Cap18: Primera amenaza.

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Caracas, en realidad, no sabe cómo terminó atado a una silla en el gimnasio cerrado a media noche.

Y es que el día empezó de lo más normal.

Ese mismo día.
6:47 am.

— Despiertate, plasta'e mierda.

Caracas gimió molesto, tratando de quitarse a Miranda de encima —. Ya, quítate.

— Hoy tienes examen de literatura —. Miranda se le acostó encima como si fuera lo más normal del mundo —. ¿Estudiaste? Si raspas, te sapeo

— Miranda, que te quites, nojoda.

— El lunes llega el pure, ¿No lo extrañas? —. Miranda finalmente se quitó, para acostarse al lado de él —. Yo no.

— Le voy a decir que dijiste eso.

— Sapo.

— Soy hermano tuyo.

— ¡Vengan a desayunar!

Miranda y Caracas se vieron varios segundos antes de salir corriendo, metiéndose patadas y coñazos en proceso, en el pasillo hacia la cocina empujaron a Carabobo y cuando finalmente llegaron solo estaban Zulia y Barinas sentados tomando café.

— ¿Y el desayuno?

Barinas dejó la taza a un lado para verlos —. Vistanse, vamos a desayunar en la cafetería.

— Nojoda, pa' que alborotan a uno así.

— Ah, vaina, si te quieres morir de hambre, ese es peo tuyo —. Zulia se levantó, mirándolos —. Ah, Cari tiene clases.

— Ventajas de ser la capital —. Carabobo celebró en la cocina.

— Es a las diez, igual —. Caracas se giró bostezando —. Voy a vestirme, tengo hambre.

— Te esperamos —. Dijo Miranda quitándole el café a alguno de sus hermanos.

 Dijo Miranda quitándole el café a alguno de sus hermanos

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11:53 am.

— Tengo clases a las cuatro otra vez —. Se tiró en el mueble de la biblioteca con flojera —. Mérida parame bolas.

— Ya, qué quieres que haga? —. Se giró para verlo con mala cara —. ¿Cómo te fue en el examen?

— Normal.

— Raspaste.

— No es justo que ustedes estén libres los viernes y yo no —. Lloriqueo en el hombro de su hermano hasta que sintió a alguien hacer lo mismo al otro lado de Mérida —. Ah, Ottawa.

— Caracas —. El castaño claro le sonrió —. ¿Sufriendo las consecuencias de ser una capital?

— Siempre.

— Ay, dejen la lloradera —. Mérida los empujó a ambos —. Ottawa va nada más a dormir y Caracas solo existe.

— Existir es difícil, mano —. Se cruzó de brazos molesto, escuchando al canadiense reírse —. No sabes lo difícil que es ser yo.

Las aventuras de Caracas adolescente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora