El Paraíso de Dante {Devil May Cry}

Capítulo 33

Katherine’s POV:

No entendía muy bien el por qué, pero algo me decía a gritos que ese misterioso hombre de por la mañana era el hermano de Dante, Vergil.

No pude ver mucho del sujeto, pero la barbilla y el labio inferior eran muy similares, al igual que las manos. Eso sí, las del supuesto Vergil estaban más agrietadas y pálidas que las de Dante.

Me desilusionó un poco escuchar aquellas palabras por parte del cazador, ya que mi corazonada era demasiado fuerte como para pasarla por alto.

—¿Por qué es imposible? —Repliqué, sentándome de nuevo.

—Porque Vergil está muerto —sonó tan rotundo y desolador que, pese a mi naturaleza insistente, decidí callarme, sabiendo que seguir con el tema solo le haría daño al albino.

Estuvimos callados por un par de minutos, el ambiente se había quedado muy tenso debido al tema que había sacado, incluso notaba a Dante con una leve aura roja a su alrededor.

—¿Qué fue lo que te dijo? —Rompió él el silencio.

—Nada importante, solo quería hacerme sentir inquieta, estoy segura —no estaba segura de contarle todo a Dante, no quería que estallara por culpa de la rabia.

—Dímelo —agarró mi barbilla sin previo aviso y me obligó a mirarle, sus ojos brillaban de un intenso tono carmesí.

—Primero cálmate —ordené.

Él bufó en respuesta, pero respiró hondo y en cuestión de minutos sus ojos volvieron a la normalidad con aquel precioso y característico tono azul en ellos.

—Cuenta —insistió con una seductora sonrisa felina.

—Me preguntó si sabía realmente quién era yo —no dejaba de pensar en aquel momento. —Fue como si supiera cosas de mí, Dante. Como aquel demonio que me llamó hermana —el cazador frunció el ceño. —Dijo que podía hablarme de mi pasado —un pinchazo me azotó la cabeza de solo pensar en aquel momento.

Realmente sentí algo en el momento en que aquel sujeto me agarró, fue una sensación un tanto familiar, pero no porque la hubiera sentido con Dante, sino porque era algo que yo no recordaba, como algo de mi pasado. Y eso no hacía más que confundirme más.

—Patrañas, recuerda siempre que los demonios pueden cambiar de forma y jugar contigo para engañarte —me dijo el albino, impasible.

—¿Por qué adoptaría la forma de tu hermano? —Otra incógnita más.

—Para intentar atraerme, porque sabe que si viene directo a mí sólo conseguirá una muerte rápida ya que no le creeré —no le veía el sentido.

—Eso no tiene ni pies ni cabeza, recuerda que ellos me buscan a mi —un escalofrío me recorrió la columna al decir esas palabras.

—Recuerda que yo soy tu guardaespaldas. Si logran deshacerse de mi mediante una emboscada tendrán el camino despejado para llegar hasta ti —a veces Dante me sorprendía con su inteligencia.

Agaché la cabeza y me abracé a él, tenía razón. Y yo tenía miedo, un miedo atroz a que esas cosas me apartaran de Dante o que incluso lo matasen. Me calmaba pensar que él era un hueso duro de roer, pero hasta los más grandes y mejores caían.

Él me devolvió el abrazo de un manera tierna y protectora, estrechándome fuertemente contra él.

—No estás sola, Katie. Yo estoy aquí, y te protegeré de todo lo que intente dañarte, te lo prometo —su mano se deslizaba por mi espalda, de arriba hacia abajo, al tiempo en que dejaba suaves besos en mi cabeza.