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capítulo cuarenta y siete: tic toc.

Jueves 25 de diciembre.

Despertó a media tarde por el llanto de su hermanito a su lado. Pudo notar que estaba cambiado de ropa y de pañal, también estaba alimentado. Supuso que Mimi, su elfina doméstica, se había encargado de él porque su madre no iba a entrar a su habitación y mucho menos desde la última pelea que tuvieron.

Se levantó con un hambre voraz y llevó a Izar con ella para robar comida en la cocina. El niño reía mientras bajaban las escaleras, había dejado de llorar en cuanto tocó sus brazos y comenzaron a moverse. La simpatía del niño era incluso contagiosa, parecía que sabía que aquel día era su cumpleaños y ese era su regalo para su hermana mayor.

El árbol de navidad estaba repleto de regalos pero decidió no abrir ninguno hasta más tarde. La cena de navidad se iba a hacer en la casa de su tía Walburga y a la tardecita partió junto a Izar hacia allí ya vestidos para la ocasión. Ésta vez decidió no ir muy arreglada, usaba una pollera café suelta hasta los tobillos y una camisa blanca con las mangas abuchonadas, lo acompañaba con su saco largo y negro de invierno el cuál amaba.

Mareena le había ordenado a Mimi que no iba a recibir visitas ese día, no quería ver a gente que antes había sido ruda con ella fingir que ahora le importaba el día que había nacido por lo que fue un cumpleaños muy tranquilo. Recibió cartas y algunos presentes pero nada más que eso.

Se apareció en la casa de su tía, no había conseguido la licencia para hacerlo aún pero no le importaba, estaba segura de que nadie la agarraría y multaria por eso. En cuestión de segundos, estaba de pie frente a la casa rodeada de nieve, la aparición era muy práctica para llegar a tiempo a todos lugares.

Fue directamente a la habitación de Regulus, quería y necesitaba agradecerle por haber ayudado en la fabricación de pociones para dormir. También quería contarle como había salido todo y estaba muy emocionada por eso. Caminó escaleras arriba hasta llegar a la habitación de Regulus pasando por la antigua de Sirius, aún tenía los pósters de Gryffindor pegados en la pared, había hecho un buen trabajo en aquel hechizo de pegado porque Walburga no había podido sacarlos a pesar de cumplirse años de su destierro.

—¿Reg...? —llamó.

Él abrió la puerta de un golpe y la obligó a entrar a su habitación agarrando su muñeca. Tenía las ojeras por el piso, los ojos irritados y se notaba nervioso. Hizo un hechizo silenciador en la habitación y otro en la puerta para que nadie pasara.

—Carajo- te ves horrible.

—Lo sé, me parezco a tí.

—Auch-

—Lo siento —se disculpó al instante acariciando su frente—. Estoy alterado, de verdad lo lamento. Y por cierto, feliz cumpleaños.

—¿Sucedió algo?

Él asintió. Por su aspecto ella podría deducir que un tren lo había pasado por arriba pero eso era poco probable en ese momento pues la nieve tapaba todos los carriles. La invitó a sentarse y ella siguió sus órdenes.

Tenía a Izar en brazos quién veía la luz que entraba por la ventana con mucha curiosidad, no tenía idea de lo que pasaba su alrededor y le parecía algo tan tierno.

Regulus comenzó a dar vueltas por la habitación con una mano en sus labios, la estaba poniendo nerviosa a ella también pero no podía presionarlo, sea lo que sea que él esté pasando era algo importante que debía tratarse con tiempo. Cuando estuvo listo comenzó a hablar con la voz temblorosa.

—T-tu tomas riesgos. ¿Verdad? Te atreves a mentir al señor de las tinieblas, a la familia, a todos, en sus caras sabiendo que algo malo puede pasar. Lo que respeto. Fui un cobarde toda mi vida y tengo la oportunidad de arreglarlo ahora, no soy lo que ellos dicen y puedo escribir mi propia historia. Mare, puedo cambiar lo que soy, demostrar a Sirius que no soy una decepción para él y que me perdone. Puedo-- puedo arreglar las cosas.

❛𝐒𝐇𝐀𝐃𝐎𝐖𝐒❜ ᵃ ʳᵉᵐᵘˢ ˡᵘᵖⁱⁿ ᶠᵃⁿᶠⁱᶜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora