Capítulo 18: Bajo las Estrellas

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Capítulo 18: Bajo las Estrellas

Después de haberme dado cuenta de que estaba enamorada de Alejandro, la acampada se hizo eterna. Tener que estar junto a él durante tres días más como si nada hubiese pasado nos mataba a los dos aunque ambos intentásemos disimularlo. Como le había pedido a papá, él durmió con Alejandro el resto de los días y yo dormí con mamá.

Regresar a casa después de esos cinco días fue lo mejor que me pudo pasar. Además de que extrañaba la comodidad de mi cama y lo demás, ya no podía seguir conviviendo con Alejandro en medio de la nada por más tiempo, y, mucho más después de descubrir que realmente estaba enamorada de él.

El descubrir que me gustaba Alejandro me hizo dudar sobre el rumbo que estaba llevando mi vida puesto que, dentro de dos meses, tendría que regresar al aspirantado y dejar a Alejandro aquí y no sabía si lo que sentía era algo momentáneo o iba afectar de manera permanente mi decisión de ser salesiana.

Enero se fue volando. El tiempo ya iba tan rápido que ya solo me quedaba un mes en casa de mis padres. Solo un mes. Yo no quería irme. La verdad que no quería pero había jurado que regresaría al aspirantado, juramento que estaba poniendo en duda debido a todos los sucesos que habían ocurrido durante mi estancia en casa de mis padres.

Febrero llegó. Justamente en ese mes era el cumpleaños de mi madre, exactamente el doce. Como cada año mis padres celebraban sus respectivos cumpleaños juntos con los Delacorte, aunque este sería muy especial para mamá puesto a que lo pasaría con ella, y aunque le había preguntado muchas veces que quería de regalo, me había respondido siempre que no quería nada, que mi presencia en ese día tan importante era más que suficiente para ella.

El día del cumpleaños de mamá cayó sábado y ese día mi padre me fue a levantar temprano.

-Rocío, preciosa, despierta- me decía mi padre mientras me acariciaba el pelo.

-¿Para qué?- le pregunté tapándome con la sábana.

-Hoy es el cumpleaños de tu madre, la cual sigue dormida y quiero que vayamos a despertarla los dos- dijo quitándome la sábana de la cara.

-Dios que desconsiderada yo- dije levantándome y yendo al closet por una toalla para asearme.

Me bañé, cepillé y cambié lo más rápido que pude mientras papá esperaba por mí en mi habitación. No quería que mamá se despertara antes de estar lista así que lo hice lo más rápido que pude.

Después de terminar de arreglarme, papá me dio un paquete de globos que decía feliz cumpleaños y cosas por el estilo mientras el cargaba un pequeño bizcocho. Lentamente abrí la puerta de la habitación de mis padres y entré con papá después de mí.

Cuando entré a su habitación me di cuenta de que era la primera vez que la veía. Nunca había entrado aquí. Su habitación era el doble de grande que la mía (eso era obvio). Había unos pequeños escalones para llegar hasta la cama que estaba de frente a los escalones y del otro lado estaba su balcón. Había una puerta al lado del tocador de mamá la cual estaba entre abierta pero en la que suponía era la que llevaba al baño y al closet ya que a diferencia de mi habitación el closet no estaba fuera.

Vi a mamá durmiendo de frente al balcón, arropada. Lentamente me subí a la cama y la abracé por detrás a lo cual ella respondió tomando mi mano y apretándola fuerte. Moviéndome lo más despacio posible logré que mi boca llegara al nivel de su oído.

-Feliz cumpleaños- y la besé en la mejilla. Ella sonrió pero no abrió los ojos.

-¡Ay Alberto! Tú y tus momentos románticos- dijo acariciando mi mano y yo no pude contener la risa y exploté. Empecé a reír como una loca mientras mi madre abría los ojos y descubría que fui yo la que le dijo feliz cumpleaños y no papá.

Doble VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora