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capítulo treinta y ocho: oscuridad.

Domingo 1 de septiembre.

—¿Estás satisfecha con lo que he hecho por tí? —los ojos de aquél hombre parecían hacerse más grandes y oscuros, tenía una mirada maligna que hacía erizar su piel y la miraba fijamente sin pestanear esperando su respuesta.

Nunca antes había creído que se iba a encontrar con alguien más demente que los integrantes de su familia y, como de costumbre, se había equivocado. Ahora lo veía allí, al hombre que muchos admiraban pero otros temían, alzando del cabello a su padre cubierto de sangre al mismo tiempo que en su boca se alzaba una sonrisa psicópata.

—Miralo bien, niña. Es esto lo que merecía, es esto lo que debía pasar para que sepa por lo que te hicieron pasar. ¿Crees que está arrepentido? —no se animó a contestarle, solo miraba los ojos de su padre sangrantes, al igual que el resto de su cuerpo herido y golpeado, y aún así no mostraba debilidad alguna, admiraba eso de él. Su padre no era un hombre que le rogaría piedad a nadie y tampoco iba a hacerlo en ese momento—. ¿Por qué no le echamos un vistazo?

Escuchó el grito de su padre cuando ambos entraron en su mente al mismo tiempo y buscaron en él algún signo de arrepentimiento, pedido de piedad o corazón, algo que eventualmente descubrieron que no existía.

¿Que crees que deberíamos hacer ahora, niña? —Mareena no respondió, solo miraba los ojos de su padre, igual de verdes que los de ella, sabiendo que su brillo pronto se apagaría y ella no podría hacer nada—. ¿Quieres tener el honor de hacerlo tú?

Su cuerpo se congeló por completo, miró al hombre y luego a su padre. Escuchó el grito de su madre atrás, estaba sugetada por dos personas más y se había llevado el precio más barato a comparación de su padre a pesar de ser la que más le había hecho daño. Voldemort habló de nuevo y ella levantó la varita con la mano temblando, no sabía lo que hacía, no sabía si negarse era una opción o si podría haber otra salida.

Los gritos de su madre, la risa de Lord Voldemort y la luz verde invadieron todo el lugar saturandola de sentidos, quiso cerrar los ojos pero no pudo, lo último que vió fueron los ojos de su padre al perder vida.










Se despertó exaltada, respirando con dificultad y con un dolor de cabeza que la estaba molestando desde hacía días.

—¿Pesadilla? —dijo Nathaniel sonriendo dulcemente mientras acariciaba su cabello.

Mareena se levantó de sus piernas y observó el vagón, Snape había levantado la mirada de su libro para verla, Mulciber y Crouch jugaban al ajedrez mágico y Regulus dibujaba en su cuaderno, ninguno le había prestado atención. Recordó que estaban yendo a Hogwarts y que aquello, en realidad, había sido más que una pesadilla.

Se tomó la cabeza y gimió del dolor.

—¿Está todo bien, Mare?

Mareena asintió pero pronto comenzó a sentir como su estómago se revolvía y su desayuno volvía. Regulus, como si estuviera leyendo su mente, hizo aparecer un pequeño balde y se lo alcanzó en el momento justo.

Snape hizo una mueca de asco y la miró de mala manera.

—Sabías que eso es un síntoma de embarazo, ¿Verdad?

Regulus levantó la cabeza pálido como papel y pasó su mirada de Snape a Nathaniel y Mareena. Ella lo empujó pero no bastó para que el susto de su primo se fuera.

—Cállate, Severus. No hay chances —dijo ella viéndolo seria.

—¿No hay chances? —preguntó Crouch levantando una ceja.

❛𝐒𝐇𝐀𝐃𝐎𝐖𝐒❜ ᵃ ʳᵉᵐᵘˢ ˡᵘᵖⁱⁿ ᶠᵃⁿᶠⁱᶜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora