Capítulo 37

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Después de aquello preparé algo de comer para los albinos ya que Dante estaba que se comía una vaca entera. Nero no comió demasiado, pero lo importante fue que tomó algo después de todo.

***

Una semana había pasado desde aquello, Nero estaba mejor, aunque no recuperado del todo, y pese a que Dante sabía mentir muy bien, yo no era tonta y veía que algo le pasaba a él también.

—¿Piensas decirme qué te pasa? —Sentencié, quitándole la revista que leía y sentándome en el escritorio. —No soy estúpida, Dante.

El cazador me miró fijamente por unos instantes y luego suspiró.

—Estoy perfectamente, Katie. No sé de qué me hablas —quise pegarle.

—¿Seguro? —Le presioné, clavando mi dedo en su abdomen, donde había sido herido hacía una semana.

A pesar de que intentó ocultarlo, pude escucharle gruñir perfectamente a causa del dolor, dándome la razón.

—Katie, no es nada importante, me pondré bien —aseguró.

—Me da igual si te vas a poner bien o no, lo que quiero saber es qué te pasa —reproché, poniéndome en pie y yendo hacia su lado del escritorio.

Dante suspiró y se quitó la camisa, dejándome ver perfectamente que las heridas tenían ahora un tono violeta muy extraño.

—¿Qué…?—Estaba totalmente sin palabras, ¿por qué estaban así?

—Me recuperaré, no te preocupes. No estoy seguro de por qué están así, pero estaré bien, puedo aguantarlo y superarlo —me tranquilizó, sonriéndome ampliamente.

—¿De verdad? ¿Cómo estás tan seguro? —Respondí yo con las manos en sus mejillas.

—He estado peor, ahora mismo solo tengo fiebre de vez en cuando y mucho frío.

Ahora me enteraba de todo eso, el muy bastardo sabía ocultar bien las cosas.

—Dante, ¿qué es lo que investigabais Nero y tu? ¿Qué descubristeis? —El albino suspiró, se echó hacia atrás en la silla y subió los pies a la mesa.

—De momento nada, siempre que encontramos una posible pista, esta desaparece —se le escuchaba frustrado, harto de tanta investigación sin frutos.

—Ya descubriréis algo, estoy segura —intenté animarle, sentándome junto a él en el escritorio, posando una mano en sus piernas. —A todo esto, ¿sabes algo de Nero? Decidió volver a casa con Kyrie a pesar de que no estaba del todo recuperado.

—No sé nada, pero imagino que le costará recuperarse. Más que a mí, eso es seguro —era obvio que así fuera, a fin de cuentas Nero era muchísimo menos puro que Dante.

Esa misma tarde me fui a trabajar, y Dante, tal y como había prometido, estuvo ahí desde que entré hasta que salí. Era enternecedor que hiciera eso teniendo en cuenta que estaba herido. Quise obligarle a ir a casa, pero no me hizo ni caso.

Cuando salí de la cafetería volvimos al local, cenamos un par de pizzas y nos acostamos, fingiendo yo quedarme dormida para poder ver por mí misma cómo pasaba Dante la noche.

Fue horrible, lo vi temblar, sudar y mascullar palabras de perdón, era preso de sus propias pesadillas, ¿cómo podía descansar siquiera? En vista de lo mal que estaba, decidí despertarle.

—¡Vergil! —Exclamó, estirando su mano, como si quisiera alcanzar a alguien, alguien como su hermano.

—Tranquilo —le dije, posando una mano en su hombro. Él me miró, y lo que vi fue de lo más hermoso que jamás había visto, ya que la luz de la luna iluminaba sus rasgos, y tanto sus ojos como su blanco pelo brillaban de una forma indescriptiblemente hermosa.

—¿Katie? —Susurró, y ahí me di cuenta de que me había quedado empanada mirándole.

—Perdona, es que estás… la luna te sienta bien —estaba nerviosa y eso fue lo mejor que pude decir, haciéndole reír.

—Ven aquí —me dijo tiernamente, posando su mano en mi nuca y atrayéndome hacia él para darme un dulce y suave beso. —No vuelvas a quedarte en vela por mí —ordenó, así que se había dado cuenta.

—Tu lo hiciste conmigo —dije sobre sus labios, subiéndome encima suyo cuando se sentó y se apoyó en la pared.

—¿Qué planeas nena? ¿Vas a aprovecharte de un pobre hombre herido? —Me provocó, a lo que contesté besándole una vez más.

—Sobre todo hombre humano —le dije divertida, pasando mis manos por su torso desnudo. —Sólo relájate y disfruta —susurré en su oído, mordiendo su cuello fuertemente después, haciéndole soltar un gruñido.

—Bruja lista.

—Más bien zorra astuta —bromeé.

Y obviamente aquella noche lo pasamos en grande de nuevo, aunque Dante estaba más restringido por las heridas en su pecho, conservó su fogosidad. Pero fue distinto de cuando estuvo en celo, está vez todo fue más… Íntimo, humano. Delicado y suave.

Fue como si ambos tuviéramos miedo de quebrar el cuerpo del otro, mantuvimos la pasión y el deseo, como siempre, pero todo fue más calmado e intenso al mismo tiempo.

Para cuando terminamos, el sol ya estaba asomando por el horizonte, y Dante me aconsejó descansar hasta la hora del mediodía, prometiendo que me llamaría para comer y que de esa manera no llegara tarde al trabajo, a lo que acepté sin dudar ni un instante.

***

Un mes y medio había pasado desde aquello, Dante estaba ya mejor, pero Nero no, él aún no estaba del todo recuperado.

Me preocupaba demasiado aquella situación, pero no veía remedio para ponerle, no entendía como alguien como Dante y Nero podían tener esos problemas. Esa tarde, tras salir del trabajo, decidí pasar por casa de Kyrie y Nero para ver qué tal estaba el albino.

Fue horrible verle en aquel estado, su brazo humano tenía un tono azul horrible, fruto de la congelación que sufría. Lloré al verle así, y él me abrazó.

—Estaré bien, me recuperaré —prometió para tranquilizarme.

—Eso espero, haré una fiesta para entonces —le dije, sonriente.

Dante había estado presente durante aquella escena, pero no medió palabra, simplemente le deseó una pronta recuperación al nene, como él le decía.

Esa misma noche, al volver al local y una vez que nos acostamos, unas terribles ganas de vomitar me asaltaron, obligándome a ir corriendo al baño.

Definitivamente no estaba siendo la mejor racha para ninguno de nosotros.

El Paraíso de Dante {Devil May Cry}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora