Capítulo 26

101 10 0
                                    

Nero’s POV:

Las horas habían pasado y Dante se había marchado de la habitación hace cosa de media hora, dejándome a solas con una durmiente Kate.

La miré con pena, sin soltar su mano. Me sentía una verdadera mierda, un juguete usado, una tirita para lo que fue Dante. Sentía que ella me estaba usando para olvidar a mi supuesto tío.

Suspiré, agachando la cabeza y revolviendo mi pelo, mi vida siempre había sido una basura, y ahora que llegaba alguien para mejorarla, me daba la espalda a la primera discusión.

A pesar de ello, no podía pensar mal de ella por mucho que me dolieran sus acciones. Debí asumir que yo solo sería la mera sombra de Dante, y que nunca tendría su mismo éxito. Quizá por eso no me caía del todo bien.

Un rato más tarde me llamaron para cenar, así que salí del cuarto y bajé las escaleras que daban al local. Sinceramente me sorprendió que no hubiese pizza para cenar, quizá por la presencia de Trish y Lady, quién estaba seguro que habían obligado a Dante a cocinar algo decente.

Al terminar no tenía claro qué hacer, por un lado quería quedarme con Kate, pero ella estaba en la habitación de Dante, y no habían más habitaciones en aquel cuchitril que tenía el cazador por local.

Finalmente, decidí que lo mejor era irme, ya que en cierta manera me sentía fuera de lugar.

—¿Te vas a ir, nene? —Me dijo Dante al verme con intenciones de salir del lugar.

—Sí, Kyrie debe de estar preocupada por mi —bajé la mirada, agarrando el tirador de la puerta.

—Puedes quedarte si quieres, no molestas —me sorprendió que me dijera aquello, mas negué con la cabeza. —Sabes que quieres quedarte. No puedo ofrecerte un cuarto, pero sí el sofá, si te parece bien —se había acercado a mí, cruzándose de brazos a mi espalda. —No seas cabezota —revolvió mi cabello y aparté su mano de un manotazo.

—Me quedo, pero no vuelvas a hacerme eso —a veces Dante tenía esos impulsos paternales, cosa que yo odiaba.

Las chicas se marcharon del lugar poco después, y yo me quedé a solas con Dante en la oficina. Me sorprendió que se pusiera a hacer cuentas, él administraba el dinero de una forma pésima.

—¿Desde cuándo sacas cuentas? —Me había acercado a su escritorio, mirando por encima los papeles.

—Desde hace poco, la verdad es que tampoco me manejo muy bien —le dio un trago a su botellín de cerveza.

—Deberías centrarte en reducir gastos —aconsejé. —Empezando con las pizzas.

—Una mierda —escupió.

—No me extraña que no tengas ni un centavo —suspiré, negando con la cabeza. —Intenta reducir de otro lado, entonces.

Después de un rato pensando y ayudando a Dante el sueño comenzó a invadirme, así que simplemente se lo dije y me acosté en el sofá del lugar, que a pesar de estar hecho polvo era muy cómodo.

Por su parte, Dante solo dejó su espada apoyada en el escritorio, se sentó y subió los pies sobre este, reclinando su asiento.

Me extrañó que no se fuera a su habitación, pero quizá lo hacía por respeto a mí, por extraño que pareciera. A veces no lograba entender a aquel hombre, muchas veces era un libro abierto y otras un completo misterio. Negué con la cabeza, quitando el tema de mi mente y acostándome a dormir.

Un desgarrador grito retumbó por todo el local, despertándonos tanto a Dante como a mi, haciéndonos saltar de nuestros sitios. No sabía qué hora era, pero seguramente la madrugada estaba bien entrada.

El mayor fue más rápido que yo, para cuando pude reaccionar y ponerme de pie él ya se había metido en la habitación en la que Kate descansaba.

—¿Qué le pasa Dante? —Pregunté al entrar en la habitación, Katherine estaba con los ojos abiertos como platos, prácticamente desorbitados, con la respiración irregular y el cuerpo tenso y arqueado.

—No tengo ni idea, Nero. Quizá sea veneno, tiene mucha fiebre —ahora que me fijaba, ella estaba empapada en sudor. —Joder… —Gruñó, al tiempo en que yo iba a la cocina a por hielo y un paño mojado en agua bien fría.

—Toma, pónselo —aconsejé al volver, a lo que obedeció. —Mantén la calma, ella estará bien. ¿Has pasado por algo así antes?

—Yo no me ponía así, ten en cuenta que ella es humana, yo no —sentenció, destapando a la chica y colocando hielo en su pecho y cuello.

—¿Qué vamos a hacer? —Me desesperaba verla de aquella forma, pero parecía que mis ideas habían sido buenas, se veía un poco más tranquila.

—Solo podemos estar pendientes de ella, controlarle la fiebre y poco más —concluyó Dante mientras se ponía en pie. —Puedes quedarte aquí con ella si quieres, llámame si pasa algo.

¿En serio Dante me estaba permitiendo quedarme con ella en su propia habitación? En todo caso asentí y fui a la cocina para hacerme un café, sería una noche larga.

Y vaya que lo fue, estuve toda la noche cambiando el paño y secando su piel de la humedad que los cubitos dejaban al derretirse. Kate tenía momentos de lucidez, pero eran muy breves, apenas y alcanzaba a preguntarle cómo se encontraba.

Me sentía frustrado y a la vez culpable, si solo hubiese estado un poco más pendiente todo esto no estaría pasando. Lo que no entendía era cómo el demonio pudo llegar a envenenarla, no habían marcas de arañazos en su piel, tan solo la marca morada en su pecho y cuello, ¿quizá una especie de contacto corrosivo?

Bufé, tampoco me servía de mucho estar haciéndome tantas preguntas, ella ya estaba envenenada, y solo quedaba esperar a que se recuperase.

Cuando el reloj dio las ocho de la mañana, bajé a hacerme otro café, encontrando a Dante rebuscando en la nevera.

—¿Cómo está? —Preguntó, sacando una cerveza.

—Como ayer, he podido bajar la fiebre, pero no sé si habrán efectos secundarios —suspiré, Kate seguramente aún tenía unas pocas décimas de fiebre, pero nada comparado a como estaba la noche anterior.

—Entiendo —asintió. —Duerme un poco si quieres, yo la vigilo ahora.

—No es…

—No has dormido en toda la noche —me cortó. —Así que vas a poner tu culo en ese sofá y te vas a dormir —señaló el mueble.

Finalmente accedí, pero no porque él me lo ordenase, sino porque a pesar de toda la cafeína que recorría mi sistema, tenía un sueño que me caía de espaldas.

—Gracias por cuidar de ella, Nero —me dijo antes de subir las escaleras, al mismo tiempo en que yo me acomodaba en el desvencijado sofá.

No contesté, seguía enfadado con Dante. A pesar de que en ese momento estábamos unidos y trabajando juntos por el bien de Katherine, él siempre había sido un sujeto odioso y molesto a mis ojos, y dudaba mucho que mi visión de él cambiase en algún momento.

El Paraíso de Dante {Devil May Cry}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora