Prólogo

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Prólogo:

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Prólogo:

-¿A quién se le ocurre tocar la puerta a estas horas? Son las cinco y cuarenta de la mañana- se levantó gruñendo la Sor, tratando de encender la luz de la sala muy torpemente.

-Sor- la asustó una voz masculina detrás de ella.

-¡Esteban de por Dios!- exclamó ella llevándose su mano derecha al pecho para calmar su corazón del susto que le acababan de dar – no me vuelvas asustar así.

-Lo siento Sor pero es que han dejado esto frente a la puerta- dijo mientras le enseñaba una toalla envuelta.

-¿Por eso tocaban la puerta hace un rato?- preguntó la sor confundida.

-Si- respondió él mientras se acercaba a la Sor a darle la toalla – me levanté a ver qué era y encontré esto- dijo al fin extendiéndole la toalla y dejando al descubierto lo que había dentro de esta.

-¡Santa virgen María!- exclamó sorprendida la sor al ver el rostro de un pequeño bebé en media de toda la toalla mojada - ¿estaba afuera con esta lluvia?- y el portero asintió - ¿Qué clase de monstruo le haría esto a esta pequeña criatura?

-No lo sé- respondió él con tristeza también – y vino acompañada de esto- dijo extendiéndole un papel arrugado, casi destrozado por lo mojado que estaba. La Sor dejo al bebé en el sofá y se sentó al lado de este mientras encendía la luz de la mesita de al lado para ver mejor. - ¿Qué es lo que dice Sor?- preguntó el portero interesado.

-"Por favor cuiden de mí. Nací hace un mes, el 27 de mayo, y necesito un lugar donde vivir. Por favor"- leyó la Sor en shock.

-¿Y qué vamos hacer Sor Mariela?- preguntó él tomando al bebé en sus brazos.

-Lo que Dios quiere que hagamos- dijo ella tomando ahora al bebé – cuidaremos de este bebé así como pide la nota que nos dejaron: le daremos un hogar- dijo ahora sonriendole al bebé.

-¿Y es varón?- preguntó Esteban mientras se acercaba a verificar.

-No lo sé- respondió ella dejando al bebé en el sofá y desnudándolo para verificar – mira que te equivocas- dijo la Sor riendo – tenemos a una hermosa nenita- y le volvió a poner su pañal  .

-Otra mujer- dijo el portero riendo – ahora tendré que comprarme un rifle para cuidar de ella también.

-Así mismo Esteban- dijo la Sor tomando a la niña de nuevo en sus brazos – eso haremos- y le sonrió a ese rostro tan inocente que tenía en sus brazos y que dormía tan plácidamente.

-¿Y no buscará a sus padres Sor?

-¿Para qué? Por algo la dejaron aquí, ¿no crees?- dijo ella.

-Tiene razón- dijo él dándose cuenta de lo absurdo de su pregunta -¿y qué nombre tendrá?- preguntó ilusionado. La Sor miró a la beba fijamente y sonrió:

Doble VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora