Capítulo 7: Conociendo al enemigo
El trayecto del restaurante a la casa fue corto. En menos de lo que pensé, mi padre parqueó el vehículo frente a una enorme casa pintada de un amarillo pálido de tres pisos. Yo solo me quedé boquiabierta cuando vi esa enorme mansión donde vivían mis padres. Mi padre abrió el baúl para sacar mi maleta mientras mi madre me abría la puerta para salir.
-¿Te gusta la casa?- preguntó mi padre mientras cerraba la puerta del baúl.
-Es muy linda- dije mirando la casa- y muy grande también- añadí.
-Qué bueno que te guste. Ya verás el interior- dijo mi madre tomando mi mano.
Caminamos por un pequeño camino de piedras que daba a una gran puerta doble de cristal por la cual se podía ver parte del interior de la casa. Debido al material del cristal, no se veía mucho lo que había dentro, pero podía distinguir una mesa frente a la puerta. Mi padre se hizo espacio entre nosotras mientras buscaba la llave de la casa en su bolsillo. Encontró lo que buscaba, metió la llave en el cerrojo y abrió la puerta, revelando la casa más hermosa que había visto en mi vida: el interior de la casa estaba pintada de un blanco espuma y desde la puerta de la entrada podías ver un pequeño recibidor con una mesa de madera en el centro, la cual tenía un gran jarrón lleno de orquídeas, mientras unos pasos más atrás, había una escalera en forma de caracol que llevaba al segundo piso. Después de la escalera podías ver parte de la sala y a un lado de esta una pequeña chimenea. Mi madre entró a la casa llevándome con ella mientras mi padre entraba después y cerraba la puerta.
-¿Te gusta ahora?- preguntó mi madre acariciando mi pelo.
-Esta casa es...... Wow.... No sé qué decir. Esta casa me ha dejado sin palabras- fue lo que dije.
-Y eso que solo estás viendo el principio- dijo mi padre – ¡Carlota!- gritó mi padre llamando a alguien. – CARLOTA- gritó nuevamente. Una señora de unos sesenta años de edad, vestida con vestimenta de mucama, salió de unas puertas corredizas que estaban al fondo de la sala.
-Si señor- respondió la señora en cuanto estuvo frente a nosotros – ¿qué desea?
-Carlota te presento a Rocío, nuestra hija. Rocío ella es Carlota, nuestra ama de llaves y una persona a la cual le tenemos mucha confianza y aprecio ya que tiene veinte años trabajando con nosotros- dijo mi papá muy orgullosamente.
-Es un placer conocerte Carlota- le dije sonriendo.
La señora se quedó mirándome de una forma muy extraña, como si le molestaba que yo estuviera allí. – Un placer al fin conocerla señorita Ayala- dijo refiriéndose a mí.
-Puedes llamarme Rocío- le dije.
-Señorita Ayala está bien para mí- me respondió y volteó para ver mi padre. -¿Qué desea que haga?
-¿Esta lista la habitación que mandé a preparar?-preguntó mi padre.
-Sí señor, como usted lo ordenó- respondió la mujer.
ESTÁS LEYENDO
Doble Vida
RomanceDos vidas. Una misma persona. ¿Será posible? ¿O algo totalmente catastrófico?