Capítulo 6: Vamos a conocernos

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Capítulo 6: Vamos a conocernos

Durante el trayecto ninguno de los tres dijo nada. Yo solo miraba por la ventana mientras el hombre seguía conduciendo y la mujer se mantenía callada. Llegamos a un estacionamiento, subimos al 7mo piso y ambos se desmotaron del vehículo.

-Baja Rocío. Tenemos que hacer algo y no te vamos a dejar sola aquí- dijo la mujer abriendo la puerta trasera para que yo saliera.

-¿A dónde vamos?- pregunté bajándome.

-Tengo que hacer unas cuantas cosas en la oficina antes del medio día- respondió el hombre caminando hacia el ascensor.

-¿Y por qué no lo hiciste antes de ir a buscarme?

-Porque en cuanto le dije que habías decidido irte a vivir con nosotros, tu padre dijo que no podía esperar hasta las doce para ir a buscarte, así que fuimos antes- me respondió la mujer.

-Ya veo.

Salimos del ascensor y caminos una gran plaza. Frente a la plaza había un edificio de doce pisos con una gran plazoleta del lado derecho. Entramos al edificio y nos dirigimos al ascensor; el se­ñor presionó el botón del piso 12. Al salir del ascensor, caminamos por un pasillo y nos detuvimos frente a una puerta de madera que estaba al final del pasillo.

-Buenos días Señor Ayala; señora Lucía- saludaron a mis padres.

-Buenos días Gabriela- respondió mi padre a una joven de unos 25 o 26 años que estaba sentada en un escritorio al lado de la puerta. – ¿Está todo listo? ¿Solo tengo que firmar?- le preguntó mi padre a la mujer, su secretaria supongo, mientras ella entraba a la oficina con nosotros.

-Si señor todo listo. Solo tiene que firmar los contratos y la reunión con el Señor Sekemoto se pasó para mañana a la misma hora como usted dijo.

-Excelente- contestó mi padre y se sentó en su escritorio mientras mi madre me hizo señas para que me sentara en la silla libre al lado de ella.

-Dios pero que mal educado soy- dijo mi padre mirando a su secretaria – Gabriela te presento a Rocío, mi hija- dijo sonriendo orgullosamente. – Vivirá con nosotros un tiempo y luego regresará al aspirantado. Rocío será monja- dijo y la mujer volteó a verme sorprendida, luego su rostro cambió a una sonrisa.

-¿De verdad? Wow señor qué bueno que al fin haya encontrado a su hija- dijo mirando a mi padre. – Mucho gusto Rocío, yo soy Gabriela Dalmasí. Si necesitas cualquier cosa no dudes en pedírmelo- dijo ahora viéndome a mí.

-Igualmente Gabriela- le respondí sonriendo.

Mi madre y yo continuábamos en silencio mientras mi padre y Gabriela hacían su trabajo. Fue ahí cuando decidí preguntar lo que quería preguntar desde hace rato.

-¿Qué clase de compañía es esta?

-¿Disculpa?- me miró mi madre.

-¿A qué se dedica tu esposo? ¿Esto es una compañía de qué?- pregunté.

-Tu padre- comenzó, haciendo gran énfasis en esa parte - es un administrador de empresas. Esto es una compañía que importa autos desde Alemania y tu padre es el Vice Presidente- me respondió con una gran sonrisa, como si estuviera orgullosa de lo lejos que había llegado su esposo.

-¿Y quién es el presidente?- pregunté por curiosidad.

-Mi mejor amigo, Fabián- me respondió sin mirarme.

-Ósea que tu mejor amigo y tu esposo tienen una empresa....... Muy conveniente- dije en voz baja.

-¿Qué insinúas Rocío?- me preguntó mi madre ahora mirándome.

Doble VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora