Capítulo 38

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Por suerte Dante no se enteró de lo que me pasó por la noche, así que afortunadamente no se tendría que preocupar. Seguramente algo me había sentado mal.

Horas después, ya en el trabajo, noté que el mundo me empezaba a dar vueltas, estaba sufriendo un mareo. Me senté y rápidamente se me pasó, pero Linda estuvo mirando por mí por el resto del día. Al menos Dante no había venido hoy conmigo debido a que tenía una misión con las chicas.

—¿Estás segura de que estás bien? ¿No quieres que te acompañe al local de Dante? —Se ofreció la rubia una vez que nuestro turno terminó.

—No es nada, tranquila —le sonreí.

—Oye, no quiero ser pesimista, ¿pero has pensado en que quizá estés embarazada? —El alma se me cayó a los pies al oírle decir eso, no podía ser, Dante y yo nos habíamos cuidado cuando estuvo en celo, era imposible.

Negué con la cabeza.

—Es imposible, tomamos precauciones.

Ella se encogió de hombros y lo achacó a que quizá yo no estaba en un buen momento pese a que no le conté nada.

El local estaba vacío para cuando llegué, así que calenté un poco de pizza en el microondas y comí sola, por lo visto la misión se había alargado demás.

Unas pocas horas después, ya entrada la tarde, Dante junto a las chicas llegaron al local. El cazador no estaba en su mejor momento, y eso se podía ver a la legua.

—Dante… —susurré mientras que Lady y Trish lo acostaban en el sofá.

—Estoy bien —gruñó.

—Y una mierda —escupió Lady.

—¿Qué ha pasado? —Quise saber.

—Que no está del todo recuperado, eso ha pasado —intervino Trish. —No sé qué mierda fue lo que le atacó, pero le ha dejado secuelas.

—¿Se recuperará del todo? —Pregunté, Dante se había quedado dormido.

—Con el tiempo, él es fuerte —aseguró la de pelo corto. —A ti también te pasa algo, ¿no es así?

Agaché la mirada, asintiendo al poco tiempo y señalando fuera.

—Aquí no —ordené, Dante no podía enterarse.

Una vez que salimos del local me senté en la moto de Lady y las chicas se pusieron frente a mi, cruzadas de brazos.

—¿Y bien? —Presionó Lady.

—Creo que estoy embarazada, pero no entiendo cómo ha podido pasar… Dante y yo nos… Mierda —y fue entonces que recordé aquel encuentro nocturno que tuvimos el albino y yo, cuando aun estaba herido.

—Alguien se olvidó del globo para la fiesta —se mofó Lady, ganándose que la mirara mal.

—No es gracioso —gruñí.

—Haber sido más responsable —habló la rubia.

—Fue un arrebato, ¿vale? Lo hice mal, soy consciente, pero él tampoco se dio cuenta. Además, estamos hablando por hablar, ni siquiera sabemos si estoy o no —toda esta situación ya me estaba abrumando y cansando a partes iguales.

Finalmente, y para terminar con la discusión, fuimos a por un par de tests de embarazo a la farmacia más cercana y nos metimos en casa de Trish para hacerlos.

Jamás pensé que me vería en aquella tesitura, muerta de los nervios y la incertidumbre. Al salir del baño me acerqué a la de pelo corto.

—¿Cuánto hay que esperar?

—10 minutos, ¿un café? —Ofreció.

—Como tome algo lo devolveré, todo para vosotras —les dije, dejándome caer en el sofá.

Tras 10 agónicos minutos Lady se metió en el baño y trajo con ella los tests, enseñándome los resultados. Estaba jodida.

—Me cago en todo… —gruñí, eran positivos. —¿Cómo se lo voy a decir a Dante? No voy a poder, ni de coña. ¿Y mi cuerpo? Soy humana, esto es…

—Es como Nero, podrás con ello —me cortó Trish. —Recuerda que la madre de Dante tuvo dos mucho más puros que ese y que vivió.

Me quería morir, que me tragara la tierra y que nunca más volviera a aparecer. Millones de pensamientos pasaban por mi cabeza, y ninguno era bueno. ¿Y si Dante rechazaba al bebé? ¿Y si me mandaba a paseo?

Media hora después nos encontrábamos volviendo al local, habiendo prometido que no le diríamos nada al cazador. Él ya estaba despierto y completamente recuperado de lo que fuera que le hubiera pasado durante la misión.

—Pensé que me habíais abandonado —comentó, intentando sonar dolido.

—Fuimos a tomar algo —habló Lady.

—Por lo menos lo pasasteis bien imagino.

—Mucho —le sonreí yo, yendo hacia él. —¿Qué tal estás?

—Como nuevo, no te preocupes —me sonrió de vuelta y me dio un pequeño pico, haciéndome sentir realmente mal.

Tragué saliva, esto iba a ser una verdadera tortura, ¿cómo se lo diría? ¿Cómo se lo tomaría? Demasiadas preguntas rondando mi cabeza.

—Katie, ¿va todo bien? Te noto extraña —unas horas habían pasado, estábamos ya solos en la agencia, tumbados en la cama.

—¿Ah? Estoy bien, solo preocupada por Nero y por ti —no pude evitar poner una mano en mi vientre, nada iba bien, absolutamente nada.

—¿Sólo eso? ¿Nada que tengas que decirme? —Negué con la cabeza y cubrí su mejilla con mi mano.

—Todo en orden, cariño —me forcé a sonreírle y le di un pequeño beso.

Dante no parecía muy convencido con mi respuesta, pero de igual forma soltó una pequeña risa y aceptó lo que le dije, deseándome dulces sueños.

No pude pegar ojo en toda la noche, el estado de Nero y Dante, junto el tema de mi repentino embarazo me carcomía, era como un taladro en mi mente, un hilo interminable de pensamientos que no paraban. Tenía que encontrar la forma de acabar con lo que les pasaba, no podía dejar que simplemente se recuperasen solos.

¿Pero qué podía hacer yo? No era más que una mera y simple humana, incapaz de estar a la altura de aquellos mestizos. Y encima ahora estaba embarazada.

Por culpa del agobio que me estaba entrando comencé a hiperventilar  como una loca, tuve que taparme la boca y meterme en el baño a toda prisa, lo último que quería era que Dante se despertara y descubriera que le había estado mintiendo en la cara.

Después de un rato pude calmarme, y llegué a la conclusión de que quizá lo mejor era estar sola de vez en cuando, sin Linda, sin Lady ni Trish, y por supuesto sin Dante y Nero.

Pero si me iba sola, los demonios irían a por mí sin dudar ni un instante, y ahí volvía al punto de que yo no era capaz de luchar contra ellos de la manera en que los albinos lo hacían.

Me sentía impotente, no era nadie ni nada, era alguien incapaz de recordar su pasado, debilucha y que siempre necesitaba de alguien que la protegiera. Solo era una carga, y ahora para colmo estaba embarazada.

Desesperada y con las lágrimas cayendo por mis ojos como cascadas, salí del local y me quedé allí, sentada en los escalones de entrada.

Alcé la mirada al cielo, aquel hermoso manto negro lleno de brillantes puntos me calmaba. Cuando regresé mi mirada al frente, vi algo que no me esperaba para nada a aquellas horas y que me dejó sin aliento.

El Paraíso de Dante {Devil May Cry}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora