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Capitulo cincuenta y ocho:

No hablaba, además de haberse quedado sin voz por gritar había decidido no abrir la boca ni para comer. Todo lo que había pasado luego de que el señor tenebroso le dijo sobre la sorpresa de bienvenida aún la tenía en shock. No podía creerlo aún y cada vez que lo pensaba sus ojos comenzaban a lagrimear de nuevo.

No dormía aunque el sueño la invadiese de día, no podía, sus pensamientos no la dejaban en paz y si cerraba los ojos volvía a ver aquellas imágenes de nuevo. Quería olvidarlas y fingir que nada había pasado. Pasaba todo el día en su habitación sin despegarse de la cama, hacía días de aquello. Severus la visitaba para darle sus medicinas y disculparse asegurando que él no sabía nada sobre eso. Ella solamente asentía y miraba hacia otro lado. Izar pasaba para asegurarse que esté bien pero se iba rápidamente porque siempre se largaba a llorar cada vez que lo veía. Sirius pasaba la mayor parte del tiempo a su lado, leía, le contaba anécdotas, acariciaba su cabello, hasta a veces lo trenzaba. Pero ella aún no hablaba.

Remus no había pasado en esos días, la había ayudado cuando recién había llegado pero nada más que eso, algo que también la desanimó.

Su cabeza dolía, su garganta dolía, sus manos aún temblaban cuando estaba sola. Sentía el tacto de ellos en su cuerpo, sus manos frías, pensarlo le sacaba el aliento de nuevo.

—En algún momento deberás hablar —dijo Severus sentado a su lado con los brazos cruzados—. Quieren saber que pasó y no seré yo quien se lo cuente, es tu decisión hacerlo o no. Pero deberás hablar en cualquier momento.

Ella miraba las frazadas tapando sus piernas, no se animaba a mirarlo.

—Mare... —él se acercó y apoyó su mano en la suya—. Sabes que no podía hacer nada, iban a saber que había algo extraño si lo hacía.

Ella quitó la mano y se volteó al lado contrario sin mirarlo. Las lágrimas habían vuelto a salir de sus ojos y no quería que él las viera, tampoco quería verlo a él. Severus entendió que esa era la señal de que debía irse y eso hizo, dejándola de nuevo sola en la oscuridad y el silencio.

Quería desaparecer, irse lejos a un lugar donde nadie la conociese y nada pueda salir mal. Vivir era aterrador de nuevo y no sabía cuanto iba a aguantar. Mucho. ¿Cuanto iba a aguantar? Que pregunta estúpida, debía hacerlo hasta su último aliento. Debía esforzarse ahora aún más porque la vida de muchas personas dependían de ella. La vida de personas que amaba. Daría la vida por ellos si fuese necesario.

Pero no podía sentirse mal por eso...

La puerta de su habitación se abrió a la medianoche, Mareena no se movió, creyó que era Sirius verificando cómo estaba, y como ella estaba acostada de espaldas a la puerta, tampoco pudo ver bien si era él. Sintió como alguien se sentaba en su cama y ponía algo de vidrio en su mesita de luz.

Pasó su mano por su pelo suavemente pero ella aún con los ojos cerrados esperaba que Sirius se fuera. Él, ante su indiferencia, prendió las luces y encantó el tocadiscos viejo que tenía en un rincón para que sonara música.

Ella levantó la mirada y encontró a Remus sentandose en la cama cómodamente mientras se estiraba para alcanzar lo que parecía un tazón con comida. Mareena se sentó con lentitud pues su cuerpo no le permitía demostrar la emoción que su corazón tenía, al mismo tiempo que miraba al castaño sin poder creer que fuese él.
La gran cama le permitía estar alejados uno del otro y maldecía no tener una más pequeña para estar más cerca. Él miró a Mareena sosteniendo en tazón y se acercó un poco para ofrecerle su cuchara. Dudó, miró la sopa de vegetales con pollo sin apetito e hizo una mueca que no le gustó a Remus.

❛𝐒𝐇𝐀𝐃𝐎𝐖𝐒❜ ᵃ ʳᵉᵐᵘˢ ˡᵘᵖⁱⁿ ᶠᵃⁿᶠⁱᶜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora