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Invierno 1932.

Martes 25 de diciembre.

Volvieron ambos a la pieza que le pertenecería a Regulus en su futuro y esperaron la hora. Ambos estaban muy nerviosos aunque ya habían comprobado que el reloj andaba a la perfección una infinidad de veces. Cumplía 22 esa noche pero no había tiempo para festejar nada, estuvo todo el día sin dormir esperando ese momento y asegurándose de repasar todo antes de irse.

Era simple, ir antes que la otra ella llegara a la casa de Regulus y advertirle, le mostraría los recuerdos que comprobarían su punto para que le creyera y no vaya. Regulus le haría caso y no iría, eso desataría un efecto en cadena del tiempo en el cuál ella no viajaría al pasado y despertaría ese día como si todo hubiera sido un sueño. Aquello lo había escuchando en la universidad antes de dejarla y le parecía una teoría bastante certera, esperaba que fuese así pues no tenía plan B que no sea secuestrar a Regulus.

Tenía su saco largo viejo ya puesto, con el libro en su bolsillo interno y con la varita ya en mano. Se había puesto una bufanda negra de Rigel que cubría la parte inferior de su rostro y su cabeza en el caso que su yo del pasado la viera, sabía que era una probabilidad que pasara y se volviera loca por ello.

El reloj sonó en la habitación vacía con ellos dos solos ahí, asegurando que en media hora ella ya debía partir. Mareena miró a Rigel y lo rodeó con sus brazos.

—Gracias, no podría haberlo hecho sin tí.

Sintió las lágrimas correr por su rostro y se apretó más contra él.

—Yo debería agradecerte, ahora seré multimillonario —ella rió—. Te extrañaré, Mare.

Ella levantó la cabeza, tenía una mirada triste y confusa que recorría todo su rostro como si de una pintura hermosa se tratara.

—Pero me visitarás, dijiste que lo harías.

—Lo sé... pero ¿Quién andará rondando por las noches buscando mis chocolates escondidos si no eres tú?

—Oh Dios, ¿Los ocultabas a propósito?

Él rió y levantó los hombros.

—Creía que así no te aburrirías tanto por las noches.

Ella lo empujó de manera juguetona y volvió a abrazarlo. Lo extrañaría demasiado. Era su mejor amigo, quién había estado con ella todo el tiempo y se había esforzado para hacerla volver y en hacerla feliz.

Pasaron unos minutos así hasta que él decidió separarse un poco y mirarla de nuevo.

—Deberías prepararte, ya casi es la hora —acarició su mejilla y, luego de correr un mechón de cabello de su rostro, besó su mejilla.

Ambos se levantaron de la cama, ella se paró en el mismo lugar que había estado cuando apareció en ese tiempo y Rigel puso el giratiempos en su cuello. Ella lo miró por última vez, con sus ojos grises similares a los de Sirius y Regulus, pero con cabello dorado. Se repetía en su cabeza una y otra vez que él la visitaría pero algo en su rostro le decía que no sería como ella pensaba. Rigel aprendió a cerrar su mente de ella entonces no podía averiguar qué pensaba, sin embargo creía que no había secretos entre ellos y él nunca le dió una razón para desconfiar. 

—¿Me permites los honores? —preguntó él tomando el giratiempos dorado y nuevo en sus dedos, ella asintió y él sonrió tristemente—. Mare yo-

Pero en ese instante cerró su boca y alejó su mirada de ella para ver hacía el reloj, enfocándose en ella. Sin darle tiempo a Mareena de preguntar, él dió varias vueltas al reloj y se alejó.

❛𝐒𝐇𝐀𝐃𝐎𝐖𝐒❜ ᵃ ʳᵉᵐᵘˢ ˡᵘᵖⁱⁿ ᶠᵃⁿᶠⁱᶜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora