—¡Dante! —Katie... era su voz, sin duda, ella había vuelto.
El lugar seguía cayéndose rápidamente, si no salíamos acabaríamos en una tumba segura de mármol y granito.
Volví a mirar hacia ella, y ahí estaba esa mirada bondadosa y tranquila de siempre, ni un atisbo de maldad o frialdad. Los cascotes seguían cayendo, cerrándome el paso hasta ella.
Y entonces ocurrió algo fatídico: Katie avanzó hacia mí y tropezó, cayendo al suelo. Me sentí impotente ya que no era capaz de pasar, y mis fuerzas estaban tan mermadas que no podía siquiera romper todos aquellos escombros.
—¡Katie! —Exclamé, al tiempo en que parte de una columna le caía encima, aplastando sus piernas. Ella gritó por el dolor, y para cuando logré estar a su lado usando una fuerza que no sabía ni de donde había salido ella me miró entristecida.
—Vete, sálvate tu, Dante —me dijo, el dolor plasmado en sus facciones.
—No pienso dejarte aquí —repliqué yendo hacia él escombro que la apresaba.
—Dante, si te quedas moriremos los dos —me dijo, había aceptado su muerte y yo me negaba a que sucediera.
—¡¿Crees que me importa?! —Exclamé, haciendo fuerza para levantar el mármol.
—Dante, vive por mí, por favor —pidió mientras comenzaba a crear un campo helado de pinchos para alejarme.
—¿Qué? —Inquirí, no era momento para asombrarse, pero igualmente no podía creer lo que mis ojos veían.
—Encontraré la manera de sobrevivir, Dante. Pero marchaos, ¡ya! —Exclamó ella, volviendo a lanzar el hielo en mi dirección.
Me negaba a dejarla ahí, pero parecía dispuesta a hacerme daño con sus nuevos poderes con tal de alejarme, así que decidí que, por una vez en la vida, le haría caso.
—Regresa, por favor —pedí, saliendo de allí con las lágrimas en los ojos.
Ella sonreía para cuando me alejé, viendo como cada vez más escombros caían a su alrededor.
—¡Joder! —Grité, presa de la rabia y la impotencia mientras corría fuera del gran salón. No sabía dónde estaban Lady, Trish ni Vergil, pero asumí que ellos habían salido antes que yo del lugar.
Caso error, para cuando salí y me dejé caer al suelo de rodillas solo Trish y Lady estaban allí, con Nero a un lado, inconsciente y con lo que quedaba de su brazo derecho vendado.
—¿Dónde está Vergil? —Pregunté a Trish, ella parecía dudar —. Trish, ¿dónde está Vergil? —Pregunté de nuevo, más lentamente.
—Se quedó dentro... —susurró —. Me empujó y un cascote enorme quedó entre ambos, no pude hacer nada.
—¡Maravilloso! ¡De puta madre! —Exclamé, desquiciado —. ¡Mi gemelo y Katie muertos bajo los escombros de un puto salón de fiesta! ¡Es el mejor día de mi puta vida! —Chillé, sintiendo las lágrimas rodar por mis mejillas.
—Dante... —Fue Lady la que habló, acercándose a mí.
—No te acerques —amenacé, sentía la rabia bullir por todo mi torrente sanguíneo, y no quería que nadie más saliera mal parado hoy. Mis emociones estaban demasiado desestabilizadas en aquel momento, y era capaz de cualquier cosa con tal de calmar mi rabia.
Podía sentir las miradas de pena de las chicas sobre mí, lamentando mis pérdidas. Y es que ellas también habían perdido una amiga, pero yo no era capaz de tener eso en cuenta en aquel momento.
Me sentí hundido en la miseria, acabado, como si mi vida ya no tuviera sentido... todas las batallas de estos días, el plan para sacarla de ahí, la desesperación por no encontrar un maldito pase para la fiesta... todo fue en vano...
—Todo para nada... —gruñí, dando un puñetazo al suelo. No sentí siquiera el dolor que eso tendría que haberme causado, solo podía sentir el vacío que Katie había dejado al marcharse, junto a la rabia y la miseria que eso trajo consigo.
—Busquemos ayuda para Nero, Dante necesita estar solo —dijo Lady, y tenía razón.
Las chicas se marcharon con el nene a cuestas, y yo me quedé allí, de rodillas sobre el césped seco de aquel jardín olvidado, sintiéndome desolado. Lloré como nunca antes lo había hecho, había sido un golpe demasiado duro.
Los recuerdos no ayudaron, todos los momentos que pasé con ella comenzaron a reproducirse en mi mente, desde que la conocí hasta aquella última sonrisa de despedida de hace unos minutos. Y luego estaba el tema de que ella estaba embarazada... Hoy había perdido demasiado, a mi hermano, mi amante y mi futuro hijo...
Me quería morir, ¿qué sentido tenía seguir con mi vida? Sólo había dos opciones: dedicarme única y exclusivamente a matar demonios como un maníaco o sumirme en mi miseria intentando ahogar las penas en alcohol, ya que sería inútil intentar matarme, ni siquiera yo sabía cómo podría llegar hasta ese punto, y tampoco sabía a ciencia cierta si era inmortal o no, mis padres nunca llegaron a decírmelo, o quizá sí, pero de ser así no me acordaba, ya que los perdí con ocho años.
La culpa comenzó entonces a abrirse paso con feroces dentelladas a través de mi ser, carcomiéndome y diciéndome que yo la había matado por haber sido descuidado.
Y yo lo creí, si tan solo hubiera estado atento...
Me maldije sin parar, no sabía cuánto tiempo había pasado desde que me desmoroné, pero el sol comenzaba a asomar por el horizonte para cuando alcé la mirada.
Era incapaz de moverme, simplemente no podía, mis ojos estaban clavados en aquellas ruinas mientras las lágrimas seguían cayendo. Aún no podía creer que mi hermano y mi amada, junto con el que iba a ser mi futuro hijo, estuviera ahí sepultados, simplemente no podía creerlo, me sentía como en una horrible pesadilla.
Me quedé allí por a saber cuánto tiempo, solo me marché porque Lady y Trish vinieron por mí. Me sentía ido, como si mi mente se hubiera desconectado, iba en automático.
Esa misma tarde volvimos a Red Grave, las chicas me acompañaron hasta el local, querían estar conmigo.
—Quiero estar solo, chicas —espeté.
—Estuviste solo toda la noche —replicó Lady.
—Pues quiero estar más tiempo solo, ¿de acuerdo? —escupí, no quería a nadie a mi alrededor, más que nada porque la ira corría por mi cuerpo y no era necesario hacer daño a más gente.
—Dante... —comenzó a decir Trish.
—¡Fuera! —Rugí.
Lady me miró con los ojos entrecerrados, pero se marchó. Estaba enfadada conmigo, y la entendía.
—Nosotras también hemos perdido a alguien, Dante —recordó la rubia antes de darse la vuelta.
—Yo he perdido a tres personas, Trish —contesté —. Lárgate, por favor, ya.
Podía notar su mirada de pena sobre mí, pero finalmente se resignó y se fue.
Les debía una disculpa por esto, pero eso sería otro día.
Tan pronto como se marcharon cerré la puerta con llave y suspiré. Hora de acudir a mi viejo y buen amigo el alcohol.
Arrasé con todas las botellas que tenía en el local, que no eran pocas si era sincero, pero ni aun así lograba olvidar, la herida era demasiado grande y profunda.
Y así fueron pasando los días, entre botellas de alcohol, cristales y algún que otro mueble destrozado y, pese a que odiase admitirlo, lágrimas, muchas lágrimas.
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El Paraíso de Dante {Devil May Cry}
Fanfiction¡Hola a tod@s! Sí, lo sé, quizá esté haciendo una locura ahora mismo, pero he decido estrenar una nueva novela, esta vez de... (Redoble de tambores) Bah, ni modo, lo pone en el título. ¡Devil May Cry! Sí, estas últimas semanas he estado muy enganch...