eso Nero, ¿es que no escuchas? No estás en condiciones de luchar —repetí lentamente.

—¿Vas a decirme a mí si estoy o no en condiciones? —Me retó.

El Paraíso de Dante {Devil May Cry}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora