Fue breve el tiempo que nuestros labios estuvieron en contacto, ya que aparté a Nero de un empujón tan rápido como pude.
—¡¿Qué haces?! —Exclamé, sobresaltada y adolorida porque había apretado los arañazos que Dante me había hecho.
Él no respondió, sino que en su lugar intentó volver a apresarme entre sus brazos. Lo logró, más que nada porque él era más rápido y ágil que yo incluso estando herido.
—Kate, él no es bueno para ti —me dijo.
—Dante es muy apto para mi, Nero. ¿Se puede saber qué mosca te ha picado? Pensaba que no eras esa clase de tío —intenté quitármelo de encima, pero no pude, él era mucho más fuerte que yo.
Y entonces me di cuenta de todo en el mismo momento en que su frente se pegó a la mía e intentó besarme de nuevo. Nero tenía fiebre, y una muy alta. ¿Podía ser el celo? No, tenía que ser algo relacionado con los demonios de antes.
En cualquier caso, él estaba delirando por culpa de su temperatura corporal y yo debía bajarla. Como pude me lo quité de encima y conseguí tumbarlo de nuevo en el sofá, colocando enseguida paños húmedos en su frente.
Suspiré al verle en ese estado, preocupada. Se había quedado dormido al rato de estar tumbado, pero su respiración era irregular y estaba muy sonrojado aún.
—¿Katie no vienes a la cama? —Dante estaba en lo alto de las escaleras, solo con sus pantalones puestos. Negué con la cabeza.
—No sé qué le pasa a Nero, tiene mucha fiebre. ¿Sabes si el celo le puede provocar esto? —Con un suspiro, el cazador bajó las escaleras y se acercó a mí.
—Puede ser que sea eso, pero también veneno. Los demonios con los que nos enfrentamos pueden haberle envenenado con alguno de sus ataques —reflexionó el mayor. —Se pondrá bien, ¿qué tal es su temperatura?
Aparté un poco el paño húmedo y toqué la frente de Nero, y también sus mejillas.
—Ya no tiene tanta fiebre —no pude evitar sonreír.
—Ponle un paño nuevo, tápalo y acuéstate. Estará bien —asentí e hice lo que Dante me había indicado, yendo con él al cuarto una vez que terminé.
Antes de acostarme fui al baño y revisé aquellos arañazos gigantes, tenía tres a cada lado de mi cadera y tenían un aspecto quemado, como si tras arañar me hubieran cauterizado la herida. Sería cosa de los poderes de Dante, no había más explicaciones.
Ahora que los miraba bien me gustaban y todo, quedaban bien como cicatrices. Quizá el cazador me terminara haciendo más algún día, a saber.
Tras mirar la marca de apareamiento volví al cuarto y me acosté en la cama, abrazando a Dante después de darle un beso.
—Buenas noches —deseé.
—Igualmente pequeña —me dijo de vuelta, dejando un beso en mi frente.
A la mañana siguiente despertamos por el grito repentino de Nero. Me asusté tan pronto como le escuché, bajando al salón rápidamente, casi cayéndome por las escaleras.
—¡Nero! ¿Qué pasa? —Me acerqué a él y descubrí que su brazo izquierdo estaba congelado, mientras que el derecho, el demoníaco, brillaba fuertemente.
Dante me apartó de él mientras examinaba su brazo, maldiciendo. No sé con qué tipo de demonio se toparon, pero tenía que ser fuerte si le había causado eso al menor.
Pasé saliva y dejé que el de rojo se encargara de la situación. Nero estaba completamente adolorido y con fiebre de nuevo, así que, como la noche anterior, coloqué paños fríos en su frente y uno caliente en su brazo congelado, pero más que descongelarlo casi consigo congelarme yo también.
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El Paraíso de Dante {Devil May Cry}
Fanfiction¡Hola a tod@s! Sí, lo sé, quizá esté haciendo una locura ahora mismo, pero he decido estrenar una nueva novela, esta vez de... (Redoble de tambores) Bah, ni modo, lo pone en el título. ¡Devil May Cry! Sí, estas últimas semanas he estado muy enganch...