Cap30: Arreglen su mierda

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— Yo no sé qué está pasando —. Caracas se echó en el sofá descuidadamente, poniendo la cabeza sobre las piernas de Carabobo —. Moscú está tan raro y han pasado como cinco años y no me para ni media bola.

Zulia rodó los ojos desde el otro mueble. Cojedes solo se encogió de hombros.

— Y es que, no sé —. Cerró los ojos aturdido —. ¿Será que me rindo? Digo, no es como que haga mucho esfuerzo pa' que me pare pero tampoco pa' que me ignore así, mano, no.

Carabobo alzó una ceja confundido, sin entender mucho del parloteo del caraqueño. Desde el piso, Monagas hizo una mueca de fastidio, ideandose una excusa para irse.

Anzoategui parecía interesado en la conversación, sin embargo, Miranda a su lado estaba harto.

— No has pensado que quizás —. Zulia finalmente habló —. Tal vez, muy realmente Moscú no sea gay o siquiera bi.

Caracas jadeó, viéndolo con un atisbo de dolor —. ¿Qué?

— Tipo, Cari tienes un montón de gafos jalandote bolas y vo' detrás del ruso'e mierda ese que apenas y te ve.

— ¿Me veo como un jalabolas? —. Caracas volvió a jadear sorprendido cuando todos sus hermanos presentes asintieron —. No puede ser.

Majomeno —. Vargas lo miró con pena.

— ¿Por qué no me habían dicho un coño?

— Porque no nos importa un coñisimo de la madre tus peos con Moscú —. Miranda se levantó del sofá molesto, aturdido y con hambre y se metió en su habitación.

— ¿Y a éste guaro qué le pasó?

— Dice que no le gusta Washington pero lo vio lateandose con una bichita ahí y anda con picazón de culo.

— ¿Cómo que lateandose?

— Ay, no sé, así dijo él.

Caracas frunció el ceño cuando todos empezaron a hablar sobre la vida amorosa de Miranda de manera entretenida, Dependencias Federales incluso despertó para criticarlo.

Todos dejaron de hablar cuando Venezuela entró y se les quedó viendo raro —. ¿Qué pasó?

— Estudiando, apa. Pa' mantenerte algún día.

— He soñado con este momento desde que nací —. Venezuela suspiró, caminando hacia la cocina —. Y tengo como mil años, imagínate tú.

— Pure, no se ponga depresivo.

— Ajá —. Venezuela mordisqueó la comida que estaba tapada en un plato y alzó una ceja —. ¿Quién cocinó?

— Apure —. Respondieron al unísono tranquilamente.

Venezuela abrió los ojos asustado y escupió lo que estaba masticando en el fregador —. Díganme que no acabo de masticar iguana.

— No sea exagerado —. Táchira negó con la cabeza decepcionado.

— Voy a ver qué como porque yo no me voy a tragar esa vaina.

— Voy a ver qué como porque yo no me voy a tragar esa vaina

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Las aventuras de Caracas adolescente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora