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capítulo sesenta y dos:

Difícil era pensar para él que ella aún lo aceptaría luego de todo lo que habían pasado y discutido. Cuando pensó que la perdería de nuevo se dió cuenta que estaba siendo infantil y egoísta, entendió que estaba perdiendo la vida por pensar en él mismo. Decidió intentarlo, permitirse ser feliz, pero cuando se levantó esa mañana estaba inundado en sangre y la venda blanca de Mareena era de color pardo, ella estaba totalmente inconsciente. Volvieron a cambiar sus vendas y a desinfectar la zona, llamaron a Molly Weasley para que los ayude con la herida y ella terminó por encargarse.

No despertó hasta el atardecer, aunque eso ya lo sabían. Estaba sola en la habitación cuando abrió los ojos, tocó su dolorido abdomen y recordó la noche anterior, al hombre lobo y lo estúpida que fue al negarse usar su varita.

Mareena gimió de dolor y tiró su cabeza hacia atrás, pero arriba de su cama de encontró un cuadro colgado con una imagen tan familiar que le daba náuseas.

—Buenas noches —dijo Rigel—. Menos mal que has despertado, temía que nunca más abrieras los ojos.

—Ya cállate, eres la última persona con la que quiero hablar en estos momentos.

—Sé que estás enojada, pero te explicaré cuando te repongas. Todo tiene una explicación.

Ella no contestó, la verdad era que no tenía ganas de seguir hablando con él, estaba segura que había sido el responsable de mandarla años en el futuro en vez del pasado a propósito y no quería escuchar sus excusas. Escuchó los pasos de alguien acercándose a su puerta y el silencio completo de Rigel, supuso que él había ido a avisarle al resto que había despertado.

Izar apareció en la habitación, ella le sonrió y él se arrodilló en el suelo. La miró tristemente unos segundos y escondió su cabeza en las frazadas de su cama.

—Oh~ Izar, pequeño —Ella acarició su cabello con cariño—. ¿Solo tu estás aquí?

Él asintió y tomó la mano de su hermana.

—Luna llena, Lupin está en el sótano y Sirius intenta entretenerlo para que no destruya todo —explicó con la mirada triste—. Mare, ¿estás bien?

Ella rió por lo tonta que sonaba la pregunta.

—Claro que estoy bien, estoy despierta y por lo visto mis órganos y sangre no están fuera de mi cuerpo. Estado de salud: excelente.

—No hablo solo de eso, sino de cómo estás tú. Te marchaste por una discusión con Remus, y también veo que no estás del todo bien cada vez que tenés que hablar con ya-sabes-quién. Tengo miedo de- de que hagas como madre y me dejes.

Ella sonrió triste y abrazó a su hermano. No hacía mucho tiempo que se habían vuelto a encontrar pero ese muchacho era la vida completa de Mareena y no deseaba otra cosa que su felicidad y seguridad.

La imagen de su madre volvió a su mente, pensó si debía decirle o si estaba mejor así viviendo en la ignorancia del no saber. No, no podía hacerle eso, ella misma hubiera preferido no saberlo.

—No te abandonaré, lo juro.

Escucharon gruñidos y golpes que venían del sótano, ponerse más violentos. Mareena estaba aún dolorida pero también hambrienta y muy curiosa así que bajaron y fueron a la cocina.

Sirius apareció tarde o temprano, tenía unas heridas superficiales pero sin importancia que se podían curar solas al otro día.

—Oh, despertaste —dijo contento al verla comer las sobras que había en la heladera del mediodía.

❛𝐒𝐇𝐀𝐃𝐎𝐖𝐒❜ ᵃ ʳᵉᵐᵘˢ ˡᵘᵖⁱⁿ ᶠᵃⁿᶠⁱᶜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora