— Soy muy enano, ¿Verdad?
Zulia dejó de leer el libro que tenía en la mano y volteó a ver a Caracas con una ceja alzada —. ¿Qué?
— Nada, olvídalo.
Caracas se dejó caer con mala cara en el mueble junto a su hermano, dejando la cabeza en sus piernas y quedándose en un preocupante silencio y una sorpresiva calma a lo que el zuliano asumió que era hora de tomar su rol de hermano mayor que, aunque Caracas era mayor que él, a veces necesitaba.
Dejó el libro hacia un lado y suspiró —. Cari, ¿Qué pasa?
Hubo silencio por varios segundos hasta que el caraqueño habló —. ¿Tú crees que soy muy pequeño?
Zulia estaba a punto de burlarse cuando vio el semblante preocupado de su hermano a lo que carraspeo, poniéndose serio.
— ¿Por qué estás preguntando eso?
— Nada.
— Cari —. Llevó una mano hacia los cabellos de su hermano para acariciarlos —. Mira, sí estás chiquito.
Caracas gimoteo molesto, tapándose la cara con las manos.
— Pero está bien, es decir, los altos en nuestra familia son muy pocos.
— Zulia, tú eres alto.
— Yo, pero de yo para abajo todos son chichón de piso —. Zulia intentó bromear pero Caracas solo lo miró feo —. Siéntate, ven. ¿Qué pasa?
— Zulia tengo un peo mental.
— Siempre.
— No esa clase de peos mentales —. Se tapó la cara con las manos, avergonzado —. Creo que me gusta alguien.
Duraron varios segundos en silencio, con Zulia intentando entender cuál era el peo —. ¿Y?
— ¡¿Y?! ¡Maracaibo, me gusta Moscú! ¡Todo acerca de eso es un peo!
— Papi, so' el último en darse cuenta de que te gusta el ruso —. Zulia lo atrajo en un abrazo que el caraqueño aceptó en contra de su voluntad —. Pero está bien, ahora, eso no responde por qué andas así.
— Después de el peo en la cafetería, fuí para la biblioteca con Quito a hacer una tarea y ahí estaban las amigas de Shanghái, hablando de mí —. Apretó más el abrazo de su hermano, sintiéndose triste —. No debería dejar que lo que dicen me afecte pero Moscú es demasiado perfecto para mí.
Zulia lo apartó un poco para verle la cara —. Ah, ¿Qué diría el pure si te oye diciendo eso?
— A veces desearía que no hubiéramos venido.
— Mh, yo también.
Barinas observaba al más alto vendarle el brazo, Apure no decía nada, solo se encargaba de curarle la grieta recién salida. Suspiró, intentando no decir nada.
ESTÁS LEYENDO
Las aventuras de Caracas adolescente.
De TodoEl liceo no es tan malo si tienes un montón de mariquitos como hermanos que viven detrás de ti como una cuerda de jalabolas porque no tienen oficio. → Statehumans AU, modismos venezolanos obvi, humanización y modificación de un montón de vainas ahí...