El tiempo pasó desde aquello, y antes de que pudiera darme cuenta el duro y frío invierno asolaba la ciudad, cubriéndola en muchas ocasiones de un etéreo y brutal manto blanco. Era tan hermosa como letal en muchas ocasiones, sobre todo en las cacerías, donde muchas veces era difícil moverse o esquivar bien a los demonios.
Dante había ido esquivando el tema de mis poderes, pero tras unos dos meses finalmente cedió y se ofreció a hacer de sparring para que yo pudiera empezar con mi entrenamiento. Fue muy difícil al principio, muchas veces mis emociones eran demasiado fuertes y mis poderes creaban una catástrofe absoluta, pero poco a poco, y con ayuda de Dante y Vergil, pude llegar a controlar esto... más o menos.
—¡Eres un imbécil! ¡Debiste dejarme ir contigo a esa estúpida cacería! —Le grité al cazador una vez, cuando llegó malherido de una misión que salió peor de lo que él se esperaba.
—Ya te lo dije, ese demonio no dejaría verse si una mujer estaba en el lugar —replicó él, dejándose caer en el sofá.
—¡Podría haberme quedado fuera! —Exclamé yo de nuevo, golpeando el sofá con el puño cerrado, muy cerca de su pierna.
Dante siseó de dolor acto seguido, lo que me hizo fruncir el ceño y bajar la mirada: había quemado el sofá y parte de la pierna de Dante. Apreté los puños llena de rabia, y pronto estos se prendieron completamente. El cazador chasqueó la lengua y se incorporó, agarrándome por los hombros y mirándome fijamente a los ojos, ayudándome a tranquilizarme después.
Tras aquel pequeño incidente, Dante decidió que era hora de trabajar en todo mi potencial, y la verdad ahí fue donde comenzó su verdadero infierno conmigo, ya que como mencioné anteriormente, él era mi sparring mientras que me daba instrucciones para hacer aflorar mis poderes.
No fue difícil enlazar las emociones con los poderes: la ira era el fuego, la tristeza el agua, el alivio era la naturaleza, la felicidad era la luz, el vacío era la oscuridad, la soledad el hielo, y el viento... el viento era algo difícil de explicar, ya que afloró como una brisa el día en que al fin pude conseguir que mis enfados no prendieran el local entero en llamas, era algo así como una sensación de libertad mezclado con alivio.
Si era sincera aún no daba crédito a que tuviera aquellos siete dones, sin contar el de la sanación, y tenía la sensación de que Dante tampoco lo habría creído de no haberlo sentido en sus propias carnes.
Todas las noches después de entrenar le pedía perdón, ya que me sentía mal conmigo misma por hacerle daño, incluso si luego le curaba me sentía muy mal. Él siempre le restaba importancia, alegando que si su sacrificio daba frutos y yo terminaba siendo la más poderosa de los demonios, no tendría que preocuparse nunca más de las cacerías siempre y cuando yo le acompañara.
Respecto a Vergil... Era complicado.
La relación de los gemelos había mejorado, todo había que decirlo, pero el mayor era algo impredecible. No le tenía miedo ya, sabía que no me haría daño de nuevo, pero siempre que estaba a su lado me sentía extraña, a grandes rasgos, y si te fijabas solo en su apariencia, era como estar con Dante, pero si pasabas más de cinco minutos con él te podías dar cuenta de que era absolutamente opuesto a su hermano.
Dante era ruidoso, alocado y animado, mientras que Vergil era alguien callado, tranquilo y demasiado enigmático. Quitando aquella vez que se abrió conmigo y me contó el incidente de cuando tenían ocho años, el mayor de los albinos no había hablado en profundidad conmigo nunca más.
No teníamos una mala relación, pero era todo como si simplemente fuéramos compañeros de piso y no cuñados. Me sentía incómoda, pero no quería decírselo a Dante, al menos no hasta que él fue lo bastante perspicaz y se dio cuenta de lo que pasaba en realidad.
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El Paraíso de Dante {Devil May Cry}
Fanfiction¡Hola a tod@s! Sí, lo sé, quizá esté haciendo una locura ahora mismo, pero he decido estrenar una nueva novela, esta vez de... (Redoble de tambores) Bah, ni modo, lo pone en el título. ¡Devil May Cry! Sí, estas últimas semanas he estado muy enganch...