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capítulo sesenta y cuatro: luego del velo.

Había sufrido de incontables incidentes que habían dejado una marca imborrable en su cuerpo y corazón. Ya no podía nombrar todas las ocasiones que había sido dañada por otros y también por las decisiones que ella misma había tomado. Pero de alguna u otra forma todas se repetían en su mente de forma repentina cuando estaba en su punto más bajo.

Izar la consoló y lloró a su lado hasta que Remus apareció casi treinta minutos después, luego de contarles lo sucedido a los Aurores y asegurarse que el resto estaba bien. Cuando llegó, se unió también a los dos hermanos para lamentar la muerte de Sirius.

Fue una noche difícil para todos, la marca tenebrosa de Mareena ardió sin parar pero ella no acudía al llamado, Remus tampoco podía dormir y salía a fumar tan seguido como ella, Izar se mantenía oculto en su habitación sin salir o ver a nadie, al otro día fue el primero en irse de la casa hacía dónde la persona que lo había criado, Andrómeda, vivía.

—Habrá una reunión de la orden, al mediodía, para discutir lo que sucedió ayer. Si no quieres bajar, está bien, lo entenderán.

Mareena levantó la mirada y se encontró con Remus, la miraba con tristeza mientras ella estaba sentada en el suelo abrazando una almohada. Miró el reloj de la habitación y faltaba una hora para que la orden llegara.

—Está bien —dijo con la poca voz que le quedaba—. Iré.

—No tienes que hacerlo...

—No, pero lo haré.

Remus no se preguntó la razón por la cual Mareena quería estar a pesar de todo lo sufrido, en realidad pensó que solamente era algo profesional al ser parte de la orden y ser espía a su vez pero se encontró con una realidad totalmente diferente, había olvidado por un momento lo que los Blacks eran.

Fue la primera que se sentó en la punta de la larga mesa donde solía sentarse Sirius alegre por sus visitas, ella sentía todo lo contrario. Los miembros llegaron de a poco, todos hablando en voz baja sobre lo sucedido, algunos se notaban afectados pero otros hablaban como si nada hubiese sucedido. Una de las más tristes era Nyphadora Tonks y por primera vez sintió un poco de empatía por la hija de su prima.

Ni bien Dumbledore llegó la reunión comenzó y Mareena no despegaba sus ojos de él.

—Muy bien, gracias por asistir a pesar de que el hecho ha sido muy reciente. Aprecio que todos estén aquí, incluso tu, Mareena —los ojos azules del director cruzaron con los de ella, podía notar lo que la pelinegra quería decir con ellos pero decidió seguir con su discurso—. Es una pena la pérdida de uno de nuestros miembros tan fieles y viejos, pido un minuto de silencio por Sirius Black.

La vista de todos bajó y algunos ojos se cerraron, no los de ella. El minuto pasó lentamente mientras los latidos de Mareena se aceleraban, Remus pusó una de sus manos en la suya para tranquilizarla pero estuvo lejos de tranquilizarla.
El director siguió hablando, sobre los detenidos (quien uno de ellos era Lucius, el cuñado de Bellatrix y otros tres mortífagos sin demasiada importancia) y sobre la razón por la cual Potter había estado en la escena diciendo que había tenido suerte de recibir el mensaje de advertencia de Mareena pero que lo había visto demasiado tarde.

—Pero... ¿Que decía la profecia que era tan importante para... ya-sabes-quién? —preguntó Arthur Weasley y todas las miradas se dirigieron al director.

—No lo sabemos, a Harry se le cayó la profecía antes de que pudiéramos saber que decía —admitió él y la sangre de Mareena hirvió.

"Uno de los dos deberá morir a manos del otro, pues ninguno de los dos podrá vivir mientras siga el otro con vida" —dijo ella en voz alta captando la atención de todos, incluso de Dumbledore que se preguntaba cómo era que había logrado entrar a su mente aquella joven—. Eso dice la profecía, y usted lo sabe, fue el que la escuchó de la boca de Sybill Trelawney en cabeza de puerco. Severus escuchó la primera mitad, no esa parte, en principios de los 80s. ¿Que otras cosas oculta, Albus?

❛𝐒𝐇𝐀𝐃𝐎𝐖𝐒❜ ᵃ ʳᵉᵐᵘˢ ˡᵘᵖⁱⁿ ᶠᵃⁿᶠⁱᶜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora