Capítulo 24

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A la mañana siguiente desperté por las suaves caricias de Dante en mi mejilla, jamás me habría podido esperar algo así de él.

—¿Tenías algo pensado para hoy? —Preguntó con voz grave, se notaba que se acababa de levantar.

Como no me apetecía volver a casa con Nero debido a que sabía la que me iba a caer por su parte, negué con la cabeza.

—Tengo el turno de tarde, así que podemos hacer algo ahora si quieres.

—Vale, pues ya sé dónde iremos —decidió mientras se levantaba y se metía al baño.

En el proceso me tomé la libertad de admirar su espalda, parecía que todo el tiempo que no estuve allí lo aprovechó para entrenar, aunque quizás yo no le recordaba del todo bien.

En lo que él se daba una ducha, aproveché y me levanté yo también de la cama, yendo hasta la oficina de Dante para recorgerla un poco.

Mientras estaba sola, la puerta del local se abrió, y alguien a quién no me apetecía ver en absoluto ingresó en la oficina.

Le vi negar con la cabeza, con los ojos cristalizados. Pero toda esa expresión de tristeza pasó rápidamente a una de ira y enfado puro. Me dio miedo verle así.

—Nero, puedo explicarlo —tartamudeé mientras se acercaba a mí con un aura azul celeste rodeándole.

—Katie, ¡aléjate de él! —Gritó Dante desde la puerta de su habitación.

No me pude mover de mi sitio, simplemente observar como el más joven de los albinos se acercaba a mí con los ojos brillantes, si él era así y no era un demonio tan puro, ¿cómo sería Dante? Me dio miedo pensar en ello.

De repente sentí un tirón en mi hombro y caí al suelo de culo. Frente a mi estaban los dos albinos, Nero con aquella aura azul y Dante con una roja muy brillante. Tragué saliva y me levanté, tenía que parar aquello cuanto antes.

—¡Quietos los dos! —Me la estaba jugando al ponerme en medio de aquellos híbridos, pero no podía dejar que algo así sucediera.

—¡¿Qué hace ella aquí?! —Estalló Nero. —¡Él te dio una patada en el culo y ahora vuelves a sus brazos en cuanto tenemos una discusión! —Me gritó.

—Nene, no le hables así —gruñó Dante, aquella aura suya parecía fuego.

—¡Cállate, no va contigo! —Exclamó una vez más el menor.

—Nero, estaba muy dolida contigo, ¿vale? —Admití. —Me mentiste y te aliaste con Dante cuando ni siquiera os lleváis bien solo para tenerme controlada —alegué yo.

—¡Dante aceptó hacerlo! —Señaló al cazador de camisa negra, Dante aún no se había puesto la gabardina.

—Tú lo propusiste nene, y yo sabía que no podrías cuidar de alguien tan rebelde y libre como ella —se encogió de hombros el cazador.

Nero se enfureció aun más al escuchar a Dante decir aquellas palabras, y yo no pude evitar recordar aquello que Kyrie le echó en cara al albino. Aquello fue un golpe bajo por parte de Dante, pero en parte el más joven se lo merecía por lo que me hizo.

Aunque pareciera que no, también estaba resentida con Dante, pero la idea había sido única y exclusivamente de Nero, así que la mayor parte de la culpa la tenía mi novio.

La tensión se palpaba en el ambiente, ambos albinos se miraban entre sí, pasando por mí ya que estaba en medio.

—No me pienso mover de aquí hasta que calméis vuestras estúpidas auras demoníacas —advertí mirándoles muy seriamente, aunque por dentro estaba muerta de miedo.

Afortunadamente, las puertas del local se abrieron, y una alterada Lady entró en escena.

—¡Dante! ¡Te necesitamos, una horda enorme de demonios ha aparecido por aquí cerca! —Exclamó. —Trish los está conteniendo mientras estoy aquí, pero no sé cuánto aguantará sola.

Tragué saliva al escuchar aquello, mirando a la mujer y luego a los cazadores. Se dieron una ultima mirada asesina, pero retiraron sus espeluznantes auras. Qué alivio…

A la velocidad de la luz, Dante fue a su habitación a por su gabardina, su espada y sus pistolas gemelas. Mientras hacía aquello, Nero no medió palabra, sino que simplemente salió del lugar bajo la extrañada mirada heterocromática de la de pelo corto.

—¿Qué ha pasado aquí? —Ella se había acercado a mí. Negué con la cabeza.

—Prefiero no mencionarlo —paseé mi mirada por el lugar y vi un panel con las armas demoníacas de Dante. —Quiero ir —demandé mientras caminaba hacia aquel panel. —No me pienso quedar de brazos cruzados —Lady posó su mano en mi hombro, haciendo que me girara para mirarla.

—No puedes usar esas, solo gente como Dante y Nero pueden domarlas —explicó mientras me extendía unas pequeñas dagas negras y rojas. —Esto se adapta mejor a gente como nosotras —asentí y tomé las pequeñas armas, metiéndolas en mis botas.

—No dejaré que Dante me deje aquí, no pienso dejar que vayáis solos mientras yo espero —espeté al tiempo que Dante salía de su habitación. —¿Me has oído, verdad? —Nuestras miradas se cruzaron y juro que una chispa salió del encuentro.

El albino suspiró y sin decir nada ingresó de nuevo al cuarto, saliendo poco después con una prenda en la mano que lanzó hacia mí: una gabardina negra con detalles morados. Sonreí ante el obsequio, Dante me acababa de aceptar como su nueva compañera cazadora de demonios.

—Bienvenida a Devil May Cry —me lanzó una de aquellas seductoras sonrisas mientras me ponía mi nueva prenda y salimos los tres juntos del local.

El Paraíso de Dante {Devil May Cry}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora