Capítulo 21: De regreso a Casa

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Capítulo 21: De regreso a Casa

Al día siguiente desperté porque escuché que alguien estaba en mi ducha. Giré hacia al otro lado y recordé que Mariana se había quedado a dormir conmigo. Me senté en el borde de la cama mientras intentaba que se me fuera el sueño. Me paré y fue cuando entonces vi mi maleta al lado del closet. Fue cuando entonces recordé que ese día regresaba al aspirantado.

Fui al closet y tomé una toalla y esperé a que Mariana saliera de mi baño. Cuando lo hizo, entré y me asee lo más rápido que pude. Cuando salí, Mariana estaba sentada en el borde de mi cama. La miré con una sonrisa pero ella borró una lágrima que ya había caído por su mejilla.

-Tu madre ha venído a despertarte pero le dije que ya te estabas bañando- dijo mientras se tiraba en la cama.

-No te pongas así por favor.

-¿Así cómo?- preguntó haciéndose la desinteresada.

-Conmigo no tienes que fingir- le dije.

-Mejor vístete- y se puso de pie – te espero abajo para desayunar- y salió de mi habitación.

Yo entré a mi closet a buscar el uniforme que fue la única ropa que dejé fuera, me lo puse y me fui a peinar. Cuando me paré frente al espejo no pude evitar mirarme. Tener el uniforme puesto de nuevo me ponía muy feliz pero a la vez triste. Tenerlo puesto significaba que tenía que dejar a mis padres y a todas esas personas que en tan solo seis meses se habían vuelto una parte importante de mí, pero, sobre todo me dolía dejarlo a él. A Alejandro Delacorte.

Terminé de cambiarme y de peinarme, guardé mis objetos personales, tomé mi maleta y bajé al primer piso a desayunar donde ya debían de estar mis padres y Mariana. Cuando bajé, dejé mi maleta al lado de la escalera y fui al comedor. Al entrar al comedor los tres me miraron tristes.

-Buenos días- los saludé.

-Buenos días muñeca- me saludó mi padre - ¿Cómo dormiste?

-Muy bien- le respondí – extrañaré esa cama.

-Estará aquí para cuando quieras volver- dijo mi madre.

-Cosa que veo poco probable- dije tristemente.

Durante el desayuno Mariana solo se limitaba a comer y a responder con monosílabos las cosas que le preguntaban. Después de desayunar nos sentamos en la sala a esperar a que Jeremías llegara.

-¿Qué esperamos?- preguntó Mariana.

-A Jeremías.

-¿Quién es Jeremías?

-Mi hermano.

-Cierto, aún no me lo creo que tengas un hermano.

-Bueno yo tampoco me lo creía al principio.

-Bien escondido que se lo tenían tus padres- dijo sarcásticamente – solo los míos sabían de la existencia de tu hermano, la verdad no sé por qué no nos dijeron nada.

-Bueno ellos sus razones tendrán.

-¿Y tú por qué no me habías dicho nada?

-Yo pensé que lo sabían puesto que ustedes conocen a mis padres desde que nacieron y yo solo desde hace seis meses.

-Bueno cambiando el tema, ¿Por qué estas vestida así?- me preguntó mirando el uniforme.

-Es el uniforme del aspirantado.

-De verdad que no puedo creer que usen uniformes- dijo.

-Es una casa salesiana, además de que es una escuela para monjas, por lo que hay reglas y, por ende, hay uniformes. Uno no puede vestirse como uno quiera.

Doble VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora