Capítulo 47

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Desperté gritando debido a una pesadilla que involucraba los acontecimientos de los días pasados. Miré hacia la ventana, los rayos de sol de la mañana se filtraban por los pequeños huecos que las cortinas dejaban.

—¿Katie? ¿Estás bien? —Dante salía del baño con una toalla ajustada a la cintura y el cabello mojado, de hecho pequeñas gotas caían de sus mechones plateados, rodando por su pecho desnudo.

—Sí... solo ha sido una pesadilla —respondí yo, estirándome un poco en la cama —. ¿Qué hora es?

—Casi mediodía, sabía que estarías cansada, así que preferí dejarte dormir —comentó yendo hasta el armario, sacando unos pantalones de chándal grises y una camiseta negra de tirantes.

—Me siento extraña, a decir verdad —el albino me miró por encima del hombro, con una ceja alzada.

—¿Extraña? —Yo asentí, él siguió vistiéndose.

—Supongo que es por los poderes —expliqué —. Dante, tengo miedo de no poder controlarlos —admití bajando la mirada hasta mis manos, me sentía como un arma.

—No te comas tanto la cabeza, estarás bien, aprenderás a usarlos —le quitó él importancia mientras se sentaba a mi lado en la cama, revolviendo mi cabello —. Se me hace curioso que tengas el pelo largo ahora —comentó con un mechón entre sus dedos.

—Lo cortaré en unos días, seguramente —y es que a mí no me terminaba de convencer mi pelo tal y como estaba en aquellos momentos.

—Con él largo o corto seguirás siendo preciosa, así que por mí haz lo que quieras —me sonrió y besó mi frente —. Bajemos a desayunar, llamaré a Vergil —asentí con la cabeza y me levanté de la cama, yendo al baño mientras que Dante avisaba a su hermano.

Cuando salí y bajé las escaleras me los encontré haciendo tortitas, y la verdad fue una imagen bastante divertida, no entendía como algo tan cotidiano como cocinar podría ser gracioso, pero siendo Dante y Vergil supuse que cualquier cosa podría ocurrir.

—He avisado a las chicas para que vengan, quiero darles la noticia —avisó Dante mientras le daba la vuelta a una tortita.

—¿Qué hay de Nero? —Pude notar a Vergil tensarse cuando nombré a su supuesto hijo, aquí había pasado algo con él menor de los albinos de lo que yo no me había enterado.

—Está recuperándose en el hospital —me alarmé mucho cuando Dante dijo eso.

—¿Qué? —Inquirí yo, él señaló a Vergil.

—Le arrancó el brazo para poder recuperar a Yamato —la rabia corría por mis venas en aquel momento, y fue tal el impulso que corrí hasta Vergil y lo agarré del cuello de la camiseta.

—¡¿Cómo pudiste?! ¡Es tu hijo! —El albino me miró con el ceño fruncido, Dante tuvo que separarme de él, y fue entonces cuando me di cuenta de que allí donde habían estado mis manos, ahora solo quedaba tela quemada.

Bajé la mirada alarmada, encontrando pequeñas flamas en mis palmas que se extinguían poco a poco. Respiré hondo, cerré mis manos y para cuando las volví a abrir ya no quedaba fuego en ellas.

Me di cuenta de que mis sentimientos estaban directamente relacionados con mis poderes, sabiendo que de ahora en adelante tendría que gestionar todo mejor e intentar no ser impulsiva.

El ambiente se quedó algo tenso después de eso, yo aún seguía enfadada con Vergil por lo que le había hecho a Nero, y a eso se le sumaba el hecho de que seguía asombrada de mis capacidades y también el añadido de la mala noticia de ayer.

El Paraíso de Dante {Devil May Cry}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora